Aunque Putin despierte cierta simpatía, por comparación con otros gobernantes, queda en evidencia que permitió la corrupción.
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Los oligarcas rusos,
del lujo a la estigmatización
Por Luisa Corradini
| LA
NACION , 17-3-15
Cuando Rusia anexó Crimea en marzo de 2014,
Estados Unidos y la
Unión Europea (UE) respondieron con un arma que poco a poco
se está revelando letal: aplicaron sanciones económicas contra un número
importante de dirigentes, empresarios y oligarcas que constituían el círculo
íntimo del presidente Vladimir Putin. Para todos ellos, acostumbrados a una
vida de lujo y excentricidades, en ese momento comenzó un auténtico calvario.
De la noche a la
mañana, todos esos multimillonarios fueron estigmatizados en Occidente e
impedidos de pisar suelo europeo o estadounidense. "Fue sobre todo la
prohibición de viajar por Europa lo que más los mortificó. Es gente que vive en
Suiza, Finlandia o Alemania. Allí tienen propiedades, envían a sus hijos a
escuelas exclusivas y gastan su dinero a mano abierta", precisa Anders
Aslund, investigador del Peterson Institut for International Economics y ex consejero
de los gobiernos de Ucrania y Rusia en los años 1990.
Entre esos
privilegiados se encontraban Guennady Timochenko, que hizo una fortuna
gigantesca en la industria del petróleo; Igor Sechin, presidente de Rosneft, la
principal empresa petrolera rusa, y los magnates Arkady y Boris Rotenberg,
accionistas mayoritarios de la empresa de construcción Stroygazmontazh, y los
bancos SMP e Invescapitalbank.
Como los otros,
Timochenko, que pesa entre 12.000 y 16.000 millones de dólares, tuvo que
abandonar su residencia en Suiza y resignarse a regresar a Rusia. Ese abrupto
cambio de vida se produjo el 20 de marzo de 2014, cuando su nombre apareció en
la primera lista de sancionados y sus empresas quedaron en la mira de
Washington y Bruselas.
Sexta fortuna rusa,
Timochenko también se vio obligado a ceder sus partes -que representan el 43%
del capital del trader petrolero Gunvor- a su asociado Torbjorn Tornquist,
ciudadano sueco, "para asegurar la continuidad de las operaciones".
La dramática
experiencia de Timochenko provocó pánico entre los oligarcas rusos instalados
en Londres. Hasta ahora protegidos de las sanciones europeas por el gobierno
británico y la City ,
todos se preguntan hasta cuándo el equipo del primer ministro David Cameron
podrá resistir a las presiones de Washington a favor del congelamiento parcial
o total de sus haberes financieros e inmobiliarios que poseen en ese país.
En una columna
publicada en el New York Times, el líder opositor Alexei Navalny solicitó hace
poco a Occidente más sanciones contra otros amigos de Vladimir Putin. Entre
ellos citó a Roman Abramovich y a Alisher Usmanov. El primero es propietario
del club de fútbol Chelsea. El segundo principal accionista del Arsenal. Los
dos, en privado, afirman que han cortado todos los puentes con el jefe del
Kremlin.
Pero las sanciones no
fueron el único dolor de cabeza de esos ultra-ricos: la devaluación del rublo y
la caída de los precios del petróleo terminaron provocando efectos nefastos en
la billetera de ese grupo de aventureros que, desde la desaparición de la URSS y con distintas
características, se apropiaron de colosales riquezas y amasaron fortunas que
rápidamente colocaron al abrigo en paraísos fiscales occidentales.
"Cuando la URSS desapareció hace 25
años, de los escombros del comunismo y el caos de una sociedad que había
perdido sus marcas, surgió un primer grupo de hombres que consiguió apoderarse
de los recursos del país a la sombra del poder. El más rico de ellos fue Mijail
Khodorkosvki, que pasaría diez años en la cárcel", precisa Anders Aslund.
"Llegado al
Kremlin en 2000, el ex teniente coronel del KGB,Vladimir Putin se rodeó a su
vez de una nueva generación de oligarcas de Estado que, como él, vienen de los
servicios secretos y las fuerzas armadas. A cargo de inmensos conglomerados,
explotan los recursos naturales de ese gigantesco país, como lo hacían sus
antecesores", explica.
Según la edición rusa
de la revista Forbes, los 20 rusos más ricos habrían perdido cerca de 73.000
millones de dólares en el último año. Es decir, 3650 millones de promedio. El
más afectado fue Vladimir Evtuchenkov, a quien se le esfumaron unos 8100
millones de dólares en 2014.
Esa nueva situación
ha provocado efectos visibles no sólo en los países europeos, donde el turismo
ruso de alto vuelo se ha reducido sensiblemente, sino sobre todo en Rusia.
Hasta hace poco uno de los sectores más dinámicos del consumo nacional, el
comercio del lujo, está prácticamente paralizado desde hace un año. En Moscú,
solo basta recorrer los principales centros comerciales para darse cuenta que
las grandes marcas internacionales simplemente no venden.
Uno de los nuevos
templos del consumo, las galerías comerciales Tsum, presentan un aspecto
desolador sin un cliente y con los vendedores cruzados de brazos. "Todo
está vacío. Imposible hacer frente durante mucho tiempo a esta situación",
afirma el gerente de la firma italiana Stefano Ricci, que tiene un negocio con
25 metros de vitrinas sobre la avenida Tverskaya.