Por Wendy Selene Perez Becerra
Los laboratorios de drogas sintéticas son toda una novedad en nuestro país. Ya descubrieron uno pero se sospecha que habría muchos más.
La cocina de drogas sintéticas de Ingeniero Maschwitz, descubierta el pasado 18 de julio por una llamada al 911, es sólo una prueba de lo que sucede en el país desde hace ya un tiempo: es un punto de origen en la fabricación de drogas sintéticas y los narcolaboratorios van en ascenso.
“En Argentina se ha registrado un aumento de los decomisos de estimulantes del tipo anfetamínico y de éxtasis”, detalla el Informe de Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2008 (INCSR), elaborado cada año por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Las bandas de tráfico de drogas se instalan aquí por las modernas instalaciones de producción de químicos, porque pueden controlar mejor la pureza del producto final, tienen más disponibilidad de precursores químicos y enfrentan menores riesgos al embarcar la mercadería.
“Como uno de los principales productores de precursores químicos en América del Sur, Argentina es vulnerable a la desviación de éstos al mercado de la producción de drogas ilícitas”, menciona. Y dice que el país es usado para transitar la cocaína (que viene subiendo desde 2006) proveniente de Bolivia, Perú y Colombia a destinos europeos, principalmente a España. Aunque también de heroína que llega de Colombia y se manda a los Estados Unidos. Los estupefacientes entran en Argentina principalmente vía Bolivia pero también por Paraguay y Brasil.
Si el cargamento viene de Bolivia, generalmente llega en transporte terrestre, a través de caminos despoblados; otro porcentaje de drogas, sobre todo cocaína procedente de Colombia, son trasladadas en vuelos comerciales o en pequeñas aeronaves que aprovechan el deficiente sistema de radares en los aeropuertos. Sin embargo, la DEA indica que más de 52 por ciento de las mercancías entran y salen por el sistema marítimo por medio de lanchas rápidas o embarcaciones con sistemas sofisticados. Si el destino es los Estados Unidos, la mayoría pasa por México, donde estructurados carteles se encargan de pasarlas por la frontera en autos y camionetas 4x4. El cálculo de la DEA es que alrededor de 530 toneladas métricas de cocaína llegan a Estados Unidos desde América del Sur, y más del 90 por ciento pasan por tierras aztecas.
“El gobierno estadounidense continuará alentando a la Argentina para que mejore su sistema de radares e implemente una legislación más dura”, afirma el reporte.
“Como uno de los principales productores de precursores químicos en América del Sur, Argentina es vulnerable a la desviación de éstos al mercado de la producción de drogas ilícitas”, menciona. Y dice que el país es usado para transitar la cocaína (que viene subiendo desde 2006) proveniente de Bolivia, Perú y Colombia a destinos europeos, principalmente a España. Aunque también de heroína que llega de Colombia y se manda a los Estados Unidos. Los estupefacientes entran en Argentina principalmente vía Bolivia pero también por Paraguay y Brasil.
Si el cargamento viene de Bolivia, generalmente llega en transporte terrestre, a través de caminos despoblados; otro porcentaje de drogas, sobre todo cocaína procedente de Colombia, son trasladadas en vuelos comerciales o en pequeñas aeronaves que aprovechan el deficiente sistema de radares en los aeropuertos. Sin embargo, la DEA indica que más de 52 por ciento de las mercancías entran y salen por el sistema marítimo por medio de lanchas rápidas o embarcaciones con sistemas sofisticados. Si el destino es los Estados Unidos, la mayoría pasa por México, donde estructurados carteles se encargan de pasarlas por la frontera en autos y camionetas 4x4. El cálculo de la DEA es que alrededor de 530 toneladas métricas de cocaína llegan a Estados Unidos desde América del Sur, y más del 90 por ciento pasan por tierras aztecas.
“El gobierno estadounidense continuará alentando a la Argentina para que mejore su sistema de radares e implemente una legislación más dura”, afirma el reporte.
Lapidario.
El Departamento de Estado evalúa más de cien países y le destina a la Argentina nueve carillas. Allí señala que el país “tiene una fuerte desorganización en las estadísticas sobre el tráfico de drogas y el número de incautaciones, hay falta de transparencia judicial y de funcionarios que no cumplan con la presentación de informes a los que por ley están obligados”. En cuanto al tráfico de estupefacientes, existe un deficiente sistema de radares en los aeropuertos y, en materia legal, queda por avanzar en leyes más duras.
Aunque no hay cifras por esa falta de transparencia y control, la DEA informa que los decomisos de cocaína se mantuvieron igual en el último año, pero subieron el número de laboratorios que procesan el clorhidrato de cocaína (HCl). Y, entre los primeros tres meses 2006, el tráfico de cocaína creció en comparación con el mismo período del 2005.
El gobierno norteamericano ve “avances en materia legal” y “compromiso” por parte de Argentina, pero señala que todavía faltan mejoras porque los índices de confianza en el sistema legal son bajos como consecuencia de las excesivas demoras entre el tiempo de detención y la decisión final de la justicia.
El informe indica que los funcionarios argentinos que apoyan a las organizaciones criminales no se pueden dar a conocer. Se cree que el lavado de dinero, vinculado con el tráfico de drogas, corrupción, contrabando y evasión impositiva, se realiza a través del sistema financiero a pesar de los esfuerzos del Gobierno por detenerlo. Y añade que “las transacciones que se realizan a través de los sectores no bancarios y profesionales, tales como la industria del seguro, los asesores financieros, contadores, escribanos y compañías, reales o ficticias, siguen siendo mecanismos viables para lavar fondos ilícitos".
NuevoEncuentro 31/03/09