y la Escuela de Frankfurt
Dr. José Santiago Di Bari
Mendoza, Argentina
Se conoce como
la escuela de Frankfurt a un grupo de investigadores que adherían a Hegel, Marx
y Freud, y cuyo centro estaba en el Instituto de investigación Social,
inaugurado en 1924 en Frankfurt.
El martes 5 de
octubre de 2010, la presidenta Cristina Fernández Wilhelm firmó un convenio de
investigación con la escuela de Frankfurt.
Fundada gracias
al mecenazgo del multimillonario argentino de origen alemán Félix Weil, se
hicieron representantes de la “teoría crítica” la cual debe entenderse como un
aspecto de la práctica, denominado también “marxismo cultural”.
La obra esencial
de este instituto fue el ensayo “Dialéctica de la ilustración”, editada entre
los años 1944 y 1947 por Adorno y Horkheimer. Estos ideólogos y filósofos
decidieron trascender las fronteras del positivismo del materialismo vulgar y
la teoría fenomenológica, a través de un retorno a Kant y sus sucesores en el
idealismo alemán, fundamentalmente Hegel.
Los doctrinarios
más famosos de este grupo fueron Adorno, Marcuse, Fromm, Habermas, Schmidt. Por
supuesto todos teóricos inmanentistas, quienes por ser ateos han roto toda
vinculación con el “allende”, con lo absoluto en cuanto trascendente, es decir
con Dios.
El marxismo
cultural, modernamente, ya no va dirigido al proletariado, sino a los hijos de
la alta burguesía y las clases medias. Se reformula así la lucha de clases. La
clase pasa a definirse en función del grupo cultural al que se pertenece y deja
de determinarse en función de la propiedad de los bienes de producción.
Fidel Castro lo
dijo en Córdoba durante su última visita a Argentina, antes de enfermar: “la
revolución ya no necesita de la violencia”. Por supuesto que debe entender esto
de la siguiente manera: “salvo que peligre la revolución”.
La República
Argentina, a través de la Secretaría de Cultura de la Nación, de la Biblioteca
Nacional y del Sindicato Unificado de Docentes de Córdoba, firmó un convenio,
pasado el mediodía del 5 de octubre del año 2010, en el Hotel Frank Furter
Hoff, el más elegante de Franckurt, con esta escuela o instituto de
investigaciones sociales.
La presidente
Fernández Wilhelm estuvo acompañada en esa oportunidad por Mempo Giardinelli,
periodista de cuño marxista leninista, periodista de Página 12, también por
Ricardo Forster –de Carta Abierta-, también izquierdista, y de Horacio
González, director de la Biblioteca Nacional.
Según cuenta
Mempo Giardinelli, cuando ingresó la presidenta, dijo: “Qué linda gente que hay
aquí”; luego les habló a los intelectuales allí reunidos, con gran solvencia,
sobre el conocimiento de lo que era el marxismo. Su oratoria –dijo Giardinelli-
duró media hora.
La escuela de
Frankfurt, para afianzar el marxismo cultural, diseñado por Antonio Gramsci, es
decir “la revolución cultural”, dio “recomendaciones para la transformación y
disolución de la Europa Cristiana”, y entre otras cosas, propuso las siguientes
pautas:
Fomentar la
desintegración familiar.
Hacer depender a
los ciudadanos del Estado o de los beneficios del Estado.
Mantener un
sistema legal desacreditado, con prejuicios contra las víctimas del delito.
Promocionar el
vaciamiento de las Iglesias.
Promover el
consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
Promover
migraciones para destruir la identidad.
Fomentar la
destrucción de la autoridad en los colegios y universidades.
Suscitar la
invención de delitos sociales.
El cambio
contínuo para crear confusión.
Fomentar la
homosexualidad en los niños.
Este decálogo
tiene mucha relación con aquel escrito por Lenin en 1913:
Corromper al a
juventud y exacerbar la libertad sexual.
Infiltre y
después controle todos los medios masivos de comunicación.
Divida a la
población en grupos antagónicos, incitando a la discusión sobre asuntos
sociales.
Destruya la
confianza del pueblo en sus líderes.
Hable siempre
sobre la democracia, pero si llega la oportunidad asuma el poder sin
escrúpulos.
Colabore con el
vaciamiento de los dineros públicos y provoque la inflación.
Promueva huelgas
aunque sean innecesarias e ilegales.
Promueva
disturbios y contribuya para que no sean reprimidos.
Ayude a destruir
los valores morales y la creencia en las promesas de los políticos y de los
gobernantes.
Registre a los
que tienen armas de fuego, para su posterior confiscación, a fin de impedir
cualquier resistencia.
Como se podrá
apreciar, la línea de comportamiento del revolucionario, debe ser
necesariamente proteico: “cambiar de forma constantemente”, y protervo
(obstinada en la perversión).
Esto corrobora
que la pretendida filosofía marxista es, sobre todo, una metodología para la
destrucción de la sociedad por una pretendida acción revolucionaria.
Nada dicen los
marxistas sobre cómo deberá ser el comportamiento del revolucionario cuando
llegue al poder.
Esta hipótesis
está contemplada en lo que se denomina “dictadura del proletariado”, en donde
se habilitan todo tipo de arbitrariedades, perversiones e injusticias; es
decir: nadie que no sea de la secta y presente resistencia, quedará con vida;
luego se continuará con la propia tropa; si hay disidencias –aunque sean éstas
de aspectos formales- o si no hubiera la adhesión inequívoca al personalismo al
jefe del poder de turno.
Cuando la
presidenta Cristina Fernandez Wilhelm dijo “soy absolutamente hegeliana” en
ocasión del congreso de Filosofía de San Juan, en 2007, no lo hizo porque Hegel
hablara bien en sus obras de las mujeres que ejercen el poder, todo lo
contrario, se declaró hegeliana porque es consciente de la fuerza que tiene el
choque dialéctico, tanto para destruir como para construir el poder y derrumbar
así todos los valores tradicionales.
Cuando se ideó
“el mundo uno”, el politicólogo polaco Zbigniew Brzezinski, tenía diseñado que
el nuevo orden mundial se edifique sobre una sociedad tecnotrónica, con
‘humanismo marxista’.
Cabe aquí
consignar que la escuela de Frankfurt, durante la II Guerra Mundial, funcionó
hasta el año 1950 en los Estados Unidos, financiada por la Fundación
Rockefeller, Brzezinski y Carter.
Si alguien cree
que la presidente Fernández Wilhelm está desequilibrada, incoherente,
contradictoria y no sabe lo que dice o hace, podría llegar a equivocarse.
Detrás de ella hay asesores que auspician y controlan el cumplimiento de las
recomendaciones de la escuela de Frankfurt y el decálogo de Lenín.
Todo está
perfectamente planificado para que así ocurra, desde su sobreactuación en los
actos públicos hasta la inflación que propicia y fomenta. Ella encarna un
“personaje” que muestra por cadena nacional, pero su verdadera personalidad no
la conocemos. El kirchnerismo busca la acumulación del poder (“vamos por
todo”), pero también busca el constante choque dialéctico (con las provincias,
ejemplo: Córdoba –De la Sota-, Santa Fe –Binner-, Buenos Aires –Scioli-;
Capital Federal –Macri-; con la Iglesia Católica, los Sindicatos, las Fuerzas
Armadas, las personas particulares, etc. ), Ellos entienden que destruyendo se
construye.