en la Causa Malvinas y el prototipo Kohen.
Cesar Lerena
octubre 14, 2024
ATLÁNTICO SUR Y
MALVINAS
Por los frutos se
conoce el árbol (San Mateo 7,16 y San Lucas 6,44); pero, claro, decía
Maquiavelo: «juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a
muchos».
Cuando los
ingleses invadieron Buenos Aires el 27 de junio de 1806 la Plaza se rindió sin
resistencia al general Beresford. Los porteños, ven marchar triunfantes a
rubicundos ingleses, que ocuparon la ciudad sin perder un solo hombre, como una
parada militar, sonando clarinetes, gaitas y tambores mientras el pueblo y las
autoridades se escondían en las casas y, miraban por detrás de los visillos. En
general, no había alegría por la caída del reino español, aunque muchos vecinos
se entusiasmaron con la libertad de comercio prometido. Los oficiales ingleses
alternan con las principales familias porteñas y se alojan en sus casas, donde
realizan fiestas para homenajear a los invasores. Es frecuente ver a las
Sarratea, las Marcó del Pont y, las Escalada, paseando por la alameda del brazo
de los ingleses. Un gesto que hoy realizan unos políticos encantados con tanta
genuflexión. Algunos porteños inician la rebelión, entre ellos Martín de Álzaga
-que sería ahorcado en 1812- y Juan Martín de Pueyrredon, junto a los catalanes
Felipe de Sentenach y Gerardo Esteve y Llach, que toman contacto con dos
compueblanos de Montevideo, Miguel Vilardebó y Cristóbal Salvañach. “catalán,
catalán, no pasarán”; consigna que es el eje en ambos márgenes del Río de la
Plata.
El Cabildo de
Montevideo, gobernado por Ruiz Huidobro y los principales, acuerdan ir por la
reconquista de Buenos Aires y, lo único que se habla en las tertulias y
pulperías, es de echar a los ingleses de Buenos Aires y ello ocurre,
efectivamente, el 12 de agosto de 1806 cuando se recupera la ciudad. Pero, nada
está claro. El capitán de caballería don Saturnino Rodríguez Peña, mantiene una
relación estrecha con los prisioneros ingleses Beresford y Pack, con quienes
tiene largas conversaciones y, convence a Liniers -de quién era edecán y
confidente- de facilitarles su huida -acompañados del oro- para no ganarse
mayores enojos de los británicos y, para ello, les facilita su traslado a la
Banda Oriental y, desde allí, hasta Londres. Esto, no solo los eximió de la
horca a estos indignos al regresar a la Bretaña, sino que los recibieron
victoriosos.
Doscientos años
después, “los Saturnino” siguen influyendo en la Argentina y asesoran a todos
los gobiernos de turno; da igual si son menemistas, macristas, kirchneristas o
mileistas, a los que se han agregado también, los embajadores de la Pérfida
Albión que, contrario a la creencia generalizada de que los echamos en 1806
siguen expoliando nuestros recursos naturales e influyendo sobre los poderes
públicos y privados.
Saturnino ya tenía
relaciones con los ingleses desde comienzos del siglo XIX. En 1804 pertenecía a la logia masónica
Southern Cross y, al producirse la invasión inglesa, se consideraba “muy inglés
en sus ideas”; concepto que comparten algunos gobernantes, legisladores e
intelectuales de hoy -entre ellos el presidente Milei que ha manifestado su
admiración por la criminal de guerra Margaret Thatcher- y, consideraba que por
razones políticas y económicas “debía solicitarse el apoyo de Inglaterra para
la emancipación”; cuestión que sigue vigente en estos días de la Argentina
colonizada, donde incluso el gobierno traslada oro a Londres.
A comienzos de
1809, Liniers solicitó la captura y extradición, pero Rodriguez Peña se refugió
en una nave inglesa hacia Río de Janeiro donde dependió del apoyo inglés y
portugués; recibiendo aportes económicos de John Whitelocke y del Lord
Strangford y, la embajada inglesa costeo sus viajes. No hay duda, la injerencia
inglesa era y es atractiva y Saturnino un calificado “patriota” pro-británico.
Con sus matices,
en la Argentina de estos tiempos, hay especímenes diversos que van, desde
sostener “que las Malvinas son británicas” (Antón; de Ipola; Filippelli;
Gargarella; Iglesias; Kovadloff; Lanata; Noriega; Novaro; Onaindia; Palermo;
Sábato; Sabsay; Sarlo; Sebreli; Luis Romero; Sabrina Ajmechet y, Marcelo Kohan,
este último en forma retardada ya que
prometió a los isleños«un plebiscito sobre la soberanía»); pasando por
“promover una zona de conservación conjunta de los recursos pesqueros
argentinos en Malvinas; el establecimiento de las líneas de base facilitando la
demarcación inglesa de las islas y los Acuerdos de Madrid” (los ex Cancilleres
Domingo Cavallo; Guido Di Tella y Susana
Ruiz Cerutti, etc.); sostener que “no son un tema central en la relación con
los ingleses; hay que cooperar con ellos y reeditar el Pacto de
Foradori-Duncan” (los Cancilleres Mondino; Ruiz Cerutti; Faurie y el ex
Vicecanciller Foradori, entre otros); que “se tendría que haber cambiado las
Islas por vacunas contra el COVID” (la Candidata a Presidente y Ministra de
Seguridad Patricia Bullrich); los que “creen que queda bien ser probritánico y
actúan como tales” (“María Belén” Bertie Benegas Linch y varios más); los
capaces de ser autores de una ley y luego votar u oponerse a ellas (el radical
Mariano Campero, entre otros); los que sostienen “que las Malvinas serían un
fuerte déficit adicional para la Argentina” (el ex Presidente Mauricio Macri);
los que “se suben al carro de los peronistas pero mantienen el statu quo de
Malvinas” (el secretario de Malvinas Guillermo Carmona del fallido gobierno de
Alberto Fernández, etc.) y, en términos generales, para todos los mencionados y
otros que por razones administrativas omito, que entienden que “la cuestión
Malvinas es poco importante en relación al mantenimiento de excelentes vínculos
económicos y, amistosos lazos históricos” que nos unen a los usurpadores
británicos; omitiendo; que ocupan en forma prepotente 1.639.900 Km2 de
territorios continentales, insulares y marítimos argentinos (cinco veces más
extenso que el Reino Unido); nos disputan más de 2,4 millones de km2 de la
plataforma continental y la Antártida y extrajeron ilegalmente desde 1976 a
través de buques extranjeros 12 millones de toneladas de recursos pesqueros
argentinos por un valor FOB del orden de los 48.000 millones de dólares y, han
iniciado la explotación de recursos hidrocarburíferos cuyas estimaciones son
billonarias; por lo cual y, por razones geopolíticas tienen la más importante
base militar del Atlántico Suroccidental, pese a la Res. ONU 41/11 (ZPCAS).
Destacamos, que la
colonización de Argentina no es solo una tarea de británicos, es
fundamentalmente una laboriosa obra de unos cuantos argentinos débiles de
nacionalidad y flojos de carácter, que ocuparon y ocupan importantes espacios
del poder doméstico.
Están los que se
transfiguran; los hábiles para mutar y “borocotizarse”; los trapecistas
circenses, donde es posible disfrazarse de payaso y acto seguido domar “con
valentía” a viejos leones sin dientes para sobrevivir a los cambios, porque el
público como el gobierno se renueva; los que son capaces de una metamorfosis
jurídica porque esta ciencia los habilita alternativamente a representar a
todas las partes; los que cooperan voluntariamente a la espera de ser
compensados; los camaleónicos; los personajes de reparto que se destacan por la
incapacidad de los destinatarios de sus servicios; los que se ofertan
independientes y refieren que “no soy de acá ni soy de allá”, aun cuando estén
en juego los inalienables intereses de la Nación. También los que previamente
consultaban sus iniciativas al “simpático embajador británico del club del
whisky” Mark Kent, que cansado de intercambiar tuits con miles de cholulos
argentinos, supo ganarse -al igual que con algunas señoritas de Buenos Aires de
1806- sus corazones; lo mismo la embajadora “la promotora turística” Kirsty
Hayes que nos invita a “conocer nuestros vecinos” los usurpadores; los que
“dicen que con la misma gente se revitalizará el peronismo y se malvinizará”.
Don Saturnino, al lado de estos fue un patriota y murió en el exilio
perseguido.
A todos estos
colonizados; mascarones de proa; transformistas; transversalistas; metamorfistas;
mutantes; seductores vendedores de víboras o con osos de Winnie Pooh;
relacionadores carnales; cooperadores unilaterales; declamadores seriales;
conservadores conjuntos de recursos naturales argentinos; trols, etc. podemos
responderles con suficientes fundamentos políticos, económicos, legales,
geográficos, históricos, biológicos y éticos. Y, estamos dispuestos a un
acalorado debate de ideas si hubiese interés.
Podríamos
referirnos a un centenar de “personajes” que califican en este grupo en mayor o
menor medida; pero, nos referiremos a un prototipo, a quien mencionamos en 13
artículos (ver www.cesarlerena.com.ar)
por sus opiniones inconsistentes, mudables, erróneas. Quien mejor expresa
aquello atribuido a Groucho Marx: “estos son mis principios y si no te gustan,
tengo otros” en la “Cuestión Malvinas”.
El Prototipo que
analizamos por reunir gran parte de “las virtudes” citadas precedentemente es
el abogado-docente Marcelo Gustavo Kohen (aunque no debiéramos olvidar aquello
de “la culpa no es del chancho…); un profesor de un oscuro Instituto de la
Universidad de Ginebra, cuyo Ranking Mundial de Universidades ocupa el puesto
1913 y, en materia de Excelencia la 2940; es decir, muy por debajo de la
Universidad de Buenos Aires que Milei detesta que ocupa la posición 502 y en
Ranking QS Global que evalúa la reputación académica, salida laboral y
desarrollo científico logró el puesto 71º.
Ha prestado
diversos y contradictorios “aportes” y cuenta con el apoyo de distintos
“operadores” en los gobiernos desde Cristina F. de Kirchner a Javier Milei
inclusive (los que cambian son los gobiernos) e incluso, fue propuesto
fallidamente, por el igualmente fallido gobierno de Alberto Fernández ante la
Corte Internacional de Justicia. Recientemente, ha escrito dos artículos en
colaboración con su amanuense Facundo Rodriguez, el pasado 5 de julio
“Malvinas: falacias del Reino Unido” y el 6 de octubre “El Archipiélago de
Chagos y Malvinas. Un ejemplo”. En el primero refiere a “El relato de una
realidad paralela para justificar los últimos vestigios coloniales es la
política que el Reino Unido elige para Malvinas…En declaración del ministro
Rutley ante la OEA…(este) mencionó la presencia de observadores…elegidas por el
Reino Unido…”. Sin embargo, fue el propio Kohen quien en 2018 promovió un
referéndum en favor de los isleños. Incluso en este artículo refiere a que “El
referéndum no contó con la organización, fiscalización ni el aval de la ONU…”;
como si en el caso que hubiese contado con observadores de la ONU en el
plebiscito de unos dos mil isleños británicos, hubiese modificado en algo los
derechos soberanos argentinos sobre los archipiélagos que cuentan con el aval
de 45 millones de argentinos, plasmados en la Disposición Transitoria Primera
de la Constitución Nacional.
Kohen va
preparando el campo a su segunda nota y refiere que «no hubo “libre
determinación” cuando (el Reino Unido) expulsó a dos mil mauricianos de Chagos,
ni hubo “referéndum de libre determinación” cuando Thatcher devolvió Hong-Kong
a China, su legítimo titular» y amplia «si algún gobierno argentino está
dispuesto a utilizar todas las herramientas que el Derecho Internacional, más
temprano que tarde, se demostrará que el Reino Unido deberá cumplir con sus
obligaciones internacionales». Posición que se contradice con otras opiniones
previas que viene recomendando a todos los gobiernos. Para finalmente indicar
que, «en Malvinas, la víctima del accionar colonial británico, es el pueblo
argentino, privado de determinar libremente una parte de su territorio» y,
«expulsar a las autoridades (argentinas) y parte de su población, para luego
poblarlo con colonos traídos desde la metrópoli y controlar la política
migratoria», cuestión esta última, que el propio Kohen -como veremos- les
promovía a los isleños en 2018.
En el segundo
artículo, Kohen refiere que el 3 de octubre el Reino Unido y la República de
Mauricio emitieron un comunicado conjunto donde aquel reconoce la soberanía de
Mauricio sobre el archipiélago de Chagos, por lo cual este docente pretende
comparar esa controversia con la Argentina, a pesar de observar diferencias
entre ambos en la cuestión relativa a la negociación de soberanía, donde
Mauricio «fue a la Asamblea General de la ONU en el 2017 y logró que ésta
solicite -contra la voluntad del Reino Unido y de Estados Unidos- una opinión
consultiva de la Corte Internacional de Justicia y, esta señaló que el Reino
Unido debía poner fin a su presencia colonial ilegal en el archipiélago, a
partir de lo cual la Asamblea General solicitó la restitución del territorio»,
razón por la que el Reino Unido aceptó una suerte de “soberanía mauriciana
colonial”, ya que este Reino seguirá teniendo derechos en la Isla Diego García
durante un período de 99 años para garantizar el funcionamiento de las bases
militares norteamericanas y británicas en las islas. Reconoce Kohen que “No
existen situaciones idénticas, pese a similitudes entre los dos casos, tales
como tratarse de una ocupación prepotente e implante de británicos en las
islas; manipulación demográfica y, ruptura de la integridad territorial de
ambos países”.
Aunque nosotros
entendemos que hay diferencias sustanciales; entre ellas, que el Reino Unido en
Chagos limitó su accionar a alquilar y poner bases militares; es decir, no tuvo
ningún afecto poblacional isleño-británico significativo y, contrario a
Mauricio, la Argentina aceptó dejar bajo un “paraguas la soberanía” y sin
vencimiento alguno sus derechos territoriales, las imposiciones de los Acuerdos
de Madrid e, intentó de todas las formas posibles, un diálogo sobre la disputa
con el Reino Unido, cuando debió reclamar “el ejercicio pleno de la soberanía”
en Malvinas; Georgias, Sándwich del Sur y sus mares correspondientes y admitió la
explotación de todos los recursos naturales argentinos en Malvinas, pese a la
Res. 31/49 de la ONU que promovió en 1975 nuestro gobierno, sin que los
gobiernos posteriores rechazasen esta apropiación ilegal; aceptando incluso,
investigaciones pesqueras conjuntas y, sin sancionar a las empresas extranjeras
que extraen ilegalmente los recursos pesqueros, pese a existir suficiente
legislación (leyes 24.922; 26.386; 27.564, etc.) para penalizar esas prácticas
y, el absurdo, que el gobierno argentino no haya intimado a España -quien
reconoce los derechos argentinos- a cesar con la pesca ilegal de sus buques
gallegos-británicos en Malvinas.
Refiere en este
artículo Kohen que «desde 1983 las distintas estrategias argentinas para
reiniciar negociaciones sobre soberanía se han encontrado siempre con el mismo
resultado: la negativa del Reino Unido. No sorprende. Lo que si puede
sorprender es seguir intentando las mismas recetas creyendo que se pueden
obtener resultados diferentes y abstenerse de buscar nuevos caminos
disponibles»; resultando igualmente sorprendente su opinión, porque en su
condición de miembro del Consejo Nacional de Malvinas, cargo que aún conserva,
se ha limitado a promover “la cooperación unilateral” con los isleños,
aceptando el Pacto de Foradori-Duncan y ahora el “Mondino-Lammy”; pactos que no
hacen otra cosa que “eliminar todo obstáculo que dificulte el desarrollo de las
islas” a cambio de absolutamente nada en favor de la Argentina; pese, a
entender Kohen que “no deben llevarse estrategias meramente declamatorias o de
concesiones gratuitas”, pero acompaña los citados Pactos que -entre otras
cosas- abre a las Islas al más importante mercado de Latinoamérica y de acceso
al mundo, como es el Estado de San Pablo de Brasil. Insólitamente limita las estrategias
negativas al período democrático; ponderando (Perfil, 29/6/21) los acuerdos de
“colaboración unilateral” al Reino Unido por parte del gobierno de facto de la
llamada “Revolución Argentina” de 1971 y jamás rechazó los referidos Pactos,
pese a afirmar que “la historia muestra que el Reino Unido jamás ha cambiado su
posición por el mero paso del tiempo o por una buena relación con la
contraparte”.
Rápidamente se
contradice otra vez Marcelo Gustavo cuando afirma que es necesaria «una
política internacional equilibrada y conforme a las tradicionales posiciones
asumidas por gobiernos de los más variados tintes políticos», en los que este
abogado habría dado su opinión sin el menor éxito; inclusive a funcionarios de
Cancillería que participaron durante el Proceso Militar; por lo que habría que
dudar sobre su posición de copiar el camino recorrido de la República de
Mauricio; más aún, cuando sus opiniones son verdaderamente cambiantes, propias
de comportamientos tránsfugas.
La mirada de
“intramuros” de Kohen se limita a esbozos jurídicos que ignoran toda estrategia
política nacional e internacional. Tal vez no realiza un diseño preciso -FODA
incluido- para que los convoquen; pero, en ningún momento evalúa la posición
argentina en el mundo; la alineación al eje Estados Unidos-Israel del gobierno
de la “Libertad Avanza” (en espejo al engañado Galtieri que estimaba que a la
hora de recuperar Malvinas contaría con el apoyo del primero); la falta de
incorporación al BRICS y la calificación de comunistas y corruptos por parte
del presidente Milei a la mayoría de los bloques de apoyos que ha contado la
Argentina en la ONU; la ausencia de acuerdos con la Unión Europa a partir del
Brexit y la mendigante aspiración de ingresar a la OTAN mientras uno de sus
miembros ocupa Malvinas; la baja intensidad de los reclamos argentinos en los
foros internacionales y la tensión que vive el gobierno con los vecinos de la
región, como Brasil, Chile y Uruguay que facilitan las operaciones y
transportes con Malvinas; el retiro de la embajadora Española de Buenos Aires;
los agravios del presidente argentino a su par Colombiano; el mantenimiento de
paupérrimos presupuestos de defensa destinados al control del Atlántico Sur y,
su administración; la eliminación de las Malvinas en un plano exhibido en la
reunión con diplomáticos extranjeros, etc.
No plantea una
estrategia concreta más que rogar de rodillas a la Asamblea donde la Argentina
ha perdido su liderazgo. Un camino al suicidio, del mismo modo que cuando se
descartó su postulación a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Un
infanticidio, que ni siquiera tiene la probabilidad del “cara y seca” para
elegir el arco en un partido de futbol y, sin decir, cómo va a conseguir los
votos ante semejante salto al vacío. Las ambiciones personales desmedidas de un
tecnócrata pueden llevarlo al “riel muerto”; pero la Argentina, no puede
aceptar un rechazo de la CIJ del que no se vuelve.
Al respecto el
diplomático Guillermo Rossi, quien fuera Director de Malvinas, refiere que
«hace aproximadamente cien años el Reino Unido adhirió al Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia con reservas sobre el artículo 36º, donde no aceptaba
la jurisdicción de la CIJ para el caso Malvinas». Por otra parte, continua:
«solicitar una opinión consultiva a la CIJ tiene como resultado el
reconocimiento implícito de soberanía al Reino Unido» y, amplía: «suponiendo
que consiguiéramos los 192 votos (con la política de Milei es muy probable los
en favor de Argentina disminuyan), se perderá totalmente el control y…el peso
cultural y doctrinario que tienen los británicos y sus aliados sobre los jueces
es algo que la Argentina no puede controlar (y) los jueces no necesariamente se
ceñirán a la consulta que formule Argentina…el País ya tiene todo dicho en la
Res. 2065, ¿qué va decir la CIJ que no sepamos?» «Hay que estar atento a la
venta de buzones a los políticos».
En nuestra falible
opinión Kohen no tiene los atributos suficientes, sus cuatro años en el
gobierno pasado (y sigue) como miembro del Consejo Nacional de Malvinas han
sido intrascendentes y como docente carece de los conocimientos políticos
necesarios y, no tiene por qué tenerlos, ya que nunca ocupó una función
política relevante. Una cosa es ser un libre pensador frente a educandos y otra
un negociador de semejante decisión irrenunciable. La discusión jurídica en una
negociación no es central sino respaldatoria, salvo que la cuestión se pretenda
encaminarla hacia los tribunales y, es sabido, que litigar en éstos no es
garantía de un buen Acuerdo. Tampoco es cuestión de presentar “propuestas” sino
formularlas de la forma y en el tiempo adecuado, que puedan ser ajustadas sin
perder el objetivo buscado y, aprovechar la sinergia de la contraparte. La
restitución de Malvinas será un hecho político, no jurídico, aunque esta
herramienta sirva para dar sustento a la política. Parafraseando a Bill Clinton
(1992): «It’s politics, stupid».
Entendemos que
Kohan, en lo personal demuestra excesivamente ambicioso; pero a la luz de los
hechos, lo grave son sus propuestas que resultan inconsistentes, erráticas y
poco confiables. Veamos, algunos ejemplos:
1) En primer lugar
resulta notable que Kogan siendo miembro del Consejo Nacional de Malvinas
difunda por medios públicos y en conferencias públicas las estrategias que
debería llevar adelante la Argentina, contrario a lo que manifestaba en el año
2000 un conocido y controvertido Subsecretario de la Secretaría de Inteligencia
del Estado (SIDE): “cuando se le preguntó sobre el destino de la documentación
que produce la Secretaría, éste respondió: Como es secreta, se destruye”
(Braslavsky, G, Clarín, 16/4/2002). Los británicos sentados en primera fila en
las amables recomendaciones de Kohan.
2) El 22/3/2018
(Infobae) Kohen viola temerariamente la Disposición Transitoria Primera de la
C.N. al proponer a los isleños de Malvinas -entre otras cosas- mantener el
régimen migratorio, donde los argentinos seguirían sin poder radicarse ni
invertir en Malvinas y, proponer a los isleños «organizar un referéndum para decidir
si se mantiene la situación acordada o si los isleños pueden asumir una
soberanía plena». Ello pese a que el propio Kohen en una entrevista en la TV
Pública entiende que “la fórmula más negativa es la libre determinación” y
facilitarles un referéndum no es otra cosa que concederles la libre
determinación a estos isleños británicos. Este Plan, luego lo ratifica el 20 de
marzo de 2018 ante una calificada audiencia del Consejo Argentino de Relaciones
Exteriores (CARI); donde, quien además pretende ponerse la peluca de juez de la
Corte Internacional de Justicia manifiesta: «La carencia argentina de una
propuesta concreta hace que el vacío se llene con las ideas más
recalcitrantes»; aunque su idea precedente podría ser calificada de traición a
la patria, ya que esta concesión de la autodeterminación a los isleños no
podría tener otro resultado que la continuidad de la relación de éstos con la
Corona Británica o su independencia e incorporación a la Mancomunidad Británica
de Naciones (Commonwealth). No asombra la oportunidad de Kohen para presentar
la propuesta durante el mismo gobierno que concretó el Pacto de Foradori-Duncan
donde se acordó «adoptar las medidas apropiadas para remover todos los
obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de
las Islas Malvinas, incluyendo pesca, navegación e hidrocarburos…», que entre
otras cosas aspiraba a la derogación de la citada DTP de la Constitución y, no
se haya pronunciado sobre el Pacto Mondino-Lammy.
Dice Kohan que su
propuesta es «romper el punto muerto, salir de la inercia de invitar todos los
años a dialogar al Reino Unido, para que ellos nos digan que aceptarán lo que
digan los isleños» (sic); pero la que propicia es la propuesta británica, solo
que posterga la autodeterminación de los isleños 30 años, favoreciendo mientras
tanto, con el aporte argentino su desarrollo.
3) Su propuesta de
escindir a Tierra del Fuego que propone en la misma ocasión para crear una
nueva provincia para los isleños, contraria a lo prescripto en los art. 6º y
13º de la Constitución Nacional y los art. 1º, 2º, 81º y 87º de la Constitución
Provincial, su Disposición Transitoria Décima Segunda y el art. 14º de la Ley
23.775 sin consultar la voluntad de los fueguinos, ignora la autonomía
provincial, es al menos ilegal; antidemocrática; rompe con el principio de
integridad territorial y nada refiere a los derechos argentinos sobre las aguas
y la Antártida Argentina. Propuesta que no es novedosa ya que en 2017 la
Legislatura de Tierra del Fuego se «procedió a rechazar categóricamente el
proyecto Prov. de Malvinas, Provincia 24» propuesto por periodistas de la UNLP.
En este sentido,
la propia Res. 1514 de la O.N.U. en su inc. 6º estableció el marco para las
disputas de soberanía: «Todo intento encaminado a quebrantar total o
parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es
incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas», y puede entenderse que lo aplicable con relación a terceros países es
también aplicable en la integridad interna.
4) Kohen apoya la
idea de que las autoridades de la nueva Provincia sean quienes autoricen o no a
residir en las Islas y, manifiesta que “es una manera de preservar el modo de
vida de sus habitantes”; pero, ello no puede impedir el derecho de los
argentinos a transitar, radicarse, invertir, etc. en Malvinas; de otro modo, se
trataría de una soberanía quimérica. Respecto a la cultura, Malvinas está en la
cultura de los argentinos. Los británicos han ocupado nuestro territorio, pero
no han sacado a Malvinas de nuestra cultura.
5) En el CARI
Kohen promovió las Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP)
que facilitarían al Reino Unido profundizar la apropiación de los recursos
argentinos; además, propició «coparticipar con los isleños los recursos de la
Z.E.E. de Malvinas», ambas medidas consolidarían la ocupación británica en
Malvinas, en abierta colisión con el resto de las provincias del litoral
marítimo. ¿Qué clase de soberanía propicia Kohen? No refiere a las islas
Georgias ni Sándwich del Sur que tienen una administración independiente ni a
la proyección Antártida; les da los recursos pesqueros e hidrocarburíferos ¿Qué
referéndum podría favorecer a la Argentina en estas condiciones? El eslogan de
Kohan de «soberanía argentina, autonomía isleña» es solo un sofisma.
6) Indicó también
que “se podría pensar en una forma similar a la resolución de la disputa entre
Nueva Caledonia y Francia” que resultó desfavorable a los franceses; pero ahora
cede semejante decisión a terceros.
7) En su
exposición en el CARI, Kohen afirma «la Argentina (se atribuye una facultad que
no tiene) no descarta de antemano ir a la Corte Internacional de Justicia
(CIJ)»; sin embargo, este abogado, al
hacer esta afirmación, ya había fijado siete años antes su posición negativa a
concurrir a la CIJ en el reportaje dado a Telma Luzzani (Visión 7 de la TV
Pública, 1/12/2011): «…para que un Tribunal Internacional trate la cuestión
hace falta el consentimiento del Estado (…) En el caso Malvinas el Reino Unido
hizo una Declaración aceptando la competencia de la CIJ, pero está hecha de
manera tal que es imposible llevar el caso por vía contenciosa. Es decir, que
si algún día la Argentina decide llevar el caso Malvinas a la CIJ el Reino
Unido tendría argumentos como para oponerse». ¿Cuáles, serían, pregunta Telma?
«el hecho que al aceptar la competencia de la CIJ excluyó toda controversia
anterior a 1974. Sabemos que la controversia por Malvinas tiene mucho más de un
siglo y medio…». Ahora Kohan, hace propuestas frágiles y cambiantes, por cuanto
a la periodista Natasha (Clarín) le había manifestado el 19/12/21: “he
aconsejado a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner de llevar a los
británicos hasta la CIJ, lo que después he desaconsejado por su propia
experiencia”. Deberíamos recordarle a Kohan que de lo que se trata es de
resolver la soberanía plena de Malvinas, no qué traje deberían ponerse los
presidentes en una fiesta de gala en el Colón. Para esto hubiera bastado con el
asesoramiento del ex Canciller Jorge Faurie.
Hay personas que
se creen predestinadasy suelen poner sus cuestiones personales por encima de
las nacionales. Marcelo Kohen dejó en claro a la hora de autopostularse y ser
postulado por el gobierno de Fernández a juez de la Corte Internacional de
Justicia que era uno de ellos. Al elegir el perfil de los candidatos argentinos
a la Corte, es muy interesante destacar que, mientras José María Ruda tenía una
clara posición de representante de los intereses políticos nacionales y los traducía
en claras y comprometidas acciones jurídicas y diplomáticas, la posición de
Kohen parece ser la de un técnico al servicio de la técnica. Las declaraciones
de Kohan, son reveladoras respecto a su compromiso con el Estado Argentino. Al
preguntarle la periodista de Perfil: ¿Cómo surgió su candidatura? Contestó:
«fue una propuesta de destacados colegas y amigos de todo el mundo que
consideran que mi presencia como juez sería una contribución positiva para el
trabajo de la Corte…soy profesor, no diplomático ni político, y pienso de
manera independiente…No soy “pro tal estado o tal otro” sino proderecho
internacional…Mi compromiso como candidato es con la independencia de todo
estado, presión o interés; poner el respeto del derecho internacional por encima
de todo…». Léase: “autobombo”; cero compromiso con la causa de Malvinas que
dice defender y, la agobiante sombra del veto del Reino Unido sobre su
estrategia para llegar al cargo (El fin justifica los medios).
Aun respecto a la
idoneidad para acceder a ser Juez de la Corte Internacional de Justicia,
resulta un verdadero despropósito que mientras los postulantes a un cargo de
Juez de 1ra. Instancia deben pasar por un concurso de antecedentes y oposición,
luego, ser aprobados por los Consejos de Magistratura y los respectivos
Senados, para finalmente, de entre una terna ser designado por Decreto del
Poder Ejecutivo; para postularse a esta Corte sea suficiente un Decreto. Esto
no ocurre ni siquiera para aspirar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
donde además del filtro del Senado, se expone al candidato a la opinión
pública. Y este abogado, con ninguna experiencia en la justicia ya había sido
fallidamente promovido por el gobierno del Presidente Macri para integrar la
Comisión de Derecho Internacional de la Asamblea General de la ONU, oportunidad
en la que manifestó “trabajar y residir” en Suiza, quedando descartado de entre
los 34 seleccionados, al ser superado categóricamente por los votos a los
candidatos de Colombia, Chile, Nicaragua, México, Brasil, Perú y Ecuador.
La vida de
intramuros en los entes internacionales puede hacer perder la realidad a
quienes descansan en la tranquilidad de los salarios mensuales y carecen de
pasión en las cuestiones relativas a la soberanía nacional. Con su forma de pensar y una aspiración
desmedida de por medio, tiene una vocación en la Cuestión Malvinas -en el mejor
de los casos- con fecha de vencimiento. No entiende aquello del Gral. Simón
Bolívar: “Cuando el clarín de la patria llama hasta el llanto de la madre
calla”.
Existen
suficientes antecedentes para calificar este camino que propone Dom Kohen como
una aventura que, como las guerras, no se pueden poner en manos de unos pocos
-supuestamente teóricos iluminados- que carecen de experiencia fuera de la
jurídica o la docencia. La política argentina, debiera, en esta etapa, ser la
de “poner la escoba detrás de la puerta” para hacer más difícil la ocupación de
Malvinas, llevando adelante acciones directas que algunas de las cuales muy
modestamente ya hemos explicitado.