Alberto
Buela (*)
Lo
políticamente correcto es un eufemismo detrás del cual se esconde la censura y
la autocensura intelectual. Censura que se expresa en un relato mentiroso
acerca de lo que ha sucedido con la filosofía en argentina. Una vez más nos
tenemos que ocupar de esta tarea de desmitificación.
Esta
vez un joven profesor de filosofía nos acercó el trabajo malísimo de Clara
Ruvituso: La filosofía alemana en la
Argentina peronista (1946-1955). Y decimos malísimo porque es más que malo.
Falaz, mentiroso, tergiversador, ideologizado, de copia y pega, carente de
investigación y de lecturas sesgadas. Silenciando lo evidente y negando lo
manifiesto. Una verdadera bazofia histórica. Pero eso sí, todo pagado y
prestigiado por los alemanes. ¡Che
vergogna!
La
filosofía alemana en Argentina la introduce Coriolano Alberini, pues lo de
Alejandro Korn fue solo sobre Kant y lo de Ernesto Quesada sobre Spengler.
Luego de Alberini llega su alumno, el capitán Romero y con éste entra Ortega y
las múltiples ediciones en la revista de Occidente de casi todos los filósofos
alemanes de la primera parte del siglo XX.[1]
Estos
son los hechos y ellos son incontrastables facta
non verba.
1.- La
señorita Oscura, porque de Clara no tiene nada, repite como un loro el mito de
que fue Astrada el mayor discípulo que tuvo Heidegger en castellano, ignorando
que lo fue el peruano Alberto Wagner de Reyna, al quien incluso el Mago de
Friburgo le llegó a rendir un homenaje. Tendría que haber consultado la revista
Convivum de la Universidad de
Barcelona. O haber leído a Wagner que tanta incidencia tuvo en su época en
Argentina: miembro informante de los filósofos extranjeros en el 49; Romero le
edita Ontología fundamental de Heidegger en
el 39, el primer trabajo sobre el
Mago de Friburgo en castellano. Recién después vino el del español Olazagasti.
2.-
Ignora que la mayor consecuencia personal del congreso de filosofía del 49, fue
el otorgamiento del doctorado honoris
causa por la Universidad de Maguncia al eximio filósofo cordobés Nimio de Anquín
en 1950. Doctorado sugerido por Fritz Joachim von Rintelen y avalado por el mismo
Heidegger.
3.- Este profesor von
Rintelen, para más católico, fue el director de la tesis de Ricardo Maliandi sobre
Hartmann en la Universidad católica de Maguncia. La señorita Oscura cita el
trabajo de Maliandi La influencia de la
filosofía alemana contemporánea donde el platense “no nombra a ningún
profesor católico”. Qué raro, que no supiera lo de de Anquín, habida cuenta que
estudió con von Rintelen y éste algo lo hubiera contado.
Lo más probable es que
Maliandi (masón y radical como su amado Bollnow) haya actuado de mala fe y haya
querido silenciar lo que ocurrió con los profesores católicos y la filosofía
alemana. Sin ir más lejos no pudo ignorar al padre Sepich y de Anquín, para
Heidegger; a Mandrioni para Scheler; a Héctor Llambías, Gonzalo Casas y Cossio
para Husserl; Arturo Sampay para Schmitt y tantos otros. Así como al profesor
marxista Héctor Raurich, que enseñó en La Plata, y su voluminosa obra sobre
Hegel.
Todo esto confirma mi
dicho sobre Maliandi, y que tantas veces, cariñosamente, le repitiera: “quien
maliandi, mal acaba”.
3.- En su información
sobre el peronismo, la filosofía y la universidad sus principales fuentes son tres
antiperonistas furibundos: Tulio Halperín Donghi, Garzón Valdéz y Loris Zanatta.
Y siguiéndolos, va a sostener el relato oficial que el peronismo persiguió a
los mejores filósofos. Cuando en realidad fue al revés, fue José Luis Romero,
rector de la UBA, y su hermano Francisco Romero los que iniciaron una caza de
brujas a partir del golpe del 55 que derrocó a Perón. Y así fueron expulsados
de la cátedra Miguel Ángel Virasoro, Luis Guerrero, Carlos Cossio, Diego Pró,
Leonardo Castellani, Nimio de Anquín. Hasta a Astrada la ligó, pero el tape
cordobés, en una de sus tan conocidas vueltas carnero, enseguida se acomodó y
siguió trabajando.
4.- La señorita Oscura
sigue insistiendo en obviar lo evidente y del viaje de Astrada a Alemania, se
saltea a de Anquín que usufructuó la misma beca y en los mismos años en
Alemania. Astrada fue a estudiar con Scheler, cosa que no pudo por la prematura
muerte de éste y de Anquín con Cassirer.
La relación entre los
dos cordobeses fue siempre complicada: uno era progresista y el otro
nacionalista. Y como de Anquín que manejaba a la perfección el griego y el
latín, siempre le ganaba todos los concursos, Astrada se tuvo que trasladar a
Buenos Aires.
De Anquín editó de su
bolsillo la revista Arkhé, y Astrada con los dineros de la UBA, Cuadernos de
filosofía.
5.- Cuando sostiene
que: “Uno de los puntos más conservadores del discurso fue la
exaltación de los valores clásicos e hispanistas en la cultura universitaria y
el creciente nacionalismo. Para Perón, la nueva fórmula humanística debía surgir
de la mezcla de la greco-latinidad, la hispanidad y “lo nuevo de nuestra
juventud”. ¿Y qué de malo en ello? ¿O para hacer
filosofía no hay acaso que estudiar a los griegos y los romanos? Un ejemplo de
la cultura de la cancelación.
Esto
me hace recordar a las feministas actuales que en filosofía antigua se niegan a
estudiar a Homero por antifeminista.
6.-
Afirma Oscura muy suelta de cuerpo: “La
llegada del presbítero Hernán Benítez –el sacerdote más cercano al presidente
Perón– y su posición como director de la Revista de la Universidad de Buenos
Aires a partir de 1947 significó la entrada del conservadurismo hispanista a la
filosofía publicada en la casa de estudios porteña” Sin tomarse el trabajo
de leer el índice de la revista donde le publican
en ese año de 1947, por primera vez y no en el 48 como repiten todos los loros,
El mito gaucho a Astrada. Es decir,
que el Mono, así le decían, no tuvo ningún empacho en publicar en una revista
retrógrada, al decir de Oscura, su libro más famoso. Y para colmo comparar el
Mito Gaucho con la Comunidad Organizada es como comparar peras con mandarinas.
Es absolutamente inatingente. Y para engordar el relato de Astrada lo mete al
bueno Kusch con un escrito primerizo de 1952 cuando sus escritos maduran recién
veinte años después.
Se
fija así el paradigma de lo políticamente correcto en el estudio de la
filosofía en Argentina: hay que estudiar Astrada y Kusch, el resto, a tomar por
culo como dicen los gallegos.
7.- En
el más largo capítulo del libro que versa sobre el congreso de filosofía del
49, congreso que nosotros hemos estudiado y trabajado con detenimiento[2] (ejercimos la presidencia
junto con Wagner de Reyna y Diego Pró en 1999 del congreso “50 años de la
Comunidad Organizada y en 2009 fuimos expositores invitados por la Universidad
de Cuyo junto con Roberto Walton para exponer en el congreso “60 años del
primer congreso de filosofía), la señorita Oscura tergiversa prácticamente
todo, así oculta lo que fue evidente y pone de manifiesto sus prejuicios
ideológicos. (está el documento) un pedido formal al secretario del congreso,
Luis Juan Guerrero, del filósofo canadiense Charles de Konninck para disputar
con Astrada, a lo que este respondió que no estaba preparado para la disputa y
que tenía otras urgencias. Una vez más el tape cordobés dio una vuelta carnero.
8.-
Termina el libro en un largo e insulso comentario a los filósofos alemanes, sus
comunicaciones al congreso y sus relaciones con la Argentina.
9.- La
conclusión a la que arribamos luego de una pesada y tediosa lectura del trabajo
de la señorita Oscura es que lo políticamente correcto en la filosofía en
Argentina es trabajar sobre lo escrito por Carlos Astrada y Rodolfo Kusch.
Mechar eso con algún estudio sobre Romero, Fatone y algo de Guerrero. Si es
católico se puede llegar hasta el ideoso del padre Quiles, que de filósofo
tiene lo que yo de chino. Y, lamentablemente, esto es lo que consumen los
jóvenes profesores de filosofía según he podido constatar in situ cum illis.
Eso
sí, los prohibidos son primero y antes que nadie de Anquín y Miguel Ángel
Virasoro. El cordobés como dijera Jauretche por nipo-nazi-
facho-cato-falanjo-peronista y el santafesino por haber demostrado que el
capitán Romero no era ni un filósofo ni nada por el estilo. Un simple
divulgador de ideas ajenas. Y después, todos los ignorados entre los cuales se
destacan Benjamín Aybar, Izurieta Craig, Leonardo Castellani, Gonzalo Casas,
Diego Pró, Alfredo Fragueiro, Pichon-Riviere, Eggers Land, Macedonio Fernández
y un largo etcétera.
[1] Ortega viene con su papá en el 16 donde dicta conferencias con gran
éxito y promueve a los alemanes. Regresa en el 28 para promocionar su fondo
editorial donde publica a los filósofos alemanes (Husserl, Rickert, Brentano,
Dilthey, Driech, Scheler, et alii) y, finalmente, en el 42 donde nadie le da
bola. De Anquín escribe un artículo fulminante ¿Es Ortega un filósofo? No
participa del congreso del 49 porque su compatriota Francisco Romero, como gran
antiperonistas que fue, lo persuade de ello. La función de Ortega se limitó a
lo que hoy llamaríamos “la gestión cultural”, dando a conocer la obra de otros.
[2] Cfr.: Buela, Alberto: Consecuencias
politológicas del Congreso del 49, publicado en infinidad de sitios de
Internet y en el libro Notas sobre el
peronismo, Ed. Grupo Abasto, Buenos Aires, 2007