Por Héctor GIULIANO
(27.5.2020)
El
22.5 se produjo el vencimiento del período de gracia para el pago de unos 500
Millones de Dólares (MD)
de intereses por Bonos Globales 2021, 2026 y 2046, que el Ministro de Economía
Guzmán anticipó que según común acuerdo de partes no se pagarían en término
porque se están concluyendo cambios importantes para mejorar la Oferta de Canje
a los Fondos Buitre que se encuentran negociando con el gobierno Fernández.
El
propósito declarado de las autoridades argentinas es no entrar en Cesación de
Pagos formal (Default) y llegar así a un nuevo acuerdo con los bonistas en base
a una Sostenibilidad de la Deuda Pública
que les garantice el futuro plan de pagos de nuestro país.
Sin
embargo, no está claro que se entiende por Sustentabilidad o Sostenibilidad de la Deuda.
El cómico Groucho Marx[2]
decía que “el Matrimonio es la principal causa de Divorcio” y parafraseando
esta cita podríamos decir que “la Deuda es la principal causa de Default”.
O sea, que si no nos hubiéramos “casado” con
el Sistema de la Deuda no tendríamos problema de Default.
Es la burlesca obviedad de que si no hubiésemos
contraído pasivos impagables no correríamos riesgo de incumplimiento de los
mismos y que mientras nos mantengamos dentro de este Sistema de
retro-alimentación de la Deuda nunca vamos a salir de la trampa de Deuda
Pública Perpetua que rige el país desde hace más de 40 años y, por ende, vamos
a estar siempre sujetos a riesgo cierto de Default porque el Default es
consustancial al Sistema de la Deuda.
Dicho con otras palabras: si no hubiera Deuda
se evitaría el problema endémico de que periódica – por no decir continuamente
– tengamos el peligro de caer en Default por una nueva Crisis de Deuda, es
decir, de caer en cesación de pagos formal y no “virtual” o potencial producida
siempre por la misma insuficiencia de no poder pagar los servicios de la Deuda.
Con una importantísima aclaración: que no
sería cualquier Deuda la causa inexorable de un Default sino la toma
sistemática de Deuda sin capacidad de repago la que conlleva el problema
cíclico de ese Default.
Y esto vuelve a replantearse hoy con la nueva
reestructuración de la Deuda en curso por la administración Fernández.
Porque la Argentina, a contrario sensu de lo
que dicen las autoridades y los economistas del establishment, no tiene
Liquidez ni Solvencia para hacer frente a sus obligaciones, como no sea
refinanciando sistemáticamente la totalidad de sus vencimientos bajo régimen de
Deuda Perpetua.
Por lo tanto, la formulación correcta y
completa del razonamiento sería ésta: que la Argentina – como la mayoría de los
países del Mundo – está hoy en la práctica nuevamente al borde del Default
porque los sucesivos gobiernos, todos los gobiernos, han venido y siguen
suscribiendo obligaciones de Deuda sin la más miserable demostración de
capacidad de repago y consecuentemente viven expuestos siempre al riesgo cierto
de default.
Y esto ocurre así – en la etapa contemporánea
del macro-endeudamiento nacional – desde hace más de 40 años, desde el gobierno
del Proceso Militar (1976-1983) hasta nuestros días; sin solución de
continuidad.
Peor aún, este esquema tiene una apoyatura
fáctica y también académica que se define tradicionalmente diciendo que “no hay
problema en tomar Deuda sin capacidad de repago” porque el Capital o Principal
nunca se devuelve sino que se refinancia sistemáticamente y el único problema
práctico es tener los fondos suficientes para pagar los servicios de Intereses
de la Deuda y refinanciar o reestructurar permanentemente el Principal.
Esto es, el roll over o renovación de todas
las obligaciones a su fecha de vencimiento vía novaciones de deuda - con el
mismo acreedor o con terceros - lo que significa vivir pagando eternamente
Deuda Vieja con Deuda Nueva.
Y merced a ello quedar habilitado entonces por
el Capital Financiero-Bancario para poder tomar más Endeudamiento.
Este principio constituye la base fundamental
de todo el Sistema de la Deuda Perpetua que hoy condiciona la Finanza, la
Economía y la Política de los Estados y particularmente las del Estado
Argentino ya que, por definición, una Deuda impagable se convierte
inexorablemente en una Deuda Perpetua.
Un razonamiento así concebido y desarrollado
a imagen y semejanza del interés de los Acreedores, que son los Capitales
Financieros Internacionales que dominan el Mundo.
Y es en este contexto que hay que entender el
significado de la idea de Sostenibilidad de la Deuda Pública enunciada
actualmente por el gobierno Fernández en el marco de la nueva ronda de
negociaciones con los Acreedores Financieros con el propósito de lograr una
enésima reestructuración de la Deuda Externa del Estado.
LA CUESTIÓN DE LA DEUDA SOSTENIBLE
A diferencia de lo que normalmente se cree –
o se le hace creer a la gente – el objetivo de la Oferta de Canje elevada a los
Acreedores (que ya ha sido rechazada en su versión original) no es un arreglo
que le permita a la Argentina cancelar y liberarse de la Deuda en curso de
discusión sino sólo definir los términos de su renovación, es decir, de cómo
reciclarla una vez más en la Historia reciente de modo que, re-estructurada la
Deuda Actual como Deuda Vieja pateando los compromisos vigentes para adelante,
el país pueda volver a colocar Nueva Deuda en el Extranjero.
Esto es, que las tratativas en curso no son
para salir ni para liberarse del Sistema de la deuda sino al revés, para
quedarse dentro del Sistema.
Esta idea viene acompañada de otras, que
conllevan también la paralela expectativa de abrir un mayor Mercado Local de
Deuda en Pesos a los fines de captar más fondos para la cobertura de las
necesidades de financiamiento del Estado. Y todo ello mediante la colocación de
futura Deuda Sostenible.
Pero qué se entiende, en realidad, por Deuda
Sostenible?
En la definición del Gobierno – Presidente
Alberto Fernández y Ministro de Economía Martín Guzmán dixit – conceptualmente se
trata de nueva deuda re-estructurada que se pueda pagar, que la Argentina
quiere pagar y sobre cuya legitimidad y/o regularidad no se plantea reserva
alguna.
De la propuesta hecha por la Argentina a los
Bonistas no surge, empero, una demostración de la capacidad de repago del
arreglo ni de cómo se lograría su cumplimiento en valores absolutos de divisas a pagar.
Porque lo concreto es que para firmar
cualquier arreglo el país debe garantizar un Acuerdo General de Pagos – a los
Acreedores Privados y a los Organismos Financieros Internacionales (FMI, Banco
Mundial, BID, CAF y Club de París) – que comprometa por largos años a los
sucesivos gobiernos nacionales a obtener el Superávit Fiscal Primario
suficiente para poder cumplir el pago de los Servicios de la Deuda Pública y
con ello seguir refinanciando el Principal a futuro.
Más para alcanzar tal superávit, en el plano
interno el Gobierno debe condicionar ese cumplimiento a un Plan de Ajuste
Fiscal necesario que le permita el objetivo citado.
De allí que el nuevo Presupuesto dependa
fundamentalmente del arreglo a que se llegue con los Acreedores y con el FMI.
Ese Acuerdo – cuya negociación está en curso
– implicaría el roll over o renovación/refinanciación de las obligaciones y
habilitaría con ello a la Argentina a volver al Mercado Internacional de Capitales,
es decir, a colocar más Deuda Externa.
En síntesis: que la idea de Sostenibilidad de
la Deuda no es acabar con la dependencia financiera del Sistema de la Deuda
Pública sino quedarse en el Sistema, refinanciar las obligaciones existentes y
volver al Mercado de Capitales para tomar más Deuda.
ERRÓNEA ESTRATEGIA DE NEGOCIACIÓN
En condiciones lógicas – lo hemos dicho
muchas veces – el nuevo gobierno Fernández, frente a la Crisis de Deuda
insostenible heredada de la administración Macri, debiera haber hecho
primariamente tres cosas: 1. Definido su Programa Económico, 2. Con ese plan,
haber solicitado facultades especiales limitadas por Ley del Congreso para
poder llevarlo a cabo, y 3. Con el Plan y con la Ley de Emergencia en la mano
haber salido a negociar con los Acreedores financieros del Estado la
reestructuración de la Deuda.
Pero el presidente Fernández hizo las cosas al
revés: 1. Primero se hizo otorgar Poderes Especiales irrestrictos por el
Congreso a través de la Ley de Emergencia Pública general 27.541, contando así
con una suerte de “cheque en blanco” para firmar cualquier cosa, 2. Con estas
facultades abiertas ello salió a “negociar” con los Bonistas (que son los
poderosos nuevos Fondos Buitre que entraron a controlar la Deuda en coordinación
con el anterior gobierno Macri) sin argumentos de cobertura por
condicionalidades fijadas según Leyes Nacionales, y 3. Pospuso todo Programa
Económico – incluyendo el Presupuesto del Ejercicio 2020 – subordinándolo al
resultado del acuerdo con los Acreedores de la Deuda.
Sobre esta base, el Ministro de Economía Martín Guzmán presentó una Oferta de Canje
que planteaba básicamente lo siguiente:
a) Un Monto de quita promedio sobre el
Capital de sólo 5.4 % sobre el Valor Nominal de los Bonos Elegibles, que son 21
bonos emitidos bajo Ley Extranjera por unos 66.500 MD. Una concesión inicial
muy importante dado que la mayoría de los nuevos Fondos Buitre habrían comprado
esos títulos a raíz de la Crisis de Deuda Macri de Abril del 2018 cuando
cotizaban a 40, 35 y hasta 30 % de su valor.
b) Un reperfilamiento de los vencimientos de
Capital a 10-17 años (2030-2047) con
Plazo de Gracia para no pagar ni Capital ni Intereses hasta Noviembre de
2023, es decir, hasta la finalización del mandato Fernández, lo que obviamente
significa pactar hoy para que la cuenta de la Deuda Externa la pase a pagar el
próximo gobierno.
c) Una Tasa de Interés promedio de los nuevos
bonos a emitir (10 en total) del 2.33 %, comenzando con 0.5 % a fines del 2023
y creciendo luego gradualmente hasta el 4.875
% (casi el 5 %), mientras que la Argentina hoy está pagando por los títulos actuales una tasa promedio del 7 %,
con rendimientos del 8-10 % o más (que son las tasas de Títulos Públicos en
Moneda Extranjera más altas del Mundo).
Ciertamente, el detalle de la Oferta es
muchísimo más complejo pero éstos son los valores promedio generales de
referencia.
Esta Oferta de Guzmán – como es sabido - fue
rechazada de plano por los Fondos Buitre acreedores, que están reunidos en tres
grupos coordinados entre sí, y entonces el gobierno Fernández – dando marcha
atrás a su planteamiento inicial de “oferta única e inamovible” (porque la
misma, según las autoridades, representaba
las posibilidades máximas de pago del país) – encaró inmediatamente una continuación
de las negociaciones con los bonistas sobre la base de “flexibilizar” la
propuesta mejorando las condiciones originales.
Para ello, se prorrogó unos días más el plazo
de las negociaciones en curso para poder llegar a un acuerdo con los acreedores
antes del 2.6, suspendiendo transitoriamente hasta entonces la política de
“pago mientras se negocia” que se viene llevando a cabo por el gobierno
Fernández desde el comienzo de su gestión, allanándose así al interés de los
acreedores para no formalizar un nuevo Default de la Argentina.
Pero esto se hace precisamente al costo de
seguir pagando intereses mientras se negocia, pese a la Crisis de Deuda
existente y a los efectos ruinosos de la pandemia de Coronavirus que se está
viviendo sobre la actividad económica y sobre las Finanzas del Estado, estimándose
que desde su asunción en Diciembre hasta la fecha el gobierno habría pagado ya
unos 5.000 MD o más por concepto de Intereses.
En la práctica, esto equivaldría a una Prima
o Premio para los tenedores de bonos por el tiempo que duren las negociaciones –
con lógico cargo para el Fisco – con lo que se terminaría integrando una suerte
de Pago inicial al Contado dentro del futuro Acuerdo, que ahora se da por
descontado.
Empero, esta práctica está fuera de los cánones
normales que se siguen en estos casos, porque en todo estado concursal – sea
público o privado – rigen las reglas de lógica típicas de una convocatoria de
acreedores, que empiezan con la suspensión de pago del Capital y la
interrupción del devengamiento de los Intereses a Pagar.
El gobierno Fernández, en cambio, optó por la
fórmula más desfavorable para la Argentina, que es la de “pagar mientras se
negocia”, que tiene la doble desventaja de mantener la sangría financiera
fiscal por Intereses y debilitar su capacidad negociadora frente a los
negociadores, que pasan a arbitrar los tiempos de las tratativas dado que el
tiempo les juega a su favor: cada día que pasa siguen percibiendo altísimos
intereses por los bonos actuales mientras los bonos futuros – dada la fortísima
caída de las tasas internacionales - se pactarán seguramente a niveles
inferiores.
En consecuencia, la declarada voluntad
pagadora a ultranza de la administración Fernández unida al alto costo
financiero que paga durante las negociaciones – hoy temporariamente suspendido hasta
el 2.6 - preanuncia un acuerdo más favorable para los Fondos Buitre, lo que
explica por qué la cotización de los bonos argentinos sube en el exterior y
correlativamente baja el nivel de la sobre-tasa por Riesgo País.
La prórroga del plazo de presentación de la
contra-oferta Guzmán a los acreedores ha
abierto ahora un breve compás de espera mientras se desarrollan las
negociaciones finales, que se mantienen bajo hermetismo informativo y con el
adicional de una “invitación” del Ministerio de Economía a los Acreedores –
cediendo a una exigencia de los mismos – de firmar Acuerdos de Confidencialidad
que amparen legalmente el secreto de las tratativas por la reestructuración de
la Deuda.
En síntesis: que la administración Fernández
no sólo habría manejado mal la estrategia de negociación seguida con los Fondos
Buitre sino que, además, ha tenido que retrotraerse de la propuesta original,
comprometerse a mejorarle los términos de la misma a los acreedores y aceptar
mantener el secreto de las negociaciones en curso.
LA CONSPIRACIÓN
DE LA DEUDA MACRI
El presidente Macri recibió del Kirchnerismo
una Deuda Pública de 254.600 MD
– sólo en cabeza del Estado Central – y la dejó en 336.000 MD al 31.12.2019, es
decir, que la aumentó en unos 81.500 MD
aunque, en realidad ese aumento fue mucho mayor.
Pese al discurso del Des-endeudamiento, la
administración K había incrementado la Deuda en algo más de 100.000 MD durante
sus 12 años de gestión dado que en su asunción durante el Segundo Trimestre de
2003 la había recibido por unos 150.000 MD.
Pero el gobierno Macri no sólo aumentó la
Deuda en un cuatrienio casi tanto como en toda la Década y pico Kirchner sino
que empeoró gravemente su composición
y su perfil de vencimientos
llevándola a un nivel inmanejable:
Esto es, que Macri empeoró la composición de
la Deuda heredada del Kirchnerismo por aumento del Stock y por acortamiento de
los Plazos, dejándole una situación explosiva a la nueva administración
Fernández, una maniobra absolutamente grave e inmanejable que, sin embargo, el
entonces candidato presidencial no impugnó ni denunció oportunamente.
Peor aún, después de elegido presidente y
durante los primeros tiempos de su gestión, Alberto Fernández planteó la
situación financieramente desastrosa heredada, el estado de “virtual default”
de la Argentina, la culpabilidad de la administración Macrista y la
co-responsabilidad del FMI por la nueva Crisis de Deuda; pero luego mutó su
discurso impersonalizando sus críticas a la gestión Macri (mientras el ex
presidente se llamó a silencio y pasó tranquilamente a la “clandestinidad” ante
la Opinión Pública), omitiendo toda denuncia sobre los negociados macristas de
la Deuda y aliándose con el FMI en el marco de las negociaciones con los
bonistas, que son los nuevos Fondos Buitre que pasaron a controlar la Deuda
Externa Argentina con la Crisis del 2018.
De esta manera, el tándem Macri-Fernández
sancionó los términos totalmente desfavorables para nuestro país del nuevo
Megacanje en curso como producto de aceptar en los hechos la conspiración de la
administración Macrista hecha en coordinación con los Fondos Buitre y el FMI en
contra de los intereses financieros del Estado Argentino.
EN CONCLUSIÓN:
El presidente Alberto Fernández se muestra
hoy muy firme, aseverativo, duro e inflexible en materia de Coronavirus con una
política preventiva que está ocasionando graves daños a la salud física y
psicológica de la población y consecuencias desastrosas para la Economía y para
las Finanzas Públicas del país.
Pero notablemente se presenta a la vez muy
elástico, relativo, permisivo y flexible cuando se trata de la Crisis de Deuda
en sus tratativas con los acreedores financieros del Estado pese a que la
Argentina hoy no tiene ni liquidez ni solvencia para poder afrontar sus
obligaciones externas e internas contraídas, no tiene perspectivas de mejorar
su desequilibrio fiscal y se sigue buscando un arreglo con los acreedores
privados, el Fondo Monetario y el Club de París sobre la base de mejorarles las
condiciones de pago que sólo pueden ofrecerse a costa de mayores ajustes
fiscales de la Argentina.
La falsa antinomia gubernamental acerca del
dilema entre la Vida y la Economía soslaya que la Economía está parada pero la
Deuda no, y que las consecuencias de “pagar mientras se negocia” se dan en
medio de una crisis que hoy inhibe cualquier proyección financiera a futuro.
El paro de la Economía por parte del Gobierno,
invocando los peligros de la pandemia del Covid 19, acentúa la insostenible
situación del Déficit Fiscal y del Endeudamiento Público del Estado; pero
mientras este proceso se agrava día a día las autoridades, desde su asunción en
Diciembre pasado, han mantenido la política favorable a los acreedores de
“pagarles mientras se negocia”, habiéndose llegado así a un límite de tiempo y
manejo de crisis para alcanzar el arreglo de un nuevo Megacanje con los
Acreedores que ahora se aspira lograr en poco tiempo más.
Y esto se ha hecho y se sigue haciendo en
base al falso criterio de que es conveniente exhibir la mejor “voluntad de
pago” posible frente a la realidad de una Deuda Impagable, de que es necesario
cubrir los servicios de Intereses mientras se negocia un enésimo acuerdo de
refinanciación de la Deuda y de que, una vez definidos los lineamientos del nuevo
Plan de Ajuste Fiscal que será necesario para cumplir el neo-Megacanje, la
Argentina va poder retornar al Mercado de Capitales, para volver a endeudarse.
La tríada Gobierno-Economistas del Establishment-Medios
sigue vendiendo a la Opinión Pública la falsa idea de que el futuro Acuerdo de
Canje debiera ayudar a salir de la actual Crisis de Deuda para llevar a cabo
una Política de Crecimiento Económico que haga sostenible la Deuda mientras
que, a contrario sensu, la Deuda es el principal obstáculo del Crecimiento.
Y la clave del problema de fondo reside en que
el nuevo arreglo que se busca con los acreedores no es para salir del Sistema
de la Deuda Perpetua que rige nuestro país desde hace 40 años sino, por el
contrario, para quedarse una vez más dentro del mismo.
Un Sistema que se rige bajo el error
conceptual de que la Crisis Argentina – que es una Crisis Financiera y no
Económica – deviene del mal manejo de las Finanzas del Estado con Déficits
Fiscales que se cubren con Deuda, considerando la Deuda una consecuencia del
Déficit, cuando en los hechos la cosa es al revés porque la Deuda es la
principal Causa del Déficit.