Carlos Manzoni
La Nación, 6 de mayo de 2018
Hay un consumo que sube en la Argentina pero que, en
lugar de alegrar por ser síntoma de buena salud de la economía, causa alarma.
Es el que se refiere a los psicofármacos, que ha pasado de los 2580 millones de
pastillas que se tomaban en 2012 a los 3720 millones de 2017, según datos del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y
Bioquímicos (Safyb). Es decir, que en el país se consumen 86,51 unidades
per cápita al año.
El
dato no es menor: ocho millones de argentinos usan psicofármacos para tratar la
ansiedad, el insomnio, el nerviosismo y la depresión. En efecto, siempre según Safyb, en 2017 se
prescribieron 99 millones de recetas y dispensaron 124 millones de envases de
30 comprimidos, incluyendo el 20% que se vende por fuera de la farmacia
(Internet, venta callejera, boliches). El precio promedio por envase es de $179
(por lo que el negocio total genera una facturación de unos $22.196 millones).
En
tiempos de crisis se venden más que la aspirina, según comentan farmacéuticos y bioquímicos. Hay que
tener en cuenta que las obras sociales cubren entre el 30% y el 50% del costo.
"Las mujeres consumen más que los hombres y hasta se vuelven adictas a
Diazepam y Clonazepam. Los consumidores sufren cambios de personalidad que
oscilan entre el suicidio y el instinto asesino, por eso debe evaluarse muy
bien el riesgo y el beneficio, antes de tomarlos", destacan desde Safyb.
Tomar
estas drogas en forma sostenida puede provocar alucinaciones, manías, delirio y
agresividad. En tanto que suspenderlas causa abstinencia o dolor muscular y
estomacal, pánico, irritabilidad, agresión, ideas suicidas e impulso por matar.
"No solo mantienen dopada a la sociedad, sino que suelen emplearse para
delinquir, por lo que se requieren políticas firmes relacionadas con su
comercialización, prescripción y utilización", advierten desde Safyb.