sábado, 18 de mayo de 2024

PROGRAMA

 


ANÁLISIS DE LAS IDEOLOGÍAS

Según el magisterio de la Iglesia

 

Ideologías:

Liberalismo – Comunismo – Fascismo – Nacismo - Teología de la liberación - Nueva Era

 

Documentos a estudiar:


Libertas praestantissimum – Diuturnum illud - Octogesima adveniens - Divini Redemptoris – Non abbiamo bisogno - Mit brennender Sorge –Jesucristo, portador de agua viva - Libertatis nuntius


Texto completo en: http://www.documentos-magisterio.blogspot.com

 

Reuniones previstas: 24 y 31 de mayo, 7 y 14 de junio, 5 y 12 de julio, a las 18,30 horas.

 

Organiza: Guardia de Honor de la Virgen


Coordinador: Mario Meneghini


Lugar: Centro Apostólico Santo Domingo, Vélez Sarsfield 30

a las 18,30 horas.


Entrada libre


Consultas: cecivicos@gmail.com  

 

jueves, 16 de mayo de 2024

EDUCAR EN EL SIGLO XXI


 

POR MYRIAM MITRECE

 

La Prensa, 15.05.2024

 

Los estudios en psicología del desarrollo humano muestran que existen una serie de tareas evolutivas que permiten la maduración de la personalidad.

Por más que las teorías posmodernas insistan en que cada uno se hace a sí mismo, y que la naturaleza humana es solo una imposición socialmente construida de la que habría que desembarazarse, la realidad indica que existe un plan o proyecto básico del cual se parte y para crecer hay que cumplir determinadas tareas preestablecidas: los niños y adolescentes tienen que aprender, descubrir, conocer y apropiarse de lo que su cultura tiene para ofrecerles y los adultos transmitírsela, guiarlos y orientarlos para que puedan marcarla con su sello personal y mejorar el entorno. Así ha sido por siglos y siglos.

 

TECNOLOGÍA QUE AVASALLA

 

Si bien no podemos desconocer sus ventajas, la tarea educativa se ve dificultada por el aceleramiento y la masividad de las tecnologías digitales. Cada vez se tiene menos tiempo para asimilar estas transformaciones y prever el impacto que tienen en el desarrollo humano. La tecnología creció a pasos agigantados pero la naturaleza humana sigue siendo la misma.

 

Los niños se desempeñan fluidamente con ella y los dispositivos y plataformas digitales para la comunicación y diversión son parte de su vida cotidiana. La virtualidad permite experimentar mundos de fantasía como si fueran reales. Por otra parte, la globalización pone cerca culturas distantes, haciendo posible la recepción de mucha información sobre costumbres distintas y ajenas al propio espacio geográfico y cultural.

 

Además, la consciencia sobre la importancia del cuidado de la salud, los avances médicos permiten una vida activa durante más tiempo, así, la juventud se vuelve un ideal de persistencia, no de tránsito. Hace tiempo, los adolescentes eran lo que iban en camino a ser adultos, hoy los adultos no quieren dejar de ser adolescentes. Los vínculos, aún entre los mayores, parecen estar menos atados a formalidades, las jerarquías se desdibujan y las relaciones se horizontalizan.

 

CREENCIAS SOCIALES COMPARTIDAS

 

Estas vivencias inducen a falsas creencias compartidas por la sociedad que se hacen manifiestas a través de frases como “los chicos saben más que los grandes”, porque manejan con más naturalidad los medios digitales. O también que “no existe una verdad universal. Todo depende de la cultura en la que se vive”, “no se puede confiar en los sentidos. La realidad es lo que cada uno construye” o “hay que ser pragmático” y asumir que todo ha cambiado. Los limites se tornan difusos y los parámetros cambiantes. Lo que antes era obvio, ahora es puesto en duda. Quienes no hacen suyo este paradigma, se terminan volviendo, para el imaginario colectivo, viejos, obsoletos.

 

EL CONFUSO LUGAR DEL ADULTO

 

Ante esto el adulto no encuentra fácilmente su lugar y surgen inquietudes: ¿cómo debiera ser un adulto?, ¿qué le corresponde a un niño?, ¿qué función cumple la escuela?, ¿cómo debieran ser los padres? También surgen cuestionamientos sobre las tareas evolutivas de los adultos. ¿Cómo guiar a la nueva generación si aún no se encontró el propio camino?, ¿hacia dónde guiar si no hay una referencia objetiva? Y, si lo viejo ya no es valioso ¿para qué transmitirlo?

 

CORTE GENERACIONAL

 

Quizás nuestra época sea la que presencie por primera vez un corte generacional: una generación de adultos que considera que los niños saben más porque se desenvuelven mejor en el mundo tecnológico y que no tiene sentido transmitir el pasado porque ya no sirve para enfrentar los nuevos desafíos. Adultos inseguros que temen ser juzgados por sus pares, y se sienten incapaces de aceptar el costo afectivo de la autoridad, que se debaten entre la autoridad y el miedo a ser autoritarios, entre el reconocimiento del valor del dialogo y la falta de tiempo, en muchos casos tratando de encontrar su propio lugar.

 

No es raro que, en este contexto, sin un norte cierto, a los chicos se les dificulte soportar las frustraciones y sientan escasa motivación para alcanzar bienes arduos; qué les cuesten los compromisos duraderos, que los vínculos sean cada vez más líquidos y las personalidades tan vulnerables que necesiten de un colectivo que las defienda. El terreno es el propicio para que los organismos de poder siembren ideologías que los hagan sentir libres y “empoderados”.

 

No es solución añorar tiempos pasados. No todo tiempo pasado fue mejor. Ni producir cortes y nuevos comienzos. Nada garantiza que la teoría de un progreso siempre satisfactorio sea verdadera. La vuelta a lo real, al sentido común. Lo más simple y lo más difícil. Como decía Chesterton: “Solo hay una cosa que requiere verdadero coraje para decir, y es una verdad obvia”.

LA PENA DE MUERTE


 ocasión de santidad

 

Por Bernardino Montejano.-

 

Informador Público

 

Seguimos con los temas penales y queremos que los lectores conozcan la historia del asesino francés Jacques Fesch, condenado a muerte por homicidio, guillotinado en 1957, hoy en proceso de beatificación.

 

Como no queremos confundir más, es necesario conocer la historia de este hombre, que no tenía intención de matar a nadie, pero que, al verse acorralado, mató a un policía.

 

Hijo del director de un Banco, que poco se ocupaba de su prole, Jacques abandonó sus estudios a los 18 años, entró en contacto con pandillas juveniles, muy mala compañía, se casó por civil y luego abandonó a su mujer embarazada. Dejó el trabajo y fugitivo de la realidad, planeó viajar a Tahití. Como necesitaba dinero para comprar un velero, proyectó un asalto, las cosas se complicaron y asesinó a un policía.

 

Tras un año de cárcel, escribió: “Hace tres días que he recuperado la fe… por segunda vez en mi vida caen las escamas de mis ojos y percibo la misericordia de Dios. Empezó entonces su itinerario espiritual, “con una encendida devoción a la Virgen María y un especial afecto por Santa Teresita del Niño Jesús” ¡que par de intercesoras!, la Virgen, “omnipotencia suplicante” y santa Teresita, presente en los casos más difíciles.

 

Escribió un diario hasta su último día, en el cual se lee: “es necesario rezar sin cesar”, “no tengo miedo de morir, sino de no morir cristianamente”, “la vida es, a pesar de todo, una gran bendición”.

 

El arzobispo de París, cardenal Jean-Mare Lustinger, al iniciar el proceso de beatificación, aclaró: “Dios no canoniza el pecado, sino el arrepentimiento, porque nadie debe sentirse excluido de su amor”.

 

Durante su peregrinaje se carteaba con el P. Thomas, benedictino de la Abadía “La Pierre-qui-vive”, su pequeño “hermano espiritual”.

 

La tarde de su ejecución regularizó su situación y se unió con su mujer mediante matrimonio religioso por poder, él en su celda y ella en la iglesia de Saint-Germain-en-Laye.

 

Cuando Cristo dice: “las prostitutas los precederán en el Reino de Dios” no canoniza la prostitución, sino anuncia su arrepentimiento, porque habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepienta, más que por 99 justos que no tienen necesidad de arrepentirse.

 

Poco antes de su ejecución, el guillotinado exclamó con profunda fe: “Dentro de cinco horas veré a Jesús”. Hoy compartirá la beatitud con Dimas, el buen ladrón.

 

El papa Benedicto XVI recibió el 3 de diciembre de 2009 a Monique Fesch, hermana de Jacques. Es raro que Francisco, con la importancia que le concede al tema, nunca hizo la menor referencia a este Siervo de Dios. ¿Por qué será?

 

La respuesta, anticipada anoche por mi mujer, me la dio un sacerdote esta mañana: Francisco está contaminado por el pensamiento de Zaffaroni.

 

Como ya hemos hablado del destructor del derecho penal, hoy presentaremos a su maestro y entrañable amigo, el sacerdote Antonio Beristain Ipiña, quien, con mayor cultura, nos muestra dónde palpita su corazón en su libro “El delincuente en la democracia” (Universidad, Buenos Aires, 1985).

 

El esquema de Beristain es sencillo: los presos en general son víctimas de injustas estructuras políticas y económicas que los mueven a delinquir; en realidad los verdaderos delincuentes son quienes manejan y usufructúan esas estructuras, pero que no van presos por sus contactos, dinero e influencias.

 

Después de una larga cita del obispo Helder Cámara, quien afirma que “lo intrínsecamente perverso no es el socialismo sino el capitalismo y que la revolución sólo tiene un vínculo histórico con el materialismo filosófico y el ateísmo, y es consustancial al cristianismo, Beristain acusa a la prisión como al cuartel, la escuela, el manicomio y amplios sectores de la Iglesia, de ser factores reaccionarios” (p. 101).

 

Según él, la realidad de la cárcel, tal como la practican hoy muchos países, “exige su abolición “porque viola los derechos elementales de la persona y se apoya en una concepción ilustrada a lo siglo XVIII” (p. 137).

 

Cita al mejicano Jiménez Huerta, según quien, el actual sistema carcelario “es un instrumento esencial para crear una población criminal reclutada casi exclusivamente en las filas del proletariado, para afirmar el poder y al insumiso dominar” (p. 76).

 

Respecto de los motines carcelarios, señala que “nacen por ineptitud del sistema, brotan por los fines anacrónicos que las prisiones pretenden, más que por los medios que se emplean en ellas” (p. 75).

 

El autor escribe que “en un Estado democrático social de derecho, sancionar puede ser obligación, pero nunca virtud, porque ella es perdonar con alegría, como el padre del hijo pródigo” (p. 118).

 

Aquí, confunde justicia con perdón; desconoce las palabras de San Isidoro de Sevilla: “La vida humana se rige por el premio y por el castigo” y la elaboración brillante de Santo Tomás de Aquino del tema de la vindicta, como virtud anexa a la justicia, que supera los dos extremos viciosos: uno, por exceso, la crueldad e inhumanidad que exagera el castigo, otro por defecto, la debilidad en la aplicación de la pena merecida.

 

También postula “prisiones abiertas”, donde los condenados deberán dormir en su celda “pero durante el día podrán salir a trabajar y a algunos lugares de descanso” (p. 129). Lástima que no visitó como nosotros la cárcel de la República de San Marino, donde sus deseos se hacen realidad; pero esto sólo se puede hacer en poblaciones pequeñas o medianas, en las que existe un saludable control social.

 

En el prólogo, Elías Neuman, desde su perspectiva judía, sugiere a los cristianos un par de cosas: 1) Cristo, negado por los sabios, murió comprendido por un ladrón; 2) si “volviera a la tierra, se encontraría más cómodo en una cárcel que en una empresa nuclear” (págs.16/17).

 

Todo interesante, ilustrativo y tal vez útil para entender el pensamiento y las preferencias del papa Francisco en el ámbito penal.

EL LOBBY LGBT


 gana la batalla en Japón: uniformes escolares unisex y leyes pro-trans

 

Brújula cotidiana,  16_05_2024

 

 

El pasado 24 de enero se anunció la publicación en Japón de la traducción del libro estadounidense “Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters” (Daño irreversible: La locura transexual que seduce a nuestras hijas), de la periodista Abigail Shrier. Pero la editorial Kadokawa Corp. ya había decidido en diciembre abandonar el proyecto debido a las fuertes protestas de los activistas LGBTQ+, que habían organizado sentadas frente a las oficinas de Kadokawa en Tokio, y a las acusaciones de “intolerancia” en las redes sociales.

 

En un post en la red social X (antes Twitter), Shrier, antigua columnista del Wall Street Journal, calificó la decisión de Kadokawa de caso de censura ideológica. “Kadokawa, mi editor japonés, es una persona muy agradable. Pero al ceder ante una campaña dirigida por activistas contra el libro Daño Irreversible, ha envalentonado a las fuerzas de la censura”, ha lamentado la autora, que prosigue: “Estados Unidos tiene mucho que aprender de Japón, pero nosotros podemos enseñarles cómo comportarse con quienes reclaman la censura”.

 

El libro fue publicado el mes pasado por otra editorial, Sankei Shimbun Publications Inc, parte del periódico conservador Sankei Shimbun, propiedad de Sankei Shimbun Co, que decidió desafiar las amenazas de los activistas. La editorial asegura que ha decidido publicar el libro porque “ofrece un contenido que esperamos que sea leído por mucha gente”. La protesta pro-LGBTQ+ contra el libro Daño irreversible es sólo el último ejemplo del auge de la ideología LGBTQ+ en un Japón tradicionalmente conservador.

 

El caso más llamativo, sin embargo, es el de los uniformes escolares: en los últimos años, un número creciente de institutos japoneses han relajado o abandonado las normas de género en lo que a uniformes se refiere con el fin de dar cabida a los estudiantes que se consideran transgénero. Alrededor de un tercio de los institutos prefecturales han introducido los uniformes “unisex” tras una petición del Ministerio de Educación en 2015.

 

El 1 de diciembre del año pasado, Okayama Minami Senior High School, en el distrito de Kita de Okayama, presentó sus nuevos uniformes a los medios de comunicación. Entre las nuevas prendas se encontraban americanas y pantalones azul marino de género neutro. Un artículo del periódico de izquierdas Asahi Shimbun afirma que desde los años 80 se han introducido cambios clave en los uniformes escolares para complacer a “la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales”.

 

Según una encuesta realizada en 2021 entre 1.194 escuelas públicas de enseñanza media, organizada por el proveedor de uniformes escolares Kanko Gakuseifuku, alrededor del 40% de los colegios respondieron que habían introducido uniformes unisex, mientras que el 55,8% de los encuestados ya habían cambiado o planeaban cambiar el diseño de sus uniformes.

 

Un artículo publicado en 2020 por SoraNews24 anunciaba que el instituto prefectural de Yokota, en la prefectura japonesa de Shimane, eliminaría el concepto de uniformes masculinos y femeninos a partir de la primavera de 2021: el centro decidió renombrar los uniformes masculinos y femeninos como “Tipo I” y “Tipo II”" como parte de su plan para dar cabida a la “diversidad de identidad de género”.

 

Además, los trajes de baño y los bolsos, especialmente el “randoseru”, una mochila para los estudiantes japoneses de primaria, también han recibido colores diferentes según el género. En 2022, Footmark Corp, fabricante y vendedor de material de natación, sacó a la venta bañadores unisex con el mismo diseño para hombres y mujeres para su uso en las clases de natación de las escuelas. Según informa The Mainichi, la empresa había declarado que uno de sus objetivos era permitir a los alumnos “participar en las clases de natación sin ser conscientes de su sexo”. Y desde el 19 de abril del año pasado, Footmark Corp. vende estos trajes de baño unisex al público a través de su tienda online. Estos casos de uniformes, bañadores y ropa unisex forman parte de los esfuerzos de la izquierda por promover la ideología de género en Japón.

 

Pero también hay un frente político: en marzo de 2023, los defensores japoneses del colectivo LGBTQ+ crearon un nuevo grupo de compromiso con el G7, conocido como Pride7. El grupo se formó con el objetivo de promover la ideología de género en el país y pedir a los Estados miembros del G7, como Japón, que “hagan de las cuestiones LBGTQ+ un punto clave en la agenda de la Cumbre del G7”.

 

Fundada por tres destacados grupos LGBTQ+ de Japón -a saber, Marriage for All Japan, Japan Alliance for LGBT Legislation y Human Rights Watch-, Pride7 celebró su primera cumbre (la “Pride 7 Summit 2023”) el 30 de marzo en la Cámara de Representantes japonesa, antes de la Cumbre del G7 del año pasado en Hiroshima.

 

“Esperamos que Pride7 promueva y haga avanzar los derechos de la comunidad LGBTQ no sólo en Japón, sino en todo el mundo”, ha declarado Gon Matsunaka, director de Marriage for All Japan. “En el futuro, queremos pasar el testigo a nuestros aliados que acogerán el G-7”.

 

El 12 de mayo de 2023, 15 misiones diplomáticas en Japón, encabezadas por el embajador estadounidense Rahm Emanuel nombrado por Joe Biden, publicaron un mensaje de vídeo en el que instaban a Tokio a aprobar una ley para proteger los intereses de los LGBTQ: “Con todos los retos a los que todos nos enfrentamos –desde las implicaciones del cambio climático, a las guerras, los enfrentamientos civiles o el hambre-, lo último que debería ocupar nuestras energías son dos personas que se aman y quieren construir una vida juntas”, ha aseverado Emanuel en X (antes Twitter).

 

El 25 de octubre, el Tribunal Supremo de Japón, compuesto por 15 jueces, dio un paso más al anular una ley de 2003 que obligaba a las personas que se identificaban como trans a obtener un diagnóstico formal de “trastorno de identidad de género” y a someterse a una operación de “reasignación de género” como condición para cambiar oficialmente su sexo en los documentos oficiales. De hecho, la ley obligaba a quienes quisieran obtener el reconocimiento oficial de un “cambio de sexo” a extirparse los “órganos reproductores originales”.

 

De esta manera, Japón ha seguido el camino de otros países occidentales progresistas, de la ideología de la “autoidentificación”, según la cual las personas pueden cambiar de sexo simplemente declarándolo. No está lejos el momento en que incluso en Japón, como en EE.UU., los hombres que insistan en que son mujeres sobre la base de la “disforia de género percibida” puedan entrar en los aseos o vestuarios femeninos. Y no cabe duda de que los miembros del “culto transgénero” empezarán a presionar para promover la “medicina de género”, como los bloqueadores de la pubertad y las hormonas intersexuales, acentuando aún más el descenso de la población de este país del este asiático, a pesar de los numerosos estudios médicos que insisten en que dicha “medicina de género” está “construida sobre bases poco sólidas”.

 

 

martes, 14 de mayo de 2024

EL INVIERNO DEMOGRÁFICO ESTÁ LLEGANDO


 cómo afectará al mundo la pronunciada caída en la natalidad

 

Cecilia Castro

 

Infobae, 14 May, 2024

 

“El invierno demográfico está llegando”, advirtió en diálogo con The Wall Street Journal Jesús Fernández-Villaverde, economista especializado en demografía de la Universidad de Pensilvania. La caída en la tasa de natalidad tiene implicaciones profundas para la forma en que vivimos, el crecimiento económico y el poderío geopolítico de las naciones.

 

En el panorama actual, la humanidad se encuentra en un cruce demográfico que podría redefinir las estructuras sociales y económicas del futuro. La tasa global de fertilidad disminuye a un ritmo que pronto podría llevarla por debajo del nivel necesario para mantener constante la población mundial, un fenómeno que genera alarmas en múltiples esferas.

 

Ante esta situación, líderes gubernamentales alrededor del mundo han expresado su preocupación por las fuerzas laborales menguantes, el crecimiento económico lento y los sistemas de pensiones insostenibles; sin mencionar el declive en la vitalidad social que conlleva una sociedad con cada vez menos niños. “El número de nacimientos que están reportando los registros nacionales está entre un 10% y un 20% por debajo de lo que proyectaba la ONU”, señala Fernández-Villaverde, indicando la magnitud de la discrepancia con las expectativas previas.

 

Según las estimaciones más recientes del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, se espera que la población mundial alcance su punto máximo en alrededor de 9.500 millones en 2061, para luego comenzar a declinar. Estas proyecciones actualizadas sugieren una realidad más grave de lo anticipado anteriormente por la ONU, que en 2017 preveía una población de 11.200 millones para el año 2100, cifra revisada a la baja a 10.400 millones, con un pico esperado en la década de 2080.

 

Disminución global de la fertilidad

El descenso de la fertilidad no se limita a una región específica, sino que es un fenómeno mundial que abarca desde naciones de altos ingresos hasta países en desarrollo. Tradicionalmente, las naciones más ricas experimentaron una caída en la tasa de fertilidad desde los años 70, pero este fenómeno se ha acelerado y extendido durante la pandemia del COVID-19.

 

Hoy en día, incluso países con economías emergentes como India, que recientemente superó a China como el país más poblado, están reportando tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo, que es de aproximadamente 2.1 hijos por mujer para mantener la población estable.

 

Implicaciones económicas y sociales

La reducción en la tasa de natalidad conlleva profundas implicaciones económicas y sociales. Por un lado, las economías enfrentan el envejecimiento de su población y una fuerza laboral decreciente, lo que pone en riesgo el crecimiento económico y la sostenibilidad de los sistemas de pensiones.

 

Por otro lado, la dinámica social se ve alterada por una proporción cada vez mayor de población anciana frente a jóvenes. Esto plantea desafíos no solo en términos de carga fiscal y productividad, sino también en la vitalidad y renovación cultural y social de las sociedades.

 

Respuestas gubernamentales

Ante este escenario, diversos líderes mundiales han elevado la cuestión de la fertilidad a un asunto de urgencia nacional. Países como Japón, Italia y, más recientemente, Estados Unidos, con comentarios de figuras políticas como Donald Trump, han iniciado o intensificado programas destinados a incentivar la natalidad. Estos incluyen desde subsidios directos hasta reformas más profundas en políticas de cuidado infantil y licencias parentales. Sin embargo, hasta ahora, estos esfuerzos no han logrado revertir significativamente la tendencia decreciente.

 

Perspectivas demográficas

Según proyecciones de las Naciones Unidas, en 2017, se esperaba que la población mundial, que entonces era de 7.6 mil millones, continuara creciendo hasta alcanzar los 11.2 mil millones en 2100. Sin embargo, estas estimaciones han sido revisadas y ahora se espera que la población alcance un pico de 10.4 mil millones en la década de 2080 y luego comience a declinar.

 

Instituciones como el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington sugieren incluso un pico más temprano, alrededor de 9.5 mil millones en 2061, seguido por un declive. Esa tendencia ajustada refleja no solo un cambio en las expectativas demográficas, sino también una nueva realidad a la que los gobiernos y sociedades deben adaptarse.

 

Factores que influyen en la caída de la fertilidad

Diversos factores están contribuyendo a la caída de la fertilidad global. Entre ellos, los cambios económicos juegan un papel crucial, la urbanización, el aumento del nivel educativo, especialmente entre las mujeres, y una mayor participación en la fuerza laboral son algunos de los elementos que han llevado a las parejas a optar por tener menos hijos.

 

Además, aspectos como el acceso a métodos anticonceptivos y la decisión de posponer la maternidad para priorizar la carrera profesional o la estabilidad económica influyen significativamente en las tasas de natalidad.

 

Curiosamente, un estudio de la Universidad de Maryland en 2021 encontró que factores como las leyes de notificación parental sobre abortos, el desempleo o el costo de la vida, explicaban muy poco de la disminución. Eso sugiere que cambios más amplios y difíciles de medir en las preferencias y percepciones sociales pueden estar en juego.

 

Impacto cultural y tecnológico

El impacto de la cultura global y la tecnología en las tasas de fertilidad es notable, especialmente en los países en desarrollo. La urbanización y la difusión de internet han expuesto a comunidades tradicionalmente aisladas a nuevos estilos de vida y expectativas sociales, donde familias más pequeñas y un mayor estándar de vida se ven como lo ideal.

 

Esta “conexión con la cultura global” redefinen las normas sociales en muchos lugares, lo que hace que incluso en países con menores ingresos y donde tradicionalmente no trabajan muchas mujeres, las tasas de fertilidad estén cayendo.

 

La historia demográfica nos enseña que las transiciones en las tasas de fertilidad no son fenómenos nuevos. La “transición demográfica” se refiere al cambio histórico observado inicialmente en los países industrializados en el siglo XVIII, donde la mortalidad y la fertilidad comenzaron a declinar, y más niños sobrevivían a la infancia, lo que redujo la necesidad de familias numerosas.

 

Este proceso se vinculó con mejoras en el nivel de vida, la educación y la salud. Algunos demógrafos sugieren que lo que estamos viendo hoy podría ser parte de una “segunda transición demográfica”, donde los valores hacia la individualidad y menos énfasis en la procreación están llevando a tasas de natalidad aún más bajas. Esta nueva fase está marcada por un reajuste en las prioridades personales y familiares hacia la realización individual más que la reproducción.

domingo, 12 de mayo de 2024

LA ESMA


 y el relato interminable

 

POR JORGE MARTÍNEZ

La Prensa, 12.05.2024

 

Borges citaba hasta el hartazgo aquella frase de Samuel Taylor Coleridge que recordaba la “voluntaria suspensión de la incredulidad” implícita en la fe poética. Una idea aplicada al arte en general y a la literatura en particular, pero que a veces, demasiadas veces, suele extenderse a otros dominios que no deberían aspirar a semejante pretensión. Como la política, el periodismo o la historia.

 

La reflexión deriva de la lectura de La llamada (Anagrama, 424 páginas) el más reciente libro de Leila Guerriero. Su tema: un largo retrato biográfico de Silvia Labayru, hija de un militar retirado en una familia repleta de militares, egresada del Colegio Nacional Buenos Aires, ex montonera capturada embarazada en diciembre de 1976 cuando tenía 20 años, detenida en la ESMA donde dio a luz, liberada en 1978, exiliada en España, acusada de traidora y colaboradora de la Armada y, ya en el siglo XXI, testigo en los numerosos juicios de lesa humanidad, incluido el primero que a partir de su denuncia condenó en 2021 a dos marinos por violaciones sufridas mientras estuvo cautiva.

 

El asunto aquí no es la calidad literaria del libro, que la tiene y mucha, como es habitual en las obras de Guerriero. Tampoco se trata de impugnar la rigurosidad de su trabajo, sus entrevistas o su investigación, que son admirables aunque registren ciertas falencias, blancos y omisiones. Ni siquiera importa demasiado el caso concreto de Labayru, si es una mitómana y una manipuladora como afirma uno de sus ex esposos, o si su historia amerita el “bruto metejón” que provocó en Guerriero según propia confidencia.

 

Más allá de las personas, lo que tal vez debería importarnos es determinar cuánto de lo que cree saberse de los años ‘70 deriva de testimonios como el de Labayru. Cuánto de esa historia oficial, periódicamente actualizada con variaciones de un mismo tronco narrativo y consagrada ya en innumerables procesos judiciales, responde a lo que de verdad sucedió en aquel tiempo.

 

Porque si para muestra basta un botón, lo que se cuenta en La llamada requiere de una descomunal “suspensión de la incredulidad” que desbordaría al mismísimo Coleridge.

 

EL ENIGMA

 

Como en una imperfecta novela policial, sus páginas nos sumergen en un enigma para el que se ofrecen todas las respuestas posibles, menos una, que está vedada. El enigma es cómo logró sobrevivir la protagonista al atroz cautiverio que le impusieron los marinos.

 

Las respuestas conjeturadas son varias y de verosimilitud discutible. Pero la más obvia es la que no se permite que entre en juego: que la protagonista y el resto de los sobrevivientes del horrendo “campo de concentración” de la Armada están vivos porque traicionaron a sus antiguos camaradas y colaboraron con sus captores.

 

Por lo tanto, hay que “suspender la incredulidad”. A fondo. Y entonces aceptar que quienes sobrevivieron lo hicieron porque engañaron a temibles torturadores y asesinos haciéndoles creer —durante uno, dos o hasta cuatro años— que ya no eran montoneros, que habían dejado atrás su pasado revolucionario, que se habían regenerado.

 

Debemos creer que los marinos eran tan ingenuos que permitieron, por ejemplo, que Labayru llamara desde la ESMA a algunos conocidos de su cuñada para que ellos a su vez le avisaran a la mujer, una aguerrida oficial montonera, que no asistiera a determinada cita porque allí iban a secuestrarla. La entonces “desaparecida” Labayru incluso pudo solicitar a los marinos que en el operativo participara el teniente Astiz, uno de sus protectores, porque “no tenía el gatillo tan fácil como otros” y era bueno tackleando a los montoneros antes de que ingirieran la reglamentaria pastilla de cianuro con la que se mataban para no caer vivos en manos del enemigo.

 

El operativo se hizo y la cuñada de Labayru, Cristina Lennie, ingirió la pastilla de la muerte. Su cadáver fue llevado a la ESMA, donde Labayru pudo verlo y se animó a solicitar al omnipotente Tigre Acosta que entregaran el cadáver a sus familiares, pedido al que Acosta accedió aunque después la entrega no se concretó por otras razones.

 

RARA INGENUIDAD

 

La ingenuidad naval no terminaba ahí. Cuando Labayru dio a luz, los marinos entregaron la bebé a los suegros, y el traspaso cerca del Hospital Militar lo hizo la oficial montonera de más alto rango capturada en la ESMA, Mercedes Carazo, quien desde luego, tampoco era traidora ni colaboradora (también ella fingía serlo).

 

Tres veces los marinos llevaron a Labayru al exterior (Uruguay, Brasil y México) para que se viera con su esposo libre y todavía montonero, Alberto Lennie. Ella ni siquiera intentó fugarse, pese a que en situaciones similares un par de sus compañeros lo intentaron y lo consiguieron (sus casos los narraría Miguel Bonasso en Recuerdo de la muerte, de 1984, un libro que hoy se vuelve cada vez más incómodo para los ex prisioneros de la ESMA).

 

A todo esto la joven podía escribir cartas a su esposo, cartas reveladoras de la rutina que cumplía para sus “jefes” (eran los marinos) y críticas a sus “compañeritos” (los montoneros) que le tenían envidia porque su suerte estaba mejorando. (Alberto Lennie prometió mandarle a Guerriero esas cartas de 1977, pero al final no lo hizo porque “mal usadas son una carnicería para Silvia”).

 

Hacia el final de su cautiverio los cándidos marinos aceptaban que Labayru saliera de la ESMA para dormir en casa de su padre y hasta aceptaban que recibiera allí visitas de viejos amigos de la “tendencia”. Curiosamente, la dejaban sola y le prestaban un arma “por un tema de seguridad”.

 

¿De quién debía protegerse? De sus antiguos “compañeritos”, evidentemente. Por eso la joven “desaparecida” les recordaba a sus visitantes que nadie tenía que saber que estaba viva. Ella sabía muy bien la suerte que corrían los traidores o desertores de su banda armada.

 

“Si eras un montonero y se enteraban de que te estabas por ir de la Argentina, te hacían una cita y te mataban antes de que llegaras al aeropuerto de Ezeiza”, explica. Y ella lo sabía porque se lo había confesado el novio de su cuñada, Carlos Fassano, un temible oficial de la “orga”. “Carlos Fassano era uno de los ejecutores. Me contó en la cena de Navidad del año 76 que esa semana había ajusticiado a un chico que se estaba por ir. Lo contaba como quien va al campo y mata una liebre”.

 

En ninguna de sus salidas de la ESMA Labayru mencionó jamás que hubiera sido violada allí dentro (su primer esposo recuerda que a él le dijo que “por presión” se había hecho amante de un marino). Tampoco lo hizo cuando recuperó la libertad en 1978, ni en sus primeras denuncias públicas desde el exilio español ni en sus testimonios en los iniciales juicios de lesa humanidad. No lo supo el primer marido que tuvo después de la separación de Lennie (ese hombre creía que había sufrido el infame “síndrome de Estocolmo”). Y parece que tampoco lo supo el segundo hombre con el que formó pareja, el padre de su segundo hijo, quien además no podía creer el extraño régimen de salidas que ella decía que le habían aplicado en la ESMA.

 

Guerriero, metejoneada, trata de justificarla: “’Todo eso que Silvia Labayru dice ahora no es lo mismo que decía al principio, hace años’, me dice una persona a la que consulto por un dato. ¿Pero quién dice lo que decía al principio, hace años?”

 

Cada tanto, hay que reconocerlo, la autora suelta algunas pistas que podrían conducir a la respuesta vedada del enigma.

 

En un pasaje no sabe cómo preguntarle a Labayru si cuando integraba la inteligencia de Montoneros habría estado dispuesta a entregar a su familia. La mujer no duda. “Si lo que me estás preguntando es si yo podría haber entregado a mi propia familia, pues sí. Claro que hubiera podido”, afirma categórica.

 

Es decir, podría haber sido una traidora. Y de su familia de sangre, nada menos. Como lo es ahora con sus antiguos “jefes” de la ESMA que por algún motivo la dejaron con vida, y a los que contribuye a hundir con sus testimonios en los interminables juicios de lesa humanidad.

 

Dos traiciones que, se nos asegura, de ningún modo habilitan a pensar que pudo haber una tercera traición intermedia consumada dentro de la ESMA y contra los “compañeritos” montoneros.

 

EL EXILIO

 

Labayru, que cobró tres indemnizaciones del Estado argentino por haber estado secuestrada y exiliada, recuerda varias veces en el libro cuánto padeció los motes de traidora o de “espía” o de “agente de los servicios” que le endilgaron en los años del exilio.

 

La primera explicación que daba en España de por qué se había salvado jugaba la carta nazi. Ella era rubia, de ojos azules, muy atractiva y no judía. En virtud de esas características la habían obligado a fines de 1977 a acompañar al teniente Astiz (“el Rubio”) a infiltrarse en el grupo de las Madres de Plaza de Mayo. Reemplazaba a otra cautiva que no daba el perfil, Norma Susana Burgos, que era (y es) morocha, de ojos negros y tez oscura. Lo llamativo es que pese a esos rasgos tan poco arios, Burgos consiguió salir con vida de la ESMA y también se exilió en España. Y no fue la única salvada con ese fenotipo del tercer mundo.

 

En cualquier caso el malestar entre los antiguos “compañeritos” no se ha disipado del todo. Labayru confiesa experimentar, incluso hoy, una “sensación de inquietud permanente. De si voy a ser entendida. Esta sensación de que alguna gente me ha perdonado la vida porque declaré en los juicios. A mí eso me parece una porquería. Y me tengo que callar. ‘No, tú, claro, has hecho declaraciones importantes.’ ¿Y antes qué, y si no hubiese declarado entonces hubiese ido por la vida sospechosa para siempre?”

 

El libro muestra que entre los guerrilleros sobrevivientes hay “mil facciones” y la fractura pasa por quién se cree con derecho a calificar al otro de héroe, traidor o sospechoso.

 

A costa de los militares eternamente presos y condenados, Labayru ha empezado a sentir más confianza después de tantos años de supuesta maledicencia.

 

“Yo estoy entre las indultadas, porque me he portado tan bien en todo este tiempo que a ver quién me dice algo”, desafía. “Ahora me ponen alfombra roja, reconocen que soy una de las testimoniantes fundamentales de la causa ESMA. Parezco muy petulante, pero es así. Testimonios que resultaron valiosísimos y judicialmente intachables. No lloraba, no me iba por las ramas. Pero todavía a algunos se les escapa eso de ‘vos acompañaste a Astiz’, o ‘los marinos y algunas montoneras tuvieron relaciones’”.

 

RESQUEMORES

 

Pero algún resquemor subsiste. Consultado por Guerriero, otro montonero sobreviviente de la ESMA, Martín Gras (el maquiavélico “Chacho” de Recuerdo de la muerte), eludió responder a sus preguntas. “Si ya está en contacto con Silvia nadie mejor que ella para relatar/interpretar su propia historia. Tengo como política testimoniar solamente sobre los verdugos y no sobre las víctimas”, se excusó.

 

Desorientada, Guerriero interrogó a Labayru por el silencio de Gras. Ella respondió lo siguiente: “Yo qué sé, Leila. Entre otras cosas porque sabe que yo sé muchas cosas que no le gusta que yo sepa, y tiene miedo de que yo pueda no guardar el silencio revolucionario correspondiente. Esa es una razón, seguro. Luego, si hay otra, no lo sé. Yo me porté muy bien con él”.

 

Ni memoria, ni verdad, ni justicia: “el silencio revolucionario correspondiente”.

 

“¿Cuántas cosas, nunca dichas, hay en esta historia?”, se pregunta Guerriero hacia el final del libro. Se refiere a las asombrosas peripecias de su biografiada. Pero con todo derecho la duda puede extenderse a la historia increíble que insisten en contarnos sobre los interminables años 70.