Mientras lo que ha dado en llamarse “el mercado de la salud” crece en su movimiento económico -representó un 6,6 % del PBI y facturó $ 51.730.359 en 2007- y cuando la oferta privada tienta a los sectores de mayores ingresos, el 40 % de la población argentina no tiene cobertura médica.
En el país actualmente hay 16 millones de personas que no acceden al sistema de las obras sociales, mucho menos al privado, y dependen de la atención pública que les toque en suerte, lo que depende habitualmente de la zona en que residan.
El 45 % de los habitantes recibe atención médica a través de su obra social; un 8,3 % contrata servicios particulares de medicina prepaga o mutuales y un 8 % está afiliado al Pami.
El crecimiento del sector estimado para este año será del 25 % y el negocio en su conjunto moverá unos $ 65 mil millones, según un estudio sectorial de la consultora Key Market.
El sistema de las obras sociales es el que más peso tiene en el conjunto: facturó en 2007 $ 16.208.000 que superarían los 20 millones este año, un 31 % del total. Las obras sociales nacionales reúnen a un 32,4 % de la población y las provinciales, a un 15 %. En total contienen 20,3 millones de personas y tuvo el gasto per cápita más bajo: $ 799 anuales, lo que hablaría de un buen rendimiento de recursos.
El Pami es uno de los organismos financiadores que más gasta: en 2007 invirtió $ 4.480.000 para la atención de 3.170.902 personas. Por su parte, las empresas de medicina prepaga y las mutuales facturaron $ 6.119.411 para atender a 3.305.360 personas.
Lejos de dar respuestas, los números plantean preguntas por sí mismos: las prepagas y mutuales dispusieron $ 1.851 per cápita y el Pami $ 1.4l3, mientras que el promedio general fue $ 1.213.
Por su parte, la salud pública (sin Pami) gastó un 28 % del total, los $ 14.706.000 invertidos entre la cantidad de gente que no contó con otro modo de asistencia, que fueron 15.870.389 de personas, indicaría un gasto per cápita de $ 927 si se hace una lectura lineal, pero en este caso la relación no es directa. Estar sin cobertura no significa que automáticamente esta gente se esté atendiendo en centros públicos.
(Clarín, 13-7-08)
En el país actualmente hay 16 millones de personas que no acceden al sistema de las obras sociales, mucho menos al privado, y dependen de la atención pública que les toque en suerte, lo que depende habitualmente de la zona en que residan.
El 45 % de los habitantes recibe atención médica a través de su obra social; un 8,3 % contrata servicios particulares de medicina prepaga o mutuales y un 8 % está afiliado al Pami.
El crecimiento del sector estimado para este año será del 25 % y el negocio en su conjunto moverá unos $ 65 mil millones, según un estudio sectorial de la consultora Key Market.
El sistema de las obras sociales es el que más peso tiene en el conjunto: facturó en 2007 $ 16.208.000 que superarían los 20 millones este año, un 31 % del total. Las obras sociales nacionales reúnen a un 32,4 % de la población y las provinciales, a un 15 %. En total contienen 20,3 millones de personas y tuvo el gasto per cápita más bajo: $ 799 anuales, lo que hablaría de un buen rendimiento de recursos.
El Pami es uno de los organismos financiadores que más gasta: en 2007 invirtió $ 4.480.000 para la atención de 3.170.902 personas. Por su parte, las empresas de medicina prepaga y las mutuales facturaron $ 6.119.411 para atender a 3.305.360 personas.
Lejos de dar respuestas, los números plantean preguntas por sí mismos: las prepagas y mutuales dispusieron $ 1.851 per cápita y el Pami $ 1.4l3, mientras que el promedio general fue $ 1.213.
Por su parte, la salud pública (sin Pami) gastó un 28 % del total, los $ 14.706.000 invertidos entre la cantidad de gente que no contó con otro modo de asistencia, que fueron 15.870.389 de personas, indicaría un gasto per cápita de $ 927 si se hace una lectura lineal, pero en este caso la relación no es directa. Estar sin cobertura no significa que automáticamente esta gente se esté atendiendo en centros públicos.
(Clarín, 13-7-08)