a los católicos para participar en
política»
(AlfayOmega), 28-7-18
El nuevo presidente de la Asociación Católica de
Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza, anuncia que abrirá las puertas de la
asociación a los jóvenes y expandirá la presencia de esta institución a todas
las diócesis españolas para impulsar una mayor participación de los católicos
en la vida pública
Solo unos minutos después de que el PP eligiera a
Pablo Casado, la Asociación Católica de Propagandistas optaba el sábado por
Alfonso Bullón de Mendoza (Madrid, 1963). El hasta ahora director del Instituto
CEU de Estudios Históricos estará al frente de una gran obra educativa que
conoce de primera mano, ya que ha sido rector de la Universidad CEU Cardenal
Herrera de Valencia y de la CEU San Pablo de Madrid. Ha publicado un centenar
de publicaciones, es experto en carlismo y II República, y académico
correspondiente de las reales academias de la Historia española y portuguesa.
Más allá de las bromas entre los propagandistas por
los paralelismos con el PP, han triunfado las dos candidaturas que ponían el
acento en los principios y no en la gestión.
Sí, entiendo que se puede trazar algún paralelismo. La
ACdP quizá ha vivido en los últimos años un cierto retraimiento con respecto a
su carisma: impulsar la presencia de los católicos en la vida pública. Quizá
hemos estado muy centrados en el funcionamiento de las obras.
Ha anunciado un tema nacional, un debate abierto a
todos los propagandistas para replantear el papel de la asociación. ¿En qué
consiste esta idea?
Tenemos más de 100 años de antigüedad, han cambiado
mucho tanto la sociedad como la propia ACdP, y es momento de hacernos un
replanteamiento profundo. Sin dejar de dedicar quizá otro tema nacional a un
asunto actual como la libertad de educación, que ahora está sobre la mesa y
afecta de lleno a nuestra institución, con sus tres universidades, una decena
de colegios, varios colegios universitarios… Haremos primero un estudio, pero
con una dimensión muy práctica: los propagandistas siempre hemos sido gentes
que se forman para la acción, no solo para saber mucho.
¿Qué harán si se movilizan las familias y las escuelas
católicas?
Estaremos involucrados y apoyaremos, por supuesto.
Desde hace años, si no décadas, se habla de fortalecer
la identidad de la ACdP frente a sus obras, que a veces terminan eclipsándola.
Lo que tiene que quedar muy claro es que las obras son
medios de evangelización. Y entonces todo lo demás estará claro. Para alcanzar
este objetivo tenemos pendiente la renovación de nuestro modelo educativo. Hace
unos 20 años, plasmamos una propuesta de universidad, a partir de una nítida
pertenencia a la ACdP y del tipo de alumnos que queremos formar: no solo buenos
profesionales, sino personas, algo muy presente en el pensamiento del padre
Ayala.
¿Potenciar las humanidades?
Lo que planteamos hace 20 años fue dedicar el 10 % de
la carga de cualquier titulación a asignaturas humanísticas. Cambió la
legislación y tuvimos que amoldarnos. Pero las humanidades son fundamentales y
debemos reforzarlas. Por ahí van hoy las tendencias en países como EE. UU.,
donde el primer ciclo de las grandes universidades suele ser de carácter
general, y luego el alumno se especializa, pero lo primero es amueblar bien su
cabeza.
¿Cómo ve la aportación específica de la ACdP a la
misión de la Iglesia?
Fundamentalmente, impulsar la participación en la vida
pública, ya sea en los medios de comunicación y en la cultura, o a través de la
preparación de personas para la participación en la política. Un ejemplo: en la
II República había diputados miembros de la ACdP en partidos muy diversos,
desde los nacionalistas vascos y catalanes, a los carlistas, la Ceda o los
monárquicos de Renovación Española. En muchos temas pensaban de forma muy
distinta, pero cuando se trataban en las Cortes temas relacionados con la
doctrina social de la Iglesia, actuaban de forma unánime. Para lograr eso hoy,
se necesitaría formar a los católicos que van a participar en política.
¿Va en esa línea su propuesta de una Escuela de
Liderazgos Públicos?
Efectivamente. Queremos recuperar la Escuela de
Ciudadanía Cristiana que puso en funcionamiento el padre Ayala, para que
ofrezca una buena formación para la participación en la vida pública, ya sea
desde el punto de vista teórico-conceptual, o el instrumental, con aspectos
como la expresión oral y escrita.
¿Una escuela abierta a todos los católicos?
Todos los católicos que quieran formarse con nosotros,
bienvenidos sean. Es propia de la ACdP la formación, tanto la que se ofrece en
los centros educativos, como la específica para temas concretos de la vida
pública.
¿Y unido a esto está su proyecto de una mayor
presencia en las diócesis?
La idea es volver a la implantación que la ACdP tuvo
en tiempos en todas las diócesis españolas. En los últimos años ha habido una
expansión de las obras, pero no de la propia ACdP.
También ha subrayado usted el reto generacional.
La ACdP se ha ido envejeciendo. Muchas veces se ha
interpretado que quien entraba era la persona que tenía ya su carrera
profesional hecha: el catedrático, el abogado del Estado… Pero cuando se crea
la ACdP la llamada del padre Ayala se dirige fundamentalmente a los jóvenes.
Esto es algo que se ha ido dejando en un segundo plano y que es absolutamente necesario
revitalizar.