para restaurar la patria
Juana Bosio
Perrupato
La Prensa,
02.04.2023
Desde antiguo
sabemos que el hombre aprende por mímesis. Los grandes ejemplos han logrado
mover multitudes. La épica ha hallado su fin durante siglos en despertar a los
héroes mediante el ejemplo de otros héroes. Nuestra Patria tiene épica. La
Malviníada, como la bautizó Nicolás Kasanzew, corresponsal de guerra.
Por eso es que
hoy, a 41 años de Malvinas, nos preguntamos qué fue lo que movió a aquellos
bravos hombres a recuperar lo que estaba perdido, a dar la vida por una gesta
gloriosa y justa. Por eso sus testimonios nos dan la respuesta.
Dice Leopoldo Marechal en su
“Didáctica de la Patria”:
Argentino, el nombre de tu Patria viene de argentum.
¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino!
En su metal simbólico la plata
es el noble reflejo del oro principal.
Hazte de plata y espejea el oro
que se da en las alturas,
y verdaderamente serás un argentino.
Nuestros héroes de
Malvinas en verdad supieron ser un espejo de este oro altísimo, ser arquetipos
de un buen argentino, modelos a los que debemos aspirar e imitar. Se hicieron
de plata para dar la vida por el oro de Dios, la Patria y la Familia. Fueron,
como sostiene el poeta, patriotas del Cielo y de la Tierra.
Hoy, más que nunca,
en nuestro presente sumido en el caos y en la iniquidad, tenemos el deber de
“malvinizar”, de recuperar esta épica. De traer al presente constantemente
aquella batalla que unió a los Argentinos ante un enemigo común, que hizo
florecer la piedad y el patriotismo, que dejó a la vista enormes virtudes.
Debemos recordar una y otra vez a nuestros héroes y honrarlos imitando sus
ejemplos. Debemos olvidar toda grieta sin sentido para ubicarnos bajo nuestra
bandera celeste y blanca, bajo el Manto de Nuestra Señora de Luján. Debemos
rezar, también, Seineldín lo sabía y por eso la Operación Rosario. Nosotros no
debemos olvidarlo. Debemos malvinizar.
Cito a la
Profesora Andrea Greco de Álvarez:
“¿Cómo vamos a
malvinizar? Cada uno en su casa, en nuestras escuelas, en los grupos
parroquiales, en los clubes, en los grupos de amigos, en los congresos
juveniles, en las reuniones familiares… Cada uno de nosotros ha de preguntarse
¿qué puedo hacer yo para malvinizar a la Patria? Debiera ser para nosotros una
misión de honor. ¿¡Quién será el que se comprometa más con esta idea!? ¿¡Qué
profesor dejará mejor en sus alumnos una huella más profunda!? ¿¡Qué grupo será
el que más empeño ponga en resaltar los verdaderos ejemplos y virtudes!? Eso es
malvinizar a la Patria”.
Insisto, esta es
una invitación a escuchar a los héroes de la Guerra de Malvinas, a
homenajearlos cada vez que podamos, y sobre todo, a Malvinizar, a difundir esta
causa tan noble, no dejar nunca de gritar a los cuatro viento que son
Argentinas. A soñar que durante nuestras vidas vuelva a flamear nuestra
bandera, alta en las Islas, dejar nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestras
oraciones, nuestra vida por esta causa tan noble, haciendo nuestras las
palabras del Sargento Mario Antonio, “Perro”, Cisnero: “No sé rendirme. Después
de muerto hablaremos”. Que sólo en la muerte encuentren nuestra rendición. O,
si Dios no nos concediera esta Gracia y nuestra vida terminara antes, inspirar
a nuestros hijos a recuperar lo que es nuestro, y si no son nuestros hijos,
serán nuestros nietos y bisnietos. Solo así lograremos restaurar la Argentina y
todo lo que en ella hay de Bueno, Bello y Verdadero.