martes, 26 de mayo de 2020

LAS IDEOLOGÍAS DOMINANTES Y LA IGLESIA



Autor: Pedro TREVIJANO, sacerdote

Católicos-on-line, mayo 2020

El reciente acuerdo entre el Partido Socialista, Podemos y Bildu ha hecho saltar en España muchas alarmas. No pretendo hacer un artículo político, pero sí señalar las ideologías dominantes en estos momentos en nuestro país y su relación con la Iglesia.

A primera vista y sin ánimo de ser exhaustivo, yo señalaría la relativista, la laicista, la marxista comunista, la ideología de género y la separatista leninista terrorista. Todas ellas tienen en común el ser ateas y entre ellas no son incompatibles, sino que uno puede aceptar varias de ellas a la vez.

Recientemente el Papa emérito Benedicto XVI decía de ellas lo siguiente:
 “La verdadera amenaza para la Iglesia reside en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, cuya negación implica ser excluido del consenso social básico. Hace cien años, cualquiera habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy queda socialmente excomulgado quien se oponga a ello. Lo mismo vale para el aborto y para la fabricación de personas en el laboratorio. La sociedad moderna está formulando un credo anticristiano y castigará con la exclusión social a quien se resista a él. Es totalmente natural el temor a este poder espiritual del Anticristo, y se hace necesario realmente el auxilio de la oración”.

Para el relativismo, Verdad y Mentira, Bien y Mal pueden ser intercambiables, ya que como dijo San Pablo VI, “el relativismo, que todo lo justifica y todo lo califica como de igual valor, atenta al carácter absoluto de los principios cristianos” (encíclica Ecclesiam Suam nº 18).

Para el marxismo comunismo, aunque en teoría defiende la supresión de la explotación del hombre por el hombre, en la práctica hace todo lo contrario porque para él los motores de la Historia son el odio y la lucha de clases, por lo que es una ideología totalitaria y criminal, como dijo en septiembre por abrumadora mayoría el Parlamento europeo: la responsable de las mayores matanzas del siglo XX y de las persecuciones contra los cristianos. Sus gulags no han tenido nada que envidiar a los campos de concentración nazis. Ha sido condenado repetidas veces por la Iglesia, por su concepción de la sociedad como totalmente ajena a la verdad cristiana, por ejemplo por Pío XI en su encíclica Divini Redemptoris en 1937, y por Pío XII en 1949 por materialista y anticristiano.

El laicismo intenta separar la moral de la religión y arrebatar a los padres la educación de los hijos para confiársela al Estado. Presumen de tolerantes, pero ¡ay de ti si no estás de acuerdo con lo que ellos defienden! De hecho, lo que ellos defienden en cuestiones educativas,es lo mismo que defendían los nazis.

En cuanto a la ideología de género, es hoy la ideología de moda en muchos países. Su oposición al quinto mandamiento, con su aprobación del aborto y la eutanasia, y del sexto mandamiento, donde su moral sexual, salvo el caso de violación, que también condenan, es exactamente la contraria de la moral católica. La única relación sexual no aceptable es la del marido con su esposa, porque para liberar a la mujer hay que abolir el matrimonio y la familia.

Sobre el leninismo separatismo y terrorismo de Bildu recordemos que terrorismo y aborto son los dos temas que más condenas han merecido del Episcopado español. Sin embargo el documento mejor me parece el titulado Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias de 2002. En él aparte considerar el terrorismo como intrínsecamente perverso y nunca justificable, se nos dice también: “No se puede ser ‘neutral’ ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público” (nº 15).

Si, como escribió el cardenal Bergoglio en 2010 sobre el matrimonio homosexual, es la pretensión destructiva del plan de Dios y detrás de ella está el demonio, creo podemos decir tranquilamente como católicos: detrás de estas ideologías, hoy de moda y dominantes, está Satanás. Pero a Satanás se le puede derrotar, como nos dice Benedicto XVI, con la oración.