Gustavo Blutman
La Nación, 30 de agosto de
2019
Hinchar por el Estado es
pensar en el futuro. Por más liberal que sea un país, el papel del Estado y las
decisiones de intervención se encuentran siempre presentes. Europa, Japón,
Estados Unidos y los diferentes países desarrollados apuestan, alientan
(hinchan) por un Estado presente.
La anécdota de hinchar viene
de un utilero del club Nacional de Montevideo, Uruguay, que inflaba (hinchaba)
a pulmón las pelotas para los partidos y se encargaba de alentar a su equipo.
Nuestras sociedades requieren de un Estado dinámico que esté a la vanguardia de
las decisiones y en el que los ciudadanos sean partícipes, es decir, hinchas.
El Estado que se espera
tiene en radar tres modelos factibles. El Dogma (ortodoxia liberal): su foco es
el mercado, su modelo de gestión es la nueva gerencia pública y plantea que de
la crisis se sale con ajuste; el Camino Sinuoso (heterodoxia socialdemócrata):
plantea reformas y continuidades en lo que hace a la visión liberal tradicional
con un eje en la sociedad civil; la participación es uno de los elementos de su
propuesta. Finalmente, Regreso al Futuro (heterodoxia populista): se
caracteriza por resaltar el papel del intervencionismo estatal; rige un esquema
de gestión neoweberiano.
Dejamos de lado modelos que
no son visibles en los análisis prospectivos: sistemas autoritarios y/o
militaristas extremos, izquierdas de visión internacionalizante; como tampoco
seguidores de utopías de base ecologista o comunitarista.
Aunque no es posible
profetizar sobre el futuro del Estado, sí podemos considerar qué es posible,
probable o cuál sería el Estado deseable. No debemos descartar, sin embargo,
los "cisnes negros" que nos dan el marco de imprevisibilidad de los
procesos sociales difíciles de adelantar. La distancia entre el futuro y la
realidad no necesariamente se origina en errores metodológicos, sino que puede
deberse a la imposibilidad de controlar todas las variables de la dinámica
social y, consecuentemente, anticipar el futuro con certeza tranquilizadora.
De todas maneras, los
primeros tres modelos mencionados pueden tener acercamientos que permitan
encarar acciones conjuntas y colaborativas. El ejemplo más concreto apunta a
considerar consensos para lograr una función pública profesional para la
Argentina del siglo XXI, iniciativa que reúne a más de 600 expertos,
profesionales, responsables de diferentes organizaciones públicas,
universidades y organizaciones de la sociedad civil, cuyos objetivos apuntan a
alcanzar la igualdad y transparencia para los concursos de los funcionarios
públicos, un servicio civil profesional, planificación estratégica, un régimen
de funcionariado civil superior de carrera; además de evitar la discriminación
-en especial en materia de género- y la precarización o subcontratación laboral
abierta o encubierta; invertir en capacitación y actualización tecnológica, y
jerarquizar y fortalecer los órganos a cargo de la gestión de las políticas de
la función pública.
Si bien un abordaje racional
puede aportar un paisaje relevante sobre el porvenir, ni éste es completo ni
tenemos herramientas para determinar si será definitorio. Proyectar el porvenir
no es un ejercicio libre e inocente, pues en esa proyección influyen las condiciones
materiales, históricas y simbólicas. Además, el posicionamiento se elabora a
partir de diferentes lentes ideológicos. Por ello las acciones a seguir
deberían responder a cómo encarar futuros deseables, por los cuales deberemos
hinchar en conjunto los ciudadanos.
Doctor en Ciencias
Económicas. Profesor titular regular de Administración Pública FCE-UBA. Coautor
de El futuro del Estado en Argentina