Por Annabella Quiroga
Las empresas extranjeras mandan en la Argentina. Un informe reciente del INDEC detalla que, entre las 500 mayores compañías del país –medidas por el valor de producción que generan–, sólo 176 son de capitales nativos. El resto son extranjeras.
La transnacionalización de la economía es un fenómeno que arrancó en los 90 y se profundizó en la década pasada. “A partir de 2003 hubo una extranjerización muy importante que tuvo que ver con los efectos de la devaluación y el consiguiente abaratamiento de las empresas argentinas. Ahí se concretaron muchas operaciones, especialmente con compañías de Brasil y Chile en sectores industriales y de retail”, explica Mauricio Claverí, de la consultora Abeceb.com. Para el economista, el de-sembarco desde los países vecinos fue posible porque las empresas brasileñas y chilenas “tienen un mayor grado de competitividad que las argentinas”.
El relevamiento del INDEC no desmenuza las nacionalidades de las empresas que integran el top 500, sólo distingue entre nacionales y extranjeras. La Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE) abarca minería, industria manufacturera, electricidad, gas y agua, construcción, comercio, transporte, comunicaciones y otros servicios. No se incluyen las empresas agropecuarias, financieras y de servicios personales. Como puede verse en la infografía, la industria es el sector que tiene más peso en este ranking.
El INDEC refleja el impacto que estas 500 empresas tienen dentro de la economía argentina. Este selecto grupo explica el 22% del PBI. El indicador se ubica apenas por debajo del nivel de 2008 (ver infografía). Para entrar a este club, las compañías debieron generar en el año producción por al menos $202 millones.
Los datos correspondientes a 2009 –la última información conocida– muestran que las extranjeras explican, dentro del panel de las 500 mayores empresas, el 79,3% del valor bruto de producción. Y permiten ver que producen más y ganan más que las argentinas empleando a menor cantidad de trabajadores que éstas. Así, las locales, que tienen poco peso dentro del ranking general, ganan relevancia cuando se evalúa la creación de empleo. Siempre dentro del panel, el 36,7% de los puestos de trabajo asalariados corresponde a firmas argentinas.
Además puede verse que, mientras que para el total de las empresas relevadas la participación de la masa salarial en el valor agregado es de 29,2%, para las de capital nacional es del 50%, un resultado que duplica al de sus pares extranjeras.
El sector en el que las extranjeras tienen más peso es minas y canteras: allí, sobre 40 firmas, solo cuatro son locales. En cambio, la menor relación corresponde a alimentos, bebidas y tabaco, donde las compañías se dividen prácticamente por partes iguales.
Otro punto a favor de las nacionales es que, si bien aportan sólo el 18,6% del total del valor agregado del panel, en relación con los resultados de 2008 han alcanzado un crecimiento del 18%, frente al 5,1% de las de capital extranjero.
Lo llamativo es que, dentro de las 500, el valor agregado generado por apenas 4 empresas –que no están identificadas, ya que el relevamiento preserva el secreto estadístico– equivale al 16% del producto bruto.
Mientras la economía argentina se extranjeriza, las compañías nativas pierden influencia dentro del ranking de las 500 empresas más grandes de Latinoamérica. Una prueba de ello es que hace diez años había 76 empresas locales entre las 500 principales. En el ranking de 2009 que realizó la revista América Economía, sólo quedaban 33 argentinas. En cambio, el 45% de las compañías del panel eran brasileras, empezando por Petrobras, que por primera vez lideró el ranking desplazando a su colega mexicana Pemex.
Claverí señala que “Brasil tiene muchas compañías locales competitivas y, por lo tanto, un grado de extranjerización menor que el que exhibe la economía argentina. Mientras las empresas brasileñas se volvieron internacionales, entre las argentinas prácticamente no hubo avances estos niveles”.
Las razones de este retroceso hay que buscarlas en que “a las firmas locales les falta un salto de competitividad a nivel industrial”. A esto se suman los efectos de las sucesivas crisis que atravesó el país en las últimas décadas.
De ahora en más no es esperable que la extranjerización se profundice. “Estamos en un etapa distinta, el furor del ingreso de empresas extranjeras se dio hasta 2007 o 2008. Quedan menos empresas en condiciones de ser vendidas y ya no son tan atractivas: se valorizaron y no están tan baratas”, dice Claverí.
Pero acota que mientras el mundo desarrollado siga con problemas y los emergentes muestren un crecimiento más fuerte, “la Argentina va a seguir siendo atractiva para los capitales extranjeros. Tal vez no para los regionales, pero sí para empresas europeas, norteamericanas e, incluso, chinas”.
Clarín, 16-1-11