viernes, 6 de marzo de 2015

EN VÍSPERAS DEL DÍA DE LA MUJER


LA MUJER EN LA REVOLUCIÓN. LA REVOLUCIÓN DE LA MUJER

VI Informe sobre la DSI en el mundo.

Stefano Fontana (1)

      
Son muchos los temas que han surgido en el mundo en el año 2013, que es el año de referencia de este Informe, pero hay uno --realmente muy progresivo y poco perceptible por la opinión pública-- que tiene las características de una verdadera revolución. Se trata de las transformaciones provocadas sobre la “mujer”, la cual es tomada cada vez más como objeto de experimentación, de intervención cultural y tecnológica, de re-diseño e incluso de re-creación.

Este fenómeno tiene signos exteriores y síntomas muy evidentes, pero es menos notorio el diseño completo, la intención de quien lo maniobra, el objetivo hacia el que se dirige.

En cuanto a los síntomas, este Informe presenta muchos casos, y lo hace unido a los Informes anteriores y en continuidad con ellos, en particular los relativos a los años 2011 y 2012. Por eso veremos que todas las referencias sobre biopolítica afectan en primer lugar a la mujer, ya que se orientan a replantear por completo la procreación y, por tanto, la maternidad.

Este fenómeno ha madurado en estos años, también en países de larga tradición católica como los latinoamericanos, gracias a la onda larga del nuevo código femenino lanzado en las Cumbres de la ONU del Cairo (1994) y Pekín (1995). Véase como un ejemplo, la sección de este Informe dedicada a América Latina, para darse cuenta de esto de manera documentada. En muchos casos algunos países latinoamericanos, como Argentina, están superando, en el reconocimiento de los llamados “nuevos derechos”, a los propios países europeos, notoriamente más avanzados en el ámbito de la secularización de la vida sexual, de la procreación y de la familia. Hasta hace pocos años, los temas de batalla sobre la mujer eran el divorcio, la contracepción y el aborto. Este frente continúa, como se puede leer en este Informe, y enormes fuerzas económicas y organizativas todavía se están utilizando para la esterilización masiva de mujeres en países pobres o para el aborto forzado. Pero hoy estos límites parecen pertenecer al pasado, porque se ha avanzado más allá de la línea del frente de esta “guerra mundial” sobre la mujer. El signo radical de este cambio se ha dado con el perfeccionamiento de las técnicas de fecundación artificial. A partir de ese momento la procreación se ha separado del cuerpo femenino, atendiendo las demandas del reivindicacionismo y del igualitarismo feminista de los primeros tiempos, cumpliendo así las expectativas incluso más allá de lo previsto. La mujer pudo liberarse de la maternidad y finalmente llegar a ser como el hombre. Si ya con la contracepción y el aborto la mujer podía “decidir” sobre algunos aspectos fundamentales de su maternidad, ahora ella decide de manera mucho más radical: la fecundación, la gestación y la procreación pueden realizarse “en otro lugar”. La fecundación artificial es, de hecho, un preludio del vientre de alquiler y del útero artificial.

Este Informe documenta ampliamente y examina estos signos, en los cuales se concentra el estudio de Eugenia Roccella en el capítulo sobre “El problema del año”, pero además intentamos comprender el diseño que está detrás y la finalidad última que, quien gobierna estos procesos, pretende alcanzar. Con la contracepción y el aborto comenzó la separación de la naturaleza, pero ello aún no había ocurrido completamente. La mujer era el ámbito privilegiado para realizar esta separación, de una forma ni siquiera vagamente comparable al hombre, aunque, también los efectos de estas dinámicas repercuten en la pareja, en el hombre y en las relaciones como tales. Sin embargo, la verdadera revolución, todavía no había ocurrido. Hoy ya está sucediendo. La mujer ha sido elegida como campo de experimentación avanzada y violenta de la completa separación de la naturaleza, con la sustitución de lo objetivo por lo subjetivo, de lo natural por lo artificial, de lo dado por lo producido, del derecho por el deseo y la Biopolítica se convierte en el lugar del replanteamiento de la política misma, donde el poder es el garante de los deseos individuales e inconmensurables.

Dicho en otros términos, para comprender mejor el desafío: la mujer es elegida como campo de experimentación de una humanidad nueva y posthumana. El posthumanismo pasa por el cambio de lo que hasta ahora habíamos considerado como “mujer”. El hijo debería ser consecuencia de la relación natural mujer-maternidad, pero el derecho al hijo lo convertirá en una “cosa”; el niño será programado, diseñado y seleccionado también en sentido eugenésico y racista, será un contrato y será cada vez más un objeto de controversia jurídica; el aborto se convertirá en “natural” y se realizará como un simple acto debido para cuando se desee, como ya lo han demostrado las mujeres que se hacen tomar un video mientras abortan, porque ya no lo perciben --o al menos eso parece-- como un suceso trágico por los efectos traumáticos, sino que ahora lo ven como algo normal y cotidiano, además las nuevas tecnologías farmacológicas han convertido el aborto en un acto invisible; la disociación del “yo” seguirá porque la procreación separa otros aspectos como el amor, la estabilidad, la pareja, la familia, el parentesco. Estamos a pocos pasos de un futuro que comenzó siendo postnatural para convertirse en posthumano.

No se comprenderá el significado completo de esta revolución de la mujer y de la mujer en la revolución si no lo consideramos como un proceso mesiánico y puesto completamente en manos de la técnica, como un mesianismo de la técnica abandonada a sí misma. La negación de la mujer es también la negación del hombre, y la negación de la pareja que es complementaria y abierta a la vida. En consecuencia el objetivo es la creación de individuos indiferenciados, unisexuales y plurisexuales al mismo tiempo, intercambiables, funcionales, utilizables, en un poliamor diverso que tiene toda la apariencia de un autoerotismo colectivo. La sociedad de la técnica es hoy la única ideología existente o, si queremos, es una nueva manifestación de los tantos sustitutos religiosos de la modernidad tardía. También podría ser su última su versión.

Considerar los movimientos alrededor de la mujer sólo desde el punto de vista sociológico o moral, como se ha hecho, es insuficiente. De la re-creación de la mujer se está pasando a la re-creación de lo humano en lo posthumano. El desafío es metafísico y teológico. Si no se aborda en este nivel, él ya habrá obtenido una victoria. Por este motivo tenemos la necesidad de valorar los muchos casos de resistencia y de contracorriente de los que las propias mujeres son protagonistas hoy en todo el mundo. Las mujeres que se oponen a ser utilizadas como campo de experimentación de lo posthumano, las que rechazan algunas técnicas de investigación prenatales porque ellas están abiertas a la vida tal como se presente después del parto; las mujeres que hacen objeción de conciencia en su trabajo; las mujeres que se organizan en nuevos movimientos para combatir la penetración de la ideología de género en las escuelas, las mujeres que siguen realizando la labor de cuidadoras, que es una expresión típica del genio femenino, en la familia y en la sociedad; las mujeres de los países pobres que apoyan a sus familias trabajando en actividades económicas informales para alimentar a sus hogares; las mujeres que en los Tribunales de justicia o en los Organismos internacionales defienden las leyes respetuosas de la feminidad; las mujeres que siguen realizándose como esposas y madres fieles. Estas mujeres que son muchas, son un gran recurso para continuar la creación que en parte Dios también ha confiado al género humano, y para oponerse a la re-creación que los poderosos han diseñado y que están llevando a cabo en todo el mundo.

Las mujeres, y las mujeres cristianas en particular, cuentan en esta tarea con la protección de María Inmaculada, recurriendo a ella pueden encontrar las energías para contrarrestar este fenómeno en su propio nivel. Dijimos que la revolución de la mujer es un proceso de relevancia metafísica y religiosa. Esto significa que también la respuesta debe ser de orden metafísico y religioso. María es la base que hace posible esto. Ella, Madre del Creador y Salvador, es la Mediadora para que las mujeres y los hombres invoquen la ayuda y encuentren la fuerza para no descuidar el proyecto creador de Dios que pasa también a través de la mujer, y para convertirlo en una re-creación verdadera, que es aquella que nos abrió el Hijo de Dios en la Cruz y en el Sepulcro vacío.

(1) Director del Observatorio Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia.


Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, 19-12-14