viernes, 14 de julio de 2017

EDUCACIÓN PARA LA NUEVA ERA

Educación para la Nueva Era

Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado

..”En Taiwán la industria de comunicaciones despidió a 60 mil operarios  para sustituirlos por robótica.”
--“Hay políticos y sindicalistas apasionados por las canonjías del presente (cargos gubernativos, negocios, 
conquistas en la farándula) y prescinden de que sus hijos y nietos pueden ser víctimas de la masa de desocu pados que se avecina con el tsunami tecnológico.”
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Nos parece correcto decir que una cualidad esencial del estadista consiste en anticiparse a los procesos socio-culturales (económicos, institucionales, etc.) que lle van a la sociedad de un punto de la historia a otro del futuro. Al estadista le compete la ciencia del poder (politocracia) y este es el centro activo en el manejo de las funciones del Estado.

Se trata de una faena compleja y que requiere el mejor equipamiento mental, donde es decisiva la formación previa. De ello depende el destino del colectivo. Es que, junto a la capacidad para adoptar medidas, es prioritaria la anticipación, o sea previsión a tiempo para el control de las causas y efectos de lo que vendrá. Y con ello, no someter el pue blo al costo de lo imprevisto, sea un desastre natural o uno socio-económico.

--Por ejemplo, un estadista, a esta altura del siglo XXI, ya tendría, él y sus colabora dores principales, una información lo más completa posible sobre las tendencias científico-tecnológicas  (inteligencia artificial 4.0) que vienen generando, a un ritmo intenso, una nueva era en el campo de la producción y los servicios. También precisa elaborar un enfoque prospectivo que en el horizonte tempo-espacial anticipe las consecuencias culturales, económicas y laborales que tendrá que asumir la sociedad cuando llegue el tsunami y sea implacable. Una suerte de genocidio tecnológico.

Hasta aquí lo principal y lo deseable. Ocurre, empero, que el poder y su desempeño no es un privilegio de los “estadistas” y no excluye que lo ejerzan otros que lo son apenas a medias: están y actúan en muchos lugares del planeta y se encargan de administrar la democracia. Aun cuando carecen del nivel cultural y técnico adecuado para operar como eficaces “representantes del pueblo” (art. 22 CN). Son éstos los que mandan en la democracia, tal cual lo anticipó Robert Michels ya en 1915; un autor poco citado acaso para tapar las vergüenzas del sistema político que nos tocó en suerte.

No podemos, empero, renegar de los procedimientos democráticos, ya que reivindican al hombre y a la mujer como sus actores básicos. Máxime si, según nos ha ocurrido, las dictaduras suprimen las libertades pero tampoco saben administrar el “orden” que impo nen. Lo manejan con los talones y así le va al país.

“En la personalidad del estadista hay un fallo peligroso si carece de una percepción suficiente de qué es y cómo es la sociedad que le toca conducir. Las estadísticas y las encuestas ayudan mucho, pero no cabe prescindir del olfato psico-político.“

Hay antecedentes que registran una fecunda combinación entre las condiciones del es tadista y el político. Los cito para esclarecer el tema y al margen de la simpatía o rechazo a su persona o a su desempeño. Un ejemplo lo dió Agustín P. Justo presidente durante la llamada “década infame”, una marca con que lo premiaron sus adversarios. Durante su gestión como ministro de guerra (1922/28) había dirigido la modernización del Colegio Militar y se fundó la primer Fábrica de Aviones (1927).

Justo asumió la presidencia en 1932 luego de desalentar los proyectos corporativistas de Uriburo, y mientras el país, junto a muchos otros, grandes y chicos, estaba inmerso en la Gran Depresión iniciada en 1929. Con su gestión se inauguró la acción del Estado para enfrentar la crisis, fueron creados el Banco Central y las Juntas Reguladoras, se dictó la ley 11.729 que fue luego matriz de la legislación laboral, las escuelas de técnica agropecuaria, se impulsó la comunicación del territorio nacional de sur a norte y de este a oeste (rutas 9 y 8), y se impulsó la industrialización en la actividad económica.

 La otra experiencia que merece mención (político y estadista) fue la del gobernador de Córdoba (1958/60) Arturo Zanichelli. Al formar gabinete seleccionó un calificado grupo  de expertos y profesionales dejando de lado los compromisos partidarios. De allí surgió una obra pública de alto mérito: rutas y caminos, energía para la industria y la po   blación, acción sanitaria, promoción agropecuaria, educación media y respeto por las instituciones. Con fuerte apoyo a la instalación de la Universidad Católica.

Con admirable visión el gobierno de Zanichelli puso el acento en la enseñanza técnica, contando con la colaboración de docentes de adecuada formación en el rubro y de los sectores empresarios. Al iniciarse los “cursos especiales” el gobernador dijo: “La téc nica de base científica aplicada a la educación y a las diversas ramas de la economía, es la gran herramienta que el Creador dio al hombre para cumplir el mandato de dominar la tierra que receptó la Biblia. Por allí está el futuro.”

Bien dicho que la relación entre la tecnología y la educación abre y marca el camino hacia el futuro. En estos tiempos un concepto integral de la cultura humanista no puede prescindir de esta fuente del dinamismo social; y que es, ante todo opera humani. En verdad ya estamos viviendo tramos relevantes de ese futuro. Y es sorprendente la celeridad que en su etapa actual la llamada “inteligencia artificial” viene avanzando en los ámbitos de la vida social contemporánea. También el riesgo de que las fábricas robotizadas dejen sin trabajo a miles de trabajadores en la industria y los servicios,

..”Hay que ratificar los valores de la escuela clásica y, de paso, abrir una ventana amplia a la fecunda dinámica sociocultural que aporta la tecnología.” (Noski)

El gobernante-estadista, si es tal, no se confunde meramente con un tecnócrata, la expe riencia y la razón le exigen algo más: sentido político. O sea una intensa y permanente comunicación con el pueblo sin exclusiones de clases y/o puntos territoriales; su com promiso permanente es con la sociedad global. Ambos aspectos requieren, además, una percepción realista de oportunidades, medios y necesidades humanas. Eso que no se ve hoy en numerosos dirigentes de partidos, sindicatos y corporaciones empresarias. Pre fieren cerrar las fronteras a la competencia exterior y vegetar bajo el palio del protec cionismo. Entretanto aguantamos 12 millones de pobres.

--“Para superar la dependencia, el subdesarrollo y la decadencia necesitamos re-industrializar el país, con gran expansión del rubro ya logrado y avanzar sobre los mercados exteriores. Aprove. char los medios naturales y potenciar nuestros recursos humanos. Pero ese gran objetivo nacional no se alcanzará si no incorporamos, a la producción y a los servicios, la más avanzada tecnología de soporte científico.”

Cuando decimos que la tecnología avanzada debe incluirse en los programas de la educación nos referimos ciertamente a la de orden “formal” que se cumplimenta en las escuelas e institutos del rubro, públicos y privados. Asimismo debe cubrir la llamada educación “informal” que se realiza en la familia, en los clubes, en el trabajo y en las actividades de servicios. Sin olvidar el gran aporte que pueden hacer los “mecos”.

La “inteligencia artificial” es parte ya de la actitud con que las generaciones se adueñan de su futuro. De otro modo, la cultura de un pueblo, a la hora de cambios importantes, entre ellos los tecnológicos, sufre un vacío pernicioso y lo inhabilita en sentido psico- social para enfrentarlos y aprovecharlos.-
--- “mecos” : medios de comunicación social.