Por Alberto Buela
Nosotros vemos con pena, por parte de los compañeros peronistas que hoy apoyan irrestrictamente al gobierno, el uso abusivo y sin ningún sentido crítico de los términos impuestos por la propaganda política.
La monserga peroniana, aquella de las frases hechos y los lugares comunes, ha alcanzado también a los lúcidos.
Así por ejemplo, cuando no se les cae de la boca el “profundizar el modelo” nos agarra un ataque de caspa, que en escritos de compañeros - que nosotros teníamos por inteligentes - aparezca semejante sandez.
Si esto lo dice Aníbal Fernández, el Jaurectche del kirchnerismo, vaya y pase, sabemos de sus valores intelectuales y sabemos que “de la nada, nada sale”. Si lo dice el ministro Randazzo o alguno de los otros insignificantes ministros que tiene el gabinete nacional, sabemos que “nadie puede dar lo que no tiene”. Pero que lo digan y repitan hasta el hartazgo intelectuales del campo nacional que teníamos por serios, esto indica que la decadencia intelectual y espiritual de la Argentina se profundiza.
El término modelo viene del bajo latín del Renacimiento modello que es el diminutivo de latín modus que significa modo, manera, medida y del que se derivan palabras como moderno, módulo, modelar.
Mientras que el término proyecto viene del latín pro= a favor de, delante de. Así cuando se dice pro nobis o pro patria significa a favor de nosotros o a favor de la Patria, y del sustantivo iectus que viene del verbo iacere que significa yacer, estar tirado, lanzar.
Así modelo etimológicamente significa pequeña medida o una manera limitada de actuar y proyecto aquello que está lanzado adelante o que yace delante de uno. Con qué poco cuánto se aclara.
Ahora yendo al grano, la idea de modelo es una idea moderna, que nace y forma parte de la racionalidad liberal que se instaló en Occidente desde hace trescientos años, aquella que lo ha llevado al abismo de la desmesura.
Así el surgimiento del imperialismo internacional del dinero y el comercio: inglés, francés y holandés de los siglos XVII y XVIII con el sometimiento y explotación de todos los pueblos que han tocado, la colonización anglo-norteamericana del África y América en el siglo XIX (con creces superiores todos sus desmanes, a los realizados por los españoles en 300 años), los zafarranchos del siglo XX con sus dos guerras mundiales, sus genocidios inauditos, los 100 millones de muertos del comunismo y los miles de millones muertos por hambre gracias al capitalismo salvaje son todos productos de la idea de “modelo”.
Porque modelo no es otra cosa que hacer al hombre a la medida de un módulo, de una manera determinada, con una medida establecida y eso es lo que no se puede hacer y cuando se lo quiso hacer salió lo que salió que acabamos de relatar.
Opuesto a esta idea es la de proyecto que viene decirnos que debemos desarrollar un conjunto de actividades coordinadas para el logro de un objetivo en común. Es algo que está tirado por nosotros adelante y que debemos alcanzar. Es aquello que le da sentido a nuestra actividad de conjunto en una sociedad.
En las sociedades de masas, en las sociedades complejas, plurales y variadas en las que tenemos que vivir hoy día, la única posibilidad de realizar una vida social, política, económica y cultural común es a través de la idea de proyecto, cuando este es un Proyecto nacional.
Es que así como en metafísica decimos que el ente es lo que es y el ser, aquello que hace ser al ente. Es lo que pone en acto al ente y le da su sentido, porque el ente para existir debe participar del ser (la famosa idea de participación tan cara a Platón y a los filósofos cristianos), en el politología a la multiplicidad y variedad de partes de la sociedades complejas el proyecto de nación es el que le pone unidad, porque él viene a ser como “el ser de la Nación”, pues una nación no existe sin un proyecto de nación.
El pensamiento progresista o de carácter socialdemócrata para acotarlo, no habla ni se permite hablar de “proyecto” por dos motivos: Primero porque queda limitado a la idea de modelo y no tiene acceso a la idea de participación y entonces piensa la sociedad como multicultural en un pluralismo radical. No concibe el pluralismo participativo que permite la unidad en la diversidad y la pluralidad en la unidad.
En este genuino y auténtico pluralismo participativo el hombre no “forma parte” de un modelo sino que el hombre “es parte” de un proyecto.
Y en segundo lugar porque el progresismo de toda latitud, se piensa a sí mismo siempre adelante, no hay nada delante de él, no existe nada más de avanzada que él mismo, no hay nadie que pueda estar arriba de la cresta de la ola que él, reivindicación que no haya alcanzado. Tiene, entonces, una incapacidad estructural para concebir la idea de proyecto.
politicaydesarrollo.com.ar, 18-05-2011