el gasoducto ya genera divisas
Carlos Burgueño
Periodista. Lic.
en Ciencia Política. Máster en Economía y Sociología
Infobae,
27-10-2024
Es casi una
metáfora argentina. Y más que una anécdota sobre la política energética
nacional, el desarrollo del sector Oil / Gas o la evolución de la obra pública.
Es una muestra de la crisis del país de los últimos años y de la falta de
altura en las circunstancias de su clase política. Y de cómo “la grieta”
retrasa el desarrollo argentino.
A algo más de un
año de su inauguración, esta semana se conocieron dos noticias sobre el
Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, la megaobra de tuberías que transporta
gas natural desde el yacimiento petrolífero Vaca Muerta y la ciudad bonaerense
de Salliqueló. La primera, es que el gobierno de Javier Milei estudia
seriamente cambiarle el nombre. La intención es quitar al expresidente y
reemplazarlo por alguna de estas dos opciones: Julio Argentino Roca o el
biólogo Francisco “Perito” Moreno. Para algunos libertarios, la opción debería
ser la primera; así, de paso, se reivindica una figura algo odiada por el
kirchnerismo. Si hay venganza, que sea total. Otros dirigentes, más políticos,
consideran que el nuevo nombre debería ser el del explorador, coleccionista y
político argentino, hombre de la generación del 80. Como Roca. Afirman los que
defienden esta opción en la Casa Rosada, que en el futuro sería más difícil
para una eventual nueva era kirchnerista reemplazar el nombre de Moreno que el
de Roca.
Cuestiones marginales.
La segunda noticia es algo más relevante para las cuentas públicas. Según datos
de la industria del sector, gracias a la operatividad del gasoducto, el país se
ahorrará este año unos 4 mil millones de dólares en importación de
combustibles, en comparación con lo sucedido en la gestión 2023. Se menciona
incluso que con los primeros embarques del combustible al exterior, los
ingresos podrían ubicarse entre los 2 mil millones de dólares. Y alcanzar los 5
mil millones en el 2025, ya sin necesidad además de pensar en importaciones. El
trayecto ascendente para los próximos cinco años ubicaría la cifra de
exportaciones en unos US$ 20 mil millones. Esto implica que el gasoducto está
ya generando divisas. Si se tiene en cuenta además que el costo de la megaobra
fue de 2.700 millones de dólares totales, con unos 800 millones para cubrir la
primera etapa, esto implica que en sólo un ejercicio fiscal el gasto generado
no sólo se cubrió, sino que se repagó, al menos una vez.
El cálculo se
vuelve más notable si se tiene en cuenta que el gasoducto es una obra que
inicialmente estaba programada, y con posibilidades ciertas de ser concretada,
desde el 2014. Hace 10 años entonces que el Gasoducto podría haber estado
construido. Para ese año Vaca Muerta aún no estaba desarrollada, y hubiera sido
una obra de anticipación poco común en el país haberse adelantado con semejante
astucia. El yacimiento sí estaba en condiciones de producir el suficiente gas
como para abastecer la demanda interna del combustible y con posibilidades
ciertas de exportación desde el 2019. Salvando el complicado 2020, el Gasoducto
hubiera permitido el ahorro de energía por unos US$ 4 mil millones anuales
durante cuatro años y generando exportaciones anuales por unos US$ 5 mil
millones. Incluso, si hubiera estado activo en febrero del 2022, cuando
Vladimir Putin dio la orden de invasión a Ucrania, ese monto podría haber
llegado a los 7 mil millones de dólares. Sumando dólares de manera simple, y en
un cálculo conservador, la cifra llega a entre 35 mil o 39 mil millones de
dólares. Con este monto, probablemente, Mauricio Macri hubiera podido encarar
la crisis de pago de deuda del 2019, y si bien debería haber recurrido al Fondo
Monetario Internacional, no hubiera necesitado que el préstamo total por el stand
by firmado con el organismo llegue a los US$ 44.800 millones. Mucho menos
debería haber traído nuevamente al cepo a la historia financiera del país al
final de su mandato, luego de la corrida por unos US$ 6 mil millones
(financiada con los dólares del crédito del Fondo) que operó en el sistema
financiero argentino entre abril y agosto de 2019, en medio de las elecciones
presidenciales de ese año.
Seguramente la
reestructuración de la deuda que llevó adelante Martín Guzmán entre agosto y
octubre del 2020 como primer ministro de Economía de Alberto Fernández podría
haber sido menos dura para los acreedores; y el Valor Presente Neto (VPN) de
los bonos renegociados podría haber navegado, quizá, por arriba del 54,8% de
porcentaje de lanzamiento. Quizá en el 2021 la crisis entre Guzmán y el
kirchnerismo por el volumen de eliminación de subsidios a las tarifas de luz,
gas y aguas podría haber sido más negociado. Probablemente la negociación con
el FMI para un Facilidades Extendidas firmado en marzo del 2022, y que llevó a
la posterior renuncia de Guzmán y al final de la relación entre el albertismo y
el kirchnerismo, podría haber alcanzado otro nivel ante las posibilidades más
firmes de repago por parte de la Argentina. Ya con Sergio Massa como ministro
de Economía y candidato por el entonces oficialismo, el ingreso de divisas por
parte del gasoducto y la posibilidad de no gastar divisas en importación de
energía, podrían haber ayudado a solventar con menos dureza la histórica sequía
del primer semestre del 2023, la que según se coincide le costó al país
exportaciones por unos US$ 9 mil millones. Ese dinero, es casi el cálculo
exacto entre las posibilidades ciertas de venta de gas natural al exterior y el
ahorro por la importación de ese combustible.
El fondo más
grande del mundo se quedó y busca revancha
Ya en el 2024, si
el gasoducto hubiera estado 100% en funcionamiento, la generación de divisas
superaría los 10 mil millones; con lo que Javier Milei podría haber
implementado un ajuste de 15 mil millones de dólares, con el mismo resultado
planificado: llevar el déficit de 3% del PBI del 2023 al 2,1% de superávit
primario en este mismo ejercicio. Quizá, eventualmente, si el gasoducto se
hubiera construido sólo dos años antes (algo que era absolutamente posible),
este año no habría sido necesario, por ejemplo, el ajuste en el presupuesto
universitario, no se hubiera suspendido el 100% de la obra pública y los
jubilados no habrían perdido por goleada contra la inflación. Todo esto hubiera
sido posible con que la clase política argentina se hubiera puesto de acuerdo,
y accedido a ejecutar la obra de traslado del gas de Vaca Muerta a la provincia
de Buenos Aires, al mismo tiempo del desarrollo del yacimiento.
Sin embargo, para
el kirchnerismo terminal del 2014-2015 era una obra demasiado vinculada a la
actividad petrolera privada, priorizando, por ejemplo las represas
Kirchner-Cepernic, que serían construidas con la intervención del Estado chino.
Obra que, por otro lado, está por ahora suspendida y a un 30% de ejecución. Por
su parte, el macrismo versión 2016- 2017 sospechaba que el proyecto estaba
demasiado vinculado con el kirchnerismo a partir de una idea algo confusa sobre
la evolución de la renacionalización de YPF. Finalmente a fines del 2018
decidió, al ritmo de la enésima crisis energética que vivía el país, acelerar
el proyecto y lanzar su concreción en 2018. Corrida financiera del 2019
mediante, el 31 de julio de 2019, antes de dejar la gestión, Macri llamó la
obra a licitación. Luego, el 30 de diciembre 2020, el gobierno de Alberto
Fernández suspendió esa licitación, por importantes cuestiones políticas. No le
gustaba que hubiera sido el macrismo el que firmaba los contratos. Con la
pandemia el proceso se suspendió primero, y cajoneó después. El albertismo peleaba
internamente por la comprensión de su importancia, mientras que a la
vicepresidenta no le gustaban ni los responsables de construirlo ni la manera
en que se proyectaba la obra. Finalmente en febrero del 2022, en un año donde
se proyectaba la enésima crisis de provisión de gas en los hogares y la
importación del combustible amenazaba con bombardear las lánguidas reservas, el
proyecto renació.
El FMI acepta que
siga el cepo (limitado) un año más; a cambio, un acuerdo corto
La primera etapa
del Kirchner fue inaugurada el 9 de julio de 2023, extendiéndose por 573 km,
desde la localidad de Tratayen en Neuquén hasta la ciudad bonaerense de
Salliqueló. La obra fue responsabilidad de una Unión Transitoria de Empresas
(UTE) conformada por Techint y Sacde (Grupo Mindlin). Hoy transporta 12
millones de metros cúbicos por día (MM m3/d), mientras que en una segunda etapa
con la planta compresora alcanzará los 24 MM m3/d y, en una última etapa con el
gasoducto completo en sus dos fases, llegará
a los 44 MM m3/d. Con un consumo en el país promedio de 130 MM m3/d, con
picos de 200 MM de 3/d.
Terminada la
primera etapa hasta Salliqueló, la segunda está programada hasta San Jerónimo,
Santa Fe. Recorrerá unos 484 km, con una capacidad de transporte llegará a los
44 MM m3/d. Ambas etapas son responsabilidad de Techint-Sacde. Los privados se
enorgullecen. Una obra de estas características, en una primera etapa,
demandaría unos 24 meses en ser instalado. Para concretarlo, Tenaris (del grupo
Techint) dedicó el 100% de su capacidad productiva de la planta de Valentín
Alsina para producir los tubos con costura del GPNK; entre octubre 2022 y abril
2023. Para el rediseño y potenciación de la línea de producción se invirtieron
más de 8 millones de dólares e implicó 150 mil horas/hombre.