¿RESPONSABLE DE LA
DECADENCIA ARGENTINA?
Ante
los pertinaces comentarios que atribuyen al peronismo ser el responsable de la
decadencia argentina, es necesario difundir, en especial entre los jóvenes, la
historia verdadera. Se han publicado varios libros que demuestran con
documentación precisa los aportes concretos de la gestión de los primeros
gobiernos peronistas[1],
al progreso argentino. Al menos los primeros ocho años (1946-1953),
representaron un avance significativo para el país en todos los rubros
principales. Además, las acciones prácticas se ajustaron estrictamente a la
orientación doctrinaria; nunca ni antes ni después existió un partido político
que se aproximara más a la tradición histórica nacional y a la cosmovisión
cristiana.
Precisamente
por ello, tanto el menemismo, como el kirchnerismo consistieron en
desviaciones explícitas del justicialismo, aunque haya habido peronistas que
participaron de dichas experiencias.
En
el documento que se considera como el testamento político del general Perón, el
Modelo Argentino para el proyecto
nacional, presentado oficialmente ante la Asamblea Legislativa
el 1 de mayo de 1974, se encuentran muchas definiciones que muestran con
claridad cuáles fueron los principios sostenidos y aplicados por el fundador
del justicialismo, mantenidos sin cambio durante tres décadas. Conviene recordar las más importantes:
-Existe una cabal coincidencia entre nuestra
concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justicia social
y los principios esenciales de la
Iglesia.
-Un hombre hecho a imagen y
semejanza de Dios, realizando su existencia como sujeto histórico que desempeña
en el mundo una mística espiritual entre los seres de la Creación.
-En este sentido, no sólo
los principios filosóficos guardan plena coherencia; la Iglesia y el Justicialismo
instauran una misma ética, fundamento de una moral común, y una idéntica
prédica por la paz y el amor entre los hombres”.
-No pretendo evaluar
integralmente la concepción de la
Iglesia a los propósitos de un modelo temporal como es el
Modelo Argentino. Pero estoy seguro, eso sí, que el llamamiento de las cartas
encíclicas, las constituciones pastorales y las cartas apostólicas
–particularmente las más recientes- constituyen para nosotros un aporte claro y
profundo. Pienso que, en este terreno, el Modelo Argentino sólo necesita que
ese mensaje sea adoptado eficientemente.
Presento un Modelo Nacional,
Social y Cristiano.
-La ruta que debemos
recorrer activamente es la misma que definen las Escrituras: un camino de fe,
de amor y de justicia, para un hombre argentino cada vez más sediento de
verdad.[2]
Los
conceptos transcriptos guardan coherencia con lo que un cuarto de siglo antes,
Perón había expuesto en la Doctrina
Peronista :
-El cristianismo, que constituyó la primera
gran revolución, la primera liberación humana, podría rectificar felizmente las
concepciones griegas, pero esa rectificación se parecería mejor a una
aportación.
Enriqueció la personalidad
del hombre e hizo de la libertad, teórica y limitada hasta entonces, una
posibilidad universal (…).
Lo que le faltó a Grecia
para la definición perfecta de la comunidad y del Estado fue, precisamente, lo
aportado por el Cristianismo: su hombre vertical, eterno, imagen de Dios”.[3]
En
un momento de crisis profunda de la sociedad argentina, es necesario destacar
que, al margen de preferencias partidistas, el núcleo básico de la doctrina
política del justicialismo puede ser compartida hoy por muchos, y contribuir al
esclarecimiento de los ciudadanos, sin desconocer los errores y desviaciones
ideológicas de quienes han pretendido aplicar dicha doctrina en el pasado.
Precisamente, en la actualidad asistimos a una profunda embestida cultural que
pretende destruir desde el gobierno nacional, las mismas bases de la nación
argentina, en abierta contradicción con los principios del justicialismo.
Constitución
de 1949
La
reforma realizada en esa fecha, por una Convención Constituyente con amplia
mayoría del peronismo no modificó ninguna de las funciones de los tres poderes
clásicos, ni aumentó las atribuciones del Poder Ejecutivo. Al respecto, es
interesante repasar lo expresado por el miembro informante, Dr. Arturo Sampay:
“No
se trata de modificar las instituciones que tiene la República basadas en su
Constitución Nacional; sino adecuar su accionar a la hora presente.”
“El
alma de la concepción política que propicia la reforma constitucional está
inmersa en un dogma que sustenta la primacía de la persona humana y su destino.
Tal como lo proclama Perón tantas veces: El
Estado debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio del Estado.
De esto debemos deducir que el Estado debe promover el bienestar común en
un orden justo.
El
totalitarismo es la contrafigura de esta concepción política, porque degrada al
hombre a la situación de ser instrumento del Estado.
La
aparición de los totalitarismos, uno arengando al sometimiento de la voluntad
personal mediante la premisa del bien común;
otro utilizando el sistema violento de someter a otros pueblos y razas
con el Estado-Dios, amante de la
guerra de conquistas”.[4]
Política pro-vida
En
las actuales circunstancias, en que se promueve activamente el aborto libre, seguro y gratuito, favorecido por
la reciente autorización para la venta del misoprostol en las farmacias, vale
la pena recordar el Decreto 659/74, firmado por el general Perón. En dicho
instrumento legal se disponía el control de la comercialización y venta de
productos anticonceptivos, y se “prohibía el desarrollo de actividades
destinadas, directa o indirectamente, al control de la natalidad”. Además, se
programaba “llevar a cabo una campaña intensiva de educación sanitaria a nivel
popular que destaque los riesgos de las prácticas anticonceptivas”.
Perón
fue el último gobernante en formular una política de población[5],
contenida en el Plan Trienal 1974-77, previéndose medidas para aumentar la
fecundidad, reducir la mortalidad y fomentar la inmigración, con la advertencia
de las serias consecuencias sociales del envejecimiento de la población. Se
creó la Comisión Nacional de Política Demográfica, con la misión de
intensificar el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la población
argentina y su más adecuada distribución territorial. Se fijó el objetivo de
alcanzar los 50 millones de habitantes para el año 2000, meta no lograda
todavía en el 2019.
ATENEO DE ESTUDIOS
NACIONALES
Córdoba,
23-2-19
[1] V.: López, Ernesto. “El
primer Perón”; Capital Intelectual, 2009. Sidicaro, Ricardo. “Los tres
peronismos”; Siglo XXI, 2017.
[2] Op. cit., pp. 135 y 136.
[3] Perón, Juan Domingo. Doctrina
Peronista; Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973, p. 67.
[4] Beccacece, Héctor Nazario. “Comparativo de la Constitución
Argentina 1853-1949”; Edición del autor, 1985, pp. 62/63.