Oscar E. García
Informador
Público, Ago 30-2022
El Mar Argentino
se convierte en una verdadera ciudad flotante con los innumerables buques
pesqueros provenientes de países extranjeros, principalmente de bandera china,
que se instalan de manera creciente para llevar a cabo la captura de las
distintas especies marinas, actividad que se realiza comúnmente de forma ilegal
porque los buques navegan de modo prohibido dentro del límite territorial de
las 200 millas marinas realizando la pesca en aguas en las que el país ejerce
soberanía con derechos de exploración, explotación, conservación y
administración sobre los recurso vivos y no vivos.
Solamente la pesca
ilegal de calamar le produce al país una pérdida anual superior a 2.000
millones de dólares, cifra que se acrecienta significativamente con el resto de
las especies capturadas a lo largo de un año.
Además, la pesca
se desarrolla poniendo en serio peligro la sustentabilidad de los recursos
marinos porque la actividad se despliega de manera desaprensiva y sin respetar
los tiempos de desarrollo de las especies que habitan el mar.
La Armada
Argentina adquirió últimamente cuatro patrulleros para fortalecer el control de
la pesca ilegal de las flotas pesqueras chinas que navegan dentro de los
límites marítimos argentinos depredando sus recursos ictícolas.
Sin embargo, el
presupuesto del gobierno para el año 2022 disminuyó los gastos en defensa en un
18.50% lo que obliga a la Armada a reducir su funcionamiento a la mínima
expresión impidiéndole cumplir con sus funciones básicas, lo cual compromete la
apropiada defensa del mar territorial ya que los recursos disponibles no
permiten que la totalidad de la flota lo patrulle adecuadamente, con el
consiguiente perjuicio económico y político para la Argentina.
A raíz de ello,
recientemente Alberto Asseff, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara
de Diputados, manifestó que los buques oceánicos adquiridos a Francia
continuarían amarrados en la Base Naval de Mar del Plata en vez de estar
controlando la pesca ilegal y que, además de los extranjeros, hay pesqueros
argentinos que cruzan la milla 201 para vender su producto a precio de dólar
real para luego regresar a puerto argentino con escasa pesca para consumo
interno, lo que redunda en problemas para la economía regional y el normal
provisionamiento de tales alimentos en el país.
Los ministros de
Defensa y de Economía deberían prestar especial atención a este serio problema
y focalizarse en la ejecución de las acciones necesarias para dotar de los
recursos necesarios a la Armada Argentina para que la totalidad de la flota
pueda operar completamente en el territorio marítimo de modo de preservar los
recursos ícticos y evitar la exportación ilegal con la consecuente pérdida de
divisas tan necesarias en la actualidad para las reservas del Banco Central de
la República Argentina.