Por Héctor GIULIANO
(22.2.2017)
En la actualidad la
Argentina vuelve a acercarse a tener los niveles históricos más altos de Reservas
Internacionales (RI) en el Banco Central (BCRA): hoy estas reservas ascienden a
50.800 MD (Millones de Dólares - con redondeo - según datos de la prensa al
22.2).
Cuando asume el
gobierno Macri, en Diciembre de 2015, el saldo de las reservas heredado de la
administración Kirchner era de unos 25.000 MD.
Ergo, el quantum de
tales reservas hasta la fecha se ha duplicado.
Pero ocurre que este elevado
monto de divisas que constituyen las reservas de la Argentina no es propio del
BCRA sino producto de haber tomado sistemáticamente deuda – directa e indirecta
- para sostenerlo.
En base a la última
información oficial disponible del BCRA – al 15.2 - el cuadro de situación de
la posición de reservas propias del BCRA es el siguiente:
- El
stock total de reservas es de 48.600 MD (≡ 751.800 M$-Millones de Pesos,
al tipo de cambio mayorista de 15.46 $/US$). Pero:
- A este importe hay que restarle los
encajes bancarios depositados como cuentas corrientes en el BCRA, que
suman 23.650 MD.
- Y
también hay que restarle las deudas por Otros Pasivos (fundamentalmente el
swap de monedas con el Banco Popular de China) por 12.350 MD.
- Descontando
este subtotal de 36.000 MD (por ambos conceptos) del total de las Reservas
brutas – los 48.600 MD del punto 1) - el
stock neto o stock de reservas
propias del BCRA queda reducido a 12.600 MD.
- Más
si a este saldo se le resta además la deuda cuasi-fiscal por Lebac – que
son pasivos de corto plazo emitidos en gran escala por el BCRA y que suman
hoy 726.600 M$ (≡ 47.000 MD) - tenemos
que el saldo real de reservas propias
pasa a ser ya muy fuertemente negativo: 34.400 MD (-).
¿Por qué restamos las
Lebac del stock de reservas netas?
Porque estas
obligaciones – cuya finalidad teórica es regular la Oferta Monetaria – en la
práctica son un subproducto obligado de la política cambiaria y no de la
política monetaria directa del BCRA:
a) Porque
una parte de las reservas se compran o pueden comprarse – como en los tiempos
del kirchnerismo – con emisión de pesos sin respaldo, cuyo contravalor son las
divisas que ingresan; pero estos pesos emitidos se absorben inmediatamente
vendiendo Lebac al grupo oligopólico (u oligopsónico) de los grandes bancos que
operan con estos instrumentos de deuda en la plaza argentina.
b) Porque
igualmente se utiliza en forma masiva la operación inversa, esto es, la
colocación de Lebac para absorción o esterilización de los pesos que se emiten
por el ingreso de divisas – que es la variante utilizada hoy esencialmente por
la administración Macri – aunque con la importantísima observación de que tal
ingreso de divisas corresponde no sólo a tradicionales liquidaciones de
exportaciones (en su mayoría agro-pecuarias) sino fundamentalmente a moneda
extranjera que entra al país por la toma creciente de deuda externa y por el
ingreso de capitales especulativos o golondrina que lo hacen para lucrar con el
arbitraje entre tipos de cambio y tasas de interés: con dólar estable y
retrasado combinado con tasas de interés locales extraordinariamente altas (del
orden del 24-25 %).
c) Porque
el aumento de la Base Monetaria (BM) derivado de la pesificación de divisas de
las reservas sirve para presentar una paridad teórica – o tipo de cambio
aparente – más baja que la real: 17.20 $/US$ (BM 835.300 M$ / IR 48.600 MD).
(*)
Y esta última
relación – sostenida artificialmente con la toma de deuda externa y la entrada
de capitales financieros de corto plazo – se mantiene para aguantar la política
de atraso cambiario del BCRA.
¿Y por qué la
autoridad monetaria – a cargo de Federico Sturzenegger – se empeña en sostener tal
retraso del tipo de campo o política de
dólar barato?
Porque la administración Macri se encuentra total y
absolutamente condicionada por su política
institucional de gobernar con deuda – primordialmente nueva deuda externa –
y para ello necesita un tipo de cambio bajo ya que el Estado Argentino recauda
en pesos y tiene que convertir esos pesos a moneda extranjera para pagar los
servicios de las deudas con el extranjero.
De allí que el
gobierno dependa de mantener el retraso del tipo de cambio porque, caso
contrario, no podría garantizar el pago de esos servicios de la deuda externa –
servicios de los que sólo se abonan los intereses porque el capital o principal
se refinancia totalmente (hasta el último centavo) y además se coloca deuda
adicional - de modo que la actual
política de dólar barato queda atada al cordón
umbilical del capital especulativo internacional, cuyo flujo determina así
el sentido de toda la política financiera local del BCRA en materia monetaria,
cambiaria y bancaria.
Por eso decimos que el gobierno Macri no defiende hoy el valor
del peso argentino – gravemente carcomido por un proceso inflacionario que
su administración no sabe frenar y que, como agravante, retroalimenta con la
falta de controles de precios, con el aumento extra-ordinario de las tarifas de
servicios públicos y con el nivel elevado de las tasas de interés – sino que, en
lugar de preocuparse por el valor del peso su objetivo central es defender el
valor del dólar a través de la apreciación del peso.
Debido a que si el
gobierno incurre en una nueva macro-devaluación – después del fracaso de la
devaluación de Diciembre de 2015, que se licuó con el traslado masivo a precios
de dicha devaluación – nuestro país no sólo corre el riesgo de quedar
desubicado dentro del circuito perverso de refinanciación permanente de su
deuda en moneda extranjera sino que arriesga además la posibilidad cierta de caer
en un nuevo default o cesación de pagos.
Éste es el principal
problema de fondo financiero-fiscal de la administración Macri, un problema que
las autoridades tratan de ocultar a la opinión pública en complicidad con todos
los grandes medios de prensa del establishment y también – salvo honrosas pero
minoritarias excepciones - con la complicidad de la partidocracia política con
representación parlamentaria; asociados todos en el enmascaramiento de la nueva
crisis de Deuda que vive nuestro país.
Esta dependencia
estructural o institucional del Sistema de Deuda perpetua – como lo venimos
observando hace tiempo – compromete no sólo la estabilidad financiera sino
también la estabilidad política del gobierno Macri; con el agravante que esta
vulnerabilidad se acentúa en el presente año electoral.
(*) NOTA:
En los hechos, la
deuda por Lebac expresa el costo financiero de la política de contención del
tipo de cambio por parte del BCRA dado que si éste no mantuviera su régimen de
altas tasas de interés locales tales fondos migrarían en masa al mercado del
dólar, provocando la suba de la paridad, con riesgo cierto de una nueva
macro-devaluación del peso para tener que corregir o blanquear el retraso
cambiario que hoy se sostiene con deuda.
Esta política de
altas tasas de interés para frenar la corrida hacia el dólar produce y agrava
el cuadro de situación económico-financiero de la Argentina:
a) Porque
– con el argumento de la lucha anti-inflacionaria – se incrementan las tasas de
interés, que son también un factor de inflación porque se trasladan al sistema
de precios a través del costo financiero de las empresas.
b) Porque
esta política tiene efectos recesivos directos sobre la actividad productiva,
manteniendo el esquema de estanflación (estancamiento con inflación) que sufre
nuestro país. Y
c) Porque
sustrae enormes sumas de dinero de capacidad prestable a la actividad privada
productiva, que va a parar así a sostener el sistema de servicios de la Deuda
Pública y a subsidiar el negocio y la rentabilidad de los bancos.
La
deuda cuasi-fiscal del BCRA por Lebac constituye así la fuente de sangría financiera más relevante del
Estado Argentino después de la Deuda de la Administración Central.