en EEUU
publica un artículo en defensa del comunismo
Por Carlos Esteban
Infovaticana, | 25 julio,
2019
‘La defensa católica del
comunismo’ es el artículo aparecido en el último número de la revista America,
órgano de los jesuitas en Estados Unidos, en el que Dean Dettloff hace una
encendida defensa del comunismo como una ideología no solo compatible con la
doctrina católica, sino idealmente adaptada a sus fines.
Dettloff excusa de un
plumazo el horror de muertes, represión, opresión y miseria que ha causado el
socialismo real en el mundo -como, por otra parte, hacen todos sus
correligionarios- y se centra en la teoría marxista para concluir que es una
valiosa expresión política del mensaje evangélico.
“Los comunistas persiguen el
bien cuando son peligrosos”, concluye Dettloff. “Se oponen a un sistema
económico basado en la avaricia, la explotación y el sufrimiento humano,
afligiendo a los opulentos y consolando a los afligidos. Y en un mundo dominado
por una economía de muerte, una economía que está arruinando nuestra “casa
común”, como nos dice el Papa Francisco, e imponiéndose como fin de la
historia, debemos añadir: es cuando los comunistas se vuelven peligrosos cuando
son buenos”.
Aunque las palabras de
Dettloff puedan recordar vagamente a las del Papa Francisco cuando declaró que
“son los comunistas los que piensan como los cristianos”, la idea de que se
pueda plantear en serio en una publicación católica supuestamente ortodoxa una
doctrina no solo evidentemente incompatible con toda religión, la que con más
saña la ha tratado de desarraigar durante un siglo, sino también solemnemente
condenada por la Iglesia, resulta desconcertante y es un indicio más de la
deriva hacia la confusión de los últimos años.
En la encíclica Quod
Apostolici Muneris, ya León XIII definía al comunismo marxista como una “mortal
enfermedad que se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad
humana, poniéndola en peligro de muerte”. El Papa Pío XI, en Divini Redemptoris,
definió al comunismo marxista como “intrínsecamente perverso, y no se puede
admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que quieran
salvar de la ruina la civilización cristiana”. Adviértase lo tajante de la
expresión: no es lícito colaborar con esta ideología que define como
intrínsecamente mala.
En el mismo documento, el
Papa Pío XI denuncia que se realiza en favor del comunismo “una propaganda
realmente diabólica como el mundo tal vez nunca ha conocido”. Esa propaganda
echa mano no sólo de la mentira sino también de la simulación, del trabajo de
zapa y hasta de la introducción de Caballos de Troya ideológicos. Así, por
ejemplo, los revolucionarios, “con diversos nombres que carecen de todo
significado comunista, fundan asociaciones y publican periódicos cuya única
finalidad es la de hacer posible la penetración de sus ideas en medios sociales
que de otro modo no les serían fácilmente accesibles”.
De igual forma el Papa Pío
XII autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a
cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista. Antes de
excomulgar a los comunistas, Pío XII había señalado en su correspondencia con
el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el peligro que la
Iglesia veía en la expansión de la Unión Soviética, y había combatido su
ideología. Después de la guerra, el Santo Oficio condenó el comunismo marxista
el 1 de julio de 1949 y excomulgó a sus seguidores. En la misma línea insistió
en el deber de los cristianos de dar su voto a personas de segura fe católica.