Emilio J. Cárdenas (Ex embajador de la Argentina ante la ONU)
Evo Morales transformó a Bolivia en uno de esos países del universo bolivariano que “parecen” democráticos pero que, en rigor, no lo son y donde la ficción engañosa del discurso oficial no coincide, para nada, con la realidad.
Esto está ocurriendo en todos y cada uno de los más importantes niveles judiciales bolivianos. Lo que es gravísimo. Me refiero a los tribunales superiores en materia electoral, constitucional, agroambiental y hasta en el propio Consejo de la Magistratura.
Morales convocó a elecciones nacionales para el próximo 16 de octubre, para elegir a todos los jueces del país. Esto es, para reemplazar a los actuales magistrados por otros que le son afines o, peor, que le sean sumisos, cual agentes.
El principio republicano de la independencia e imparcialidad de los jueces es, para él, tan sólo una imposición del odiado capitalismo. La Justicia, como en Cuba, debería ser, cree, sólo un agente más del Estado.
Al inaugurar recientemente el Tercer Encuentro de Mujeres de su país, Morales siguió, respecto de su inocultable purga del Poder Judicial, con sus típicos discursos plagados de falsedades, tratando de explicar lo inexplicable, de disimular lo obvio y de esconder la verdad.
En efecto, dijo: “Las elecciones deben ser para que la Justicia sea para el pueblo”. No para que sea independiente. Tampoco para asegurar su imparcialidad. “Para el pueblo”, pero conforme a los designios del MAS, su partido, el que concentra todo el poder en Bolivia y decide por el pueblo. Con un pensamiento único, que no admite diferencias. Ni matices.
Según Morales, elegir a los jueces en las urnas es algo inédito: “No sólo en Bolivia sino en el mundo, por primera vez será el pueblo el que con su voto elija a los administradores de la ley”, dijo –entre suelto de cuerpo y entusiasmado– evidenciando así su total ignorancia sobre el tema, desde que hay conocidos ejemplos de ello en otras partes del mundo. Que Morales no los recuerde o que quiera ocultarlos, no modifica la realidad. Ni disimula el error o perdona el engaño.
La realidad boliviana, aunque duela decirlo, se aleja cada vez más de la democracia y del Estado de derecho, más allá de la retórica. Y se acerca peligrosamente a ser puramente objeto para la voluntad de un hombre, Evo Morales Ayma , y de su entorno. El autoritarismo se está apoderando, paso a paso, de Bolivia. Inexorablemente, mientras los ineficaces organismos encargados de defender a la democracia siguen en silencio.
La Voz del Interior, 31-7-11