del petróleo de Venezuela y
un mito que se derrumba
Por Laureano Pérez Izquierdo
Infobae, 1 de septiembre de
2019
Vladimir
Putin y Xi Jinging descansan tranquilos cuando de petróleo se trata. Más allá
de sus problemas internos -que aún no despejan- saben que cuentan con una
lejana aunque corpulenta reserva de crudo para continuar explotando. Es la que
les obsequia Nicolás Maduro en una empobrecida Venezuela. La ironía es trágica:
se calcula que bajo aquel rico terreno existen reservas por un total de al
menos 25 trillones de dólares, a valor actual.
A los distantes líderes no
les preocupa demasiado si el dictador comete más o menos crímenes contra la
Humanidad. O si la población padece hambre. No piensan condenarlo por ello o
retirarle sus apoyos. No por ahora. No hasta asegurarse que quien lo reemplace
en el poder preserve los acuerdos. Y si este heredero descendiera de la
genealogía chavista, mucho mejor. Por el momento el hombre que habla con
pájaros rechaza las ofertas de un exilio dominicano: prefiere trabar alianzas
con "narcoterroristas" de las disidentes Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN),
como denunció el presidente colombiano Iván Duque.
Mientras tanto, día a día
miles de barriles navegan con rumbo a las costas rusas y chinas. El precio no
es el del mercado, desde luego. Es mucho menor. Los favores son incontables e
incalculables en términos monetarios. Rosneft -la gigante mimada por Vladimir
Putin– acudió en ayuda de su golpeado socio para intentar rescatarlo de las
sanciones y el embargo impuesto por los Estados Unidos contra jerarcas
venezolanos y empresas que allí operan. Se convirtió en su principal
comercializadora. Se cree impune a las amonestaciones norteamericanas por
operar a través de sus filiales.
La corporación tiene sus
razones. Diariamente Caracas le paga una fortuna con sus recursos naturales.
PDVSA redujo su deuda a 1.100 millones de dólares al cierre del segundo
trimestre, desde los 1.800 millones al fin del período que comprende enero a
marzo de este año. De continuar a este ritmo, Rosneft se aseguraría el saldo
completo hacia fin de año.
China pareciera más medida.
En la tormenta que intenta capear producto de su guerra comercial busca no
ganar conflictos. Por caso, decidió posponer hasta octubre convenios esperados
para agosto. PetroChina, la estatal oriental, decidió reagendar la partida de
siete buques petroleros por dos meses. Quizás una vez llegada esa fecha, vuelva
a suspender el cargamento transoceánico.
Sin embargo, de esta medida
no se infiere que el negocio chino en Venezuela esté acabado. Lejos de eso. El
régimen dice haber convenido un inédito pacto para un rendimiento de 120 mil
barriles diarios. La "inversión" sería de 3 mil millones de dólares.
Las regalías serán infinitamente mayores en el mediano plazo. Los números no
son cristalinos en la economía bilateral. Más: Maduro promueve una joint venture
con la casa matriz de PetroChina, la partidaria Corporación Nacional de
Petróleo de China más conocida por sus siglas CNPC. En conjunto crearían una
nueva unidad de negocio que podría equivaler a 65 mil toneles cada 24 horas.
Los beneficios no terminan
allí. Tanto Rusia como China cierran además tratos que les permiten ingresar su
tecnología y personal en las abandonadas refinerías que tiene PDVSA. Serán los
encargados de recuperarlas. Nada será gratis. Cuba e Irán igualmente reciben
frutos de la dictadura, aunque a otra escala.
El mapa de las bases
petrolíferas en la Cuenca del Orinoco mutó de manera significativa en los
últimos 15 años. Hasta 2004 -con el chavismo en el poder desde hacía ya un
largo tiempo- la mayoría de los inversores que se habían afincado allí casi un
siglo antes eran en su mayoría europeos, norteamericanos y locales. Asimismo en
el perímetro del Lago de Maracaibo. Los futuros socios no habían depositado ni
un céntimo aún.
Pero todo cambió. Casi de
una mañana a la otra. Las alianzas tejidas por Hugo Chávez transformaron de
forma abrupta esa geografía y las banderas que allí flameaban. Fidel Castro,
Mahmoud Ahmadinejad, Vladimir Putin y Hu Jintao -con Xi Jinping detrás- se
convirtieron en los más estrechos consejeros políticos del caudillo antes de
que terminara la primera década del siglo XXI. Ninguno de ellos daría la vida
por ideas relativas a la libertad individual y la democracia.
También sus históricos
inversores experimentaron una transfiguración. En apenas cinco años, en 2009,
el plano del Río Orinoco pasó a ser muy distinto. Socios chinos y rusos fueron
recibidos con un tendido de alfombras único en detrimento de otras que
padecieron un insoportable bullying estatal. Diez años después, la presencia de
estas naciones tan lejanas es casi absoluta allí.
Rusia mantiene bajo su poder
en la actualidad unos 2.000.000 acres netos con unos 6 billones de barriles de
reservas. China, en tanto, unos 900 mil con 11 billones. Irán, 600 mil con 2
billones y Cuba, por su parte 1.300.000 acres netas con 3 billones de reservas.
Las sanciones impuestas el 5 de agosto por Donald Trump afectan a todas las
empresas, cualquiera sea su bandera. Incluso a las cinco norteamericanas que
todavía operan allí. El movimiento de ellas quedó muy comprometido. ¿El
argumento de que la Casa Blanca se involucra en la crisis venezolana en busca
de una ventaja exclusiva para las compañías de los Estados Unidos es tan solo
un mito? El uso universal de las amonestaciones así lo demostraría.
"Los Estados Unidos
están cerca de ser exportadores neto de petróleo, por lo que ya no tiene tanto
interés estratégico por acceder a reservas petroleras como antes o como
China", señaló a Infobae Francisco Monaldi, académico en Baker Institute,
uno de los centros de estudios petrolíferos más importantes del planeta con
sede en Houston.
Para el especialista es
menor centrar el debate en torno al conflicto venezolano en términos económicos
para la Casa Blanca. "Creo que es extremadamente simplista pensar que la
motivación de la política exterior (de Washington) con respecto a Venezuela
está centrada en que sus empresas controlen las reservas. Al final, las
empresas occidentales toman sus decisiones en función de la rentabilidad
económica y no de consideraciones geopolíticas. Por ejemplo, hoy en Iraq las
compañías norteamericanas no son las principales productoras".
El próximo 25 de octubre
vence la exención que les permite a esas sociedades continuar su trabajo allí.
¿Se renovará? De abandonar el país es probable que Rusia o China asuman ese
vacío. Rosneft es gran candidato a cumplir ese rol: pretende hacerse del 30 por
ciento de Petropiar, hoy en manos de Chevron. El resto lo posee PDVSA.
La estatal venezolana que
alguna vez supo ser pionera en materia energética y motivo de orgullo hoy se
desploma. Sus plantas están descuidadas y su producción gotea. Apagones de
electricidad, corrupción estructural, robos y falta de insumos han provocado
una debacle en su productividad. "Es una sombra de lo que fue",
sintetiza un ejecutivo de empresa que a diario debe contener a sus empleados de
la desazón y que conoce como pocos la maltrecha industria de aquel país.
"Para recuperar niveles
de producción de 3 millones de barriles diarios, se requeriría casi una década
y una inversión de unos 150 mil millones de dólares", explicó Monaldi.
"La mayor parte de esa inversión tendría que ser privada porque PDVSA esta
quebrada. Se requeriría un marco institucional más atractivo", remarcó.
En tanto, una luz de alarma
comienza a encenderse. Es ambiental. A la catástrofe en el Amazonas que
ensombrece al gobierno de Jair Bolsonaro y somete fundamentalmente a América
Latina, hay que sumarle el deterioro en infraestructura que se manifiesta en
refinerías rusas y chinas. Las primeras, sobre todo. ¿Cuál es el nivel de
seguridad que poseen las firmas de aquellos países que se instalan en la
cuenca? ¿A qué estándares internacionales responden? Es un misterio.
"Esperemos que no sean los mismos de Chernobyl", ironiza preocupado
otro empresario del sector. Lo cierto es que en los últimos meses se han
registrado derrames periódicos en Maracaibo, emisiones tóxicas y hasta
explosiones. La mayoría de ellas fueron encubiertas.