Ucrania y las
Malvinas
Por Gabriel
Camilli
La Prensa,
27.10.2024
La guerra en
Ucrania será una fuente de estudio para los historiadores durante las próximas
décadas. Incluso hoy, dos años y medio después, estamos empezando a ver
investigaciones sobre algunos de los grandes momentos que caracterizaron los
primeros días del conflicto, y que arrojan luz sobre la confusa maraña de
noticias que surgieron en ese momento. Los analistas militares, por ejemplo, ya
han podido reconstruir algunas de las batallas más críticas de los primeros
días de la guerra.
Un estudio,
publicado la semana pasada por el historiador Serguéi Radchenko y el politólogo
Samuel Charap, se centra en las negociaciones de paz poco entendidas, pero
trascendentales, que se desarrollaron entre Rusia y Ucrania en la primavera de
2022 para poner fin al conflicto.
Estas
negociaciones, celebradas principalmente en Estambul, se han convertido en el
foco de atención de los críticos de la guerra en Estados Unidos, que a menudo
argumentan que Occidente, y en particular el entonces primer ministro
británico, Boris Johnson, sabotearon estas negociaciones e impidieron un cese
del fuego exitoso. Vladimir Putin continuaría formulando un argumento similar en
su entrevista con Tucker Carlson.
PRESENCIA DE
JOHNSON
Boris Johnson, ese
personaje que ha visitado recientemente nuestro país, ha intervenido
dramáticamente en la guerra de Ucrania. Además de trabar las negociaciones de
paz en 2022,en estos días ejerciendo presión sobre Keir Starmer y Joe Biden
para que permitan a Kiev utilizar misiles de largo alcance contra Rusia.
En la escalada de
tensiones que se avecina, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha amenazado a la
OTAN con la guerra si permite el uso de armas contra Rusia. El ex primer
ministro británico Boris Johnson dijo que las restricciones deberían levantarse
“lo más rápido posible” horas después de reunirse con Volodymyr Zelensky en
Kiev.
En una aparente
burla a otros políticos occidentales, el presidente ucraniano tuiteó que estaba
“agradecido” por el apoyo de Johnson y agregó: “Los ucranianos siempre
recuerdan a quienes los apoyan”.
El ex asesor
principal de Boris Johnson, Dominic Cummings, lanzó hace unos dias un duro
ataque contra el apoyo occidental a Ucrania.
En una entrevista
con el periódico I, Cummings, quien lideró la campaña británica Vote Leave
Brexit y se peleó espectacularmente con Johnson en 2020, declaró que Occidente
"nunca debería haberse metido en toda esta estúpida situación" y
afirmó que las sanciones contra Rusia han tenido un mayor impacto en la
política europea que en Moscú (cuestión que ya mencionamos la semana pasada en
La Prensa).
El ex asesor
criticó duramente al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y lo refirió con
la Segunda Guerra Mundial. “Esto no es una repetición de 1940 con Zelensky como
el perdedor churchilliano”, dijo.
“Este estado
mafioso corrupto ucraniano, básicamente nos ha estafado a todos y todos vamos a
terminar jodidos como consecuencia. Nos están jodiendo ahora, ¿no?”.
Argumentó además,
que la guerra sólo fortalecería la relación entre Rusia y China, diciendo que
las naciones occidentales “empujaron (a Rusia) a una alianza con la mayor
potencia manufacturera del mundo”.
Cummings ha
criticado durante mucho tiempo el apoyo a Ucrania, una postura que lo pone en
marcado desacuerdo con su antiguo jefe Johnson, un partidario declarado de
Zelensky y del esfuerzo bélico de Ucrania. Dijo al periódico que Occidente no
había enviado al presidente ruso, Vladimir Putin, una señal valiosa que lo
disuadiera de invadir otro país.
MODUS OPERANDI
Resulta cada vez
más difícil negar que la guerra en Ucrania podría haber terminado apenas unos
meses después de la invasión rusa y que los gobiernos de Estados Unidos y el
Reino Unido trabajaron para evitar que esto sucediera.
En reiteradas
ocasiones hemos mencionado como Margaret Thatcher “hundió” el alto al fuego
conseguido, a instancias del Presidente peruano Fernando Belaúnde Terry en
1982, ordenando el artero ataque al Crucero General Belgrano (este hecho está
debidamente documentado en el libro “Malvinas: Cinco días decisivos” de José
García Enciso, José Enrique y Benito Rotolo. Editorial SB).
El análisis de
diferentes hechos de la historia demuestra una constante, en el modus operandi
de Gran Bretaña, para satisfacer sus intereses a sangre y fuego.
Por ello creemos
que el “sabotaje” a los acuerdos de paz en 2022, tienen la mano británica en el
medio y los dedos de Boris Johnson.
La última
corroboración la ha dado David Arakhamia, el líder parlamentario del partido de
Zelensky: “Servidor del Pueblo”, que encabezó la delegación ucraniana en las
conversaciones de paz con Moscú. Arakhamia dijo a la periodista Natalia
Moseichuk en una reciente entrevista televisada que “el objetivo de Rusia era
presionarnos para que asumiéramos la neutralidad”, es decir, que nos
comprometiéramos a no unirnos a la OTAN, y que “estaban dispuestos a poner fin
a la guerra si aceptábamos la neutralidad”.
Hubo varias
razones por las que las negociaciones finalmente fracasaron, dijo, incluida la
necesidad de cambiar la constitución ucraniana (que había sido enmendada en
febrero de 2019 para consagrar las aspiraciones del país a la OTAN) y el hecho
de que Johnson había ido a Kiev para informar a los funcionarios ucranianos que
Occidente no firmaría ningún acuerdo con Moscú, y en su lugar instó:
"simplemente luchemos".
Arakhmia también
dijo que la falta de confianza de Kiev en que Rusia cumpliría su parte del
trato significaba que el acuerdo de paz “sólo podría llevarse a cabo si hubiera
garantías de seguridad”, sugiriendo, indirectamente, que las negociaciones
podrían haber dado frutos si hubieran recibido el respaldo y la participación
de los estados de la OTAN.
La provisión de
garantías de seguridad para Ucrania, por parte de los gobiernos occidentales,
ha sido durante mucho tiempo parte del debate sobre cómo asegurar la
sostenibilidad de un acuerdo de paz de posguerra y, de hecho, el propio
Arakhmia reveló en la misma entrevista que “los aliados occidentales nos
aconsejaron no aceptar garantías de seguridad efímeras”.
La entrevista
corrobora las afirmaciones informadas por primera vez, en mayo de 2022, por el
medio de comunicación Ukrainska Pravda, ampliamente alineado con Occidente, que
informó que Boris Johnson le dijo al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky
que Occidente no apoyaría ningún acuerdo de paz, con independencia de lo que
quisiera Ucrania, y que preferían seguir luchando contra el presidente ruso
Vladimir Putin, ya que era menos poderoso de lo que habían pensado.
AL BORDE DE LA PAZ
Todo esto da más
peso a múltiples relatos que, a lo largo de los últimos 21 meses, han afirmado
que Ucrania y Rusia estuvieron al borde de la paz, pero que fueron bloqueados
por algunos estados de la OTAN ansiosos de una guerra prolongada que
debilitaría a Rusia y, posiblemente, la desestabilizaría.
La ex funcionaria
de seguridad nacional estadounidense Fiona Hill informó que las dos partes
habían llegado a un acuerdo de paz tentativo el mismo mes de la visita
sorpresiva de Johnson a Kiev, mientras que el ex canciller alemán Gerhard
Schroeder, el ex primer ministro israelí Naftali Bennett y varios funcionarios
turcos, todos ellos involucrados en varios momentos en las conversaciones, han
dicho que los funcionarios de la OTAN detuvieron o socavaron las negociaciones.
Para completar la
imagen del reciente visitante debemos destacar que, durante su gestión en
Downing Street, Johnson insistió - en cada oportunidad que tuvo - en que las
Malvinas pertenecen al Reino Unido, al punto de amenazar con enviar al Ejército
inglés a las islas.
Recordemos que
Johnson ya no cumple funciones públicas; dejó el Parlamento luego de que una
comisión investigadora descubriera que, siendo ministro, engañó deliberadamente
a los legisladores respecto al llamado "Partygate" e intentó
"intimidar y abusar" a los diputados a cargo de la investigación.
Y la Guerra de
Ucrania continua acercándonos a los 1.000 días. Después del verano llega el
barro. Desde hace días llueve cada vez con más frecuencia en el este de Ucrania
y, en los próximos días y semanas, los meteorólogos predicen el inicio de la
infame temporada de barro. La guerra larga, irrestricta y de desgaste continua.
Y, mientras tanto, Gran Bretaña sigue sin intenciones de reconocer nuestra
soberanía en las Islas Malvinas y el Atlántico Sur.
Como argentino me
resulta muy difícil no hacer paralelismos y plantear mis dudas y
preocupaciones. Quien quiera entender, que entienda…