Claudio Savoia
Clarín, 13-2-15
La difusión de la
supuesta existencia de un sicario que habría asesinado a Alberto Nisman,
hincado en su baño frente a la bañera, conmovió ayer a todos los protagonistas
del caso, y profundizó mucho más la grieta que separa –que enfrenta– a la
fiscal Viviana Fein de la ex esposa de la víctima, Sandra Arroyo Salgado. Pero
otro dato echaría sal sobre esa herida: según escribió uno de los tres peritos
de la querella, el cadáver de Nisman tendría la marca del “agarre y
deslizamiento de los dedos de una mano sobre uno de sus brazos”. Dicho en
criollo: habría rastros de cuatro dedos correspondientes a la supuesta mano que
según la pericia tomó el cuerpo de Nisman para correrlo de lugar.
El dato figura en el
informe personal que redactó el licenciado en criminalística y ex jefe de la
policía Bonaerense Daniel Salcedo, que después se sumó a las conclusiones del
forense Osvaldo Raffo y las del perito Julio Ravioli para el informe final que
Arroyo Salgado presentó ante la fiscal Fein, y cuya síntesis presentó en San
Isidro el jueves de la semana pasada.
Ese resumen
consignaba que el cuerpo de Nisman había sido movido de la posición en la que
encontró la muerte, sin más detalles. Sólo se supo, después de la presentación
formal, que ese movimiento no se refería al que podría haber ocurrido cuando
los familiares de Nisman y el médico de su prepaga intentaron abrir la puerta
del baño para ver qué le había pasado al fiscal.
Si alguien manchado
con sangre tomó al cuerpo yermo de la víctima y lo corrió de lugar hasta
“acomodarlo” en la ubicación en la que finalmente fue hallado, y después lavó
el baño y sus propias huellas del brazo del fiscal en el que habrían quedado
marcadas, suena más que razonable que Sandra Arroyo Salgado le pida a la jueza
y a la fiscal que junten y preserven las pruebas que podrían corroborar esa
tesis.
Mientras comienzan a florecer las historias sobre supuestos comandos de
inteligencia locales y extranjeros, la ex mujer de Nisman ya tiene a su
sospechoso. Tampoco le sobra imaginación: una rápida gestión ante la doctora
Palmaghini logró que la policía Metropolitana allanara la casa de Diego
Lagomarsino, el perito informático que le entregó al fiscal –según dijo a
pedido de él– la pistola Bersa calibre 22 con la que alguien lo mató. En el
operativo se secuestraron todas las computadoras y aparatos electrónicos con
acceso a Internet, y varias prendas de Lagomarsino. La jueza le tuvo consideración:
Arroyo le había pedido que se llevara todo el guardarropas del perito
informático. Todavía no lo acusa de nada. ¿Falta mucho?
Ayer, La Nación publicó el contenido
del inquietante “punto doce” del informe pericial de la querella que encabeza
Sandra Arroyo Salgado. Clarín había informado que esas conclusiones tenían
trece puntos, y que el anteúltimo fue borrado a último momento porque en él se
revelaba “la mecánica” con la que habrían asesinado a Nisman.
Según se publicó, el
ahora famoso punto doce explica que: “Al momento de recibir el disparo la
víctima debió haber estado en posición rodilla a tierra. Esta altura, además,
coincide con las manchas de sangre observadas en la escena y, en particular, la
que se hallaba sobre la mesada del baño. De haber estado la víctima en
bipedestación al caer (y por el proceso de agonía que demuestra el análisis
médico legal) debería presentar alguna lesión contusa además del disparo, en
alguna zona como la espalda, la cabeza o alguno de sus miembros. Estos signos patognomónicos
no están”. La infografía que acompaña esta nota grafica esa posición –en la que
supuestamente fue ultimado Nisman– y la compara con la que encontraron al
fiscal.
Ayer, Salcedo, Raffo
y Salvioli declararon ante Fein para explicar su trabajo. “Ratificamos
absolutamente lo que leyó Arroyo Salgado, que descartamos la hipótesis del
suicidio y del accidente”, dijo Salcedo en la puerta de la fiscalía.
Fuentes oficiales con
acceso a la causa consideraron que la junta médica que deberá evaluar las divergencias
entre la autopsia realizada por el Cuerpo Médico Forense y que está en el
expediente, y las observaciones contrapuestas por el equipo de peritos de la
querella, podría empezar a trabajar dentro de una semana. Pero enseguida
advirtieron que esa tarea “suele tardar bastante”.
En la fiscalía ayer
ratificaron que todas las pruebas de la causa “están perfectamente preservadas”
y que ninguna corre peligro, como indicaba una versión periodística. También
aseguraron que la fiscal cree que la defensa de Lagomarsino, ejercida por el
abogado Maximiliano Rusconi, tiene razón en exigir que se continúe el análisis
de los teléfonos y computadoras de Nisman, interrumpido tras un súbito pedido
de Arroyo. La respuesta la tiene la jueza Palmaghini.