Por Gral. Br. R
José Luis Figueroa
Presidente del Foro de Generales Retirados.
La Prensa,
30.01.2025
Como Presidente
del Foro de Generales Retirados y en su representación deseo expresar que la
reciente decisión administrativa, en la cual se da de baja y se le quitan hasta
los derechos previsionales a oficiales, la mayoría veinteañeros en los 70,
algunos héroes de la Gesta de Malvinas, reconocidos por los mismos ingleses, no
solo afecta a quienes dieron todo por la Nación, sino que profundiza las
heridas ya abiertas.
Nos causa un gran
dolor y desilusión esta resolución, un gobierno que asumió con todas las
expectativas sectorial favorables debe recuperar la credibilidad de esta parte
de los argentinos, colocando esta problemática en agenda, definirse y darle una
respuesta política acorde a sus manifiestas convicciones que compartimos.
Las consecuencias
de toda guerra, más interna, requiere una solución política, como en su tiempo
lo hicieron Alfonsín y Menem, colocándose por encima del enfoque parcial y
especulativo que luego adoptaron los Kirchner, que hoy orienta los aspectos
políticos y jurídicos del Estado en este aspecto.
Su vida fue
salvada gracias a las transfusiones de sangre realizadas por los ingleses, los
mismos enemigos que en el fragor de la batalla demostraron más humanidad que
quienes hoy, desde los despachos, facilitan la venganza no solo por medio de la
baja, sino quitarle hasta su jubilación.
Conociendo la
verdad, preferir ceder a lo políticamente correcto, pareciese buscan agradar a
los mismos sectores que históricamente han despreciado a las Fuerzas Armadas.
Pero hay algo que
nunca podrán arrebatarles a esos combatientes de los 70: haber defendido la
Nación del terrorismo, a pesar de los errores y horrores con la que se
combatió, consecuencia de la nefasta conducción de la casta política que
condujo el país, en aquellos años.
Esta destitución
no es solo un acto administrativo; es un mensaje claro a todos los que sirvieron
y sirven a la Nación: el sacrificio por la Nación será ignorado si no se ajusta
al relato del momento.
La ironía es
brutal: los militares de los 70, destituidos y despojados de todo, mientras
Firmenich comandante de Montoneros, vive libre y asesora a la Dictadura
Nicaragüense. La casta jurídica y política argentina lo hizo posible.
No se trata de
reivindicar la guerra interna de los 70. Ni Montoneros/ERP debió atacar usando
el terrorismo, asesinato, secuestro, tortura, ni las fuerzas estatales defender
a la Nación usando la desaparición de personas. La historia debe analizarse con
justicia y no con el prisma sesgado de la venganza.
La evolución del
derecho de guerra demuestra que, hasta fines del siglo XIX, los intentos de
regular los conflictos eran esporádicos. Fue después de la II GM con la
Convención de Ginebra y la Conferencia de la Haya, cuando se establecieron
normas sobre la conducta de los Estados y sus Fuerzas Armadas.
Sin embargo, no
fue hasta el final de la guerra fría, con la irrupción del terrorismo como
estrategia de guerra, que se firmó el Estatuto de Roma en 1998.
Este estatuto
introdujo un cambio crucial: La responsabilidad penal individual por crímenes
de guerra, genocidio, etc., lo acontecido con estos jóvenes combatientes, que
fueron juzgados por hechos anteriores al mismo, vulnera principios jurídicos
básicos, en juicios que en muchos casos se asemejan a las parodias
estalinistas, con prisiones preventivas que superan los 15 años, retiro de
pensiones a veteranos de Malvinas y un castigo desigual que discrimina a los
mayores de 70 años.
En la situación
planteada, si se hubiese actuado con un mínimo de sensatez, ante el
requerimiento del fiscal y solicitado un asesoramiento jurídico se hubiese
concluido que la jurisprudencia internacional, protege los derechos
previsionales, incluso en situaciones como esta.
Cabe preguntarse
si el celo con el que las autoridades ministeriales buscan satisfacer al
fiscal, se trasladará a garantizar el debido proceso de los combatientes y a
poner fin a los juicios viciados de nulidad. Porque ya es hora de abandonar el
revanchismo y recuperar la cordura.
Es momento de
dejar atrás la venganza disfrazada de justicia, de anteponer el bien común al
interés sectorial, la historia al relato, la verdad a la ideología, el coraje a
la cobardía. Solo así podremos marchar, finalmente, hacia el reencuentro de los
argentinos.
Esto no se trata
solo del pasado, se trata del presente y, sobre todo, del futuro. Se trata del
mensaje que hoy se les da a los jóvenes oficiales, suboficiales y
soldados:¿Responderá el Estado por las órdenes que les da?
San Martín no fue
grande, solo porque montaba un caballo y arengaba a sus tropas, es más, cruzó
los Andes en camilla, fue grande por una conducta íntegra e irreprochable. “Fue
lo que debía ser”.
La historia hará
justicia. La pregunta es ¿Cuánto más deberá soportar la Argentina antes de que
eso ocurra?