Sobre la carta del P. Gustavo Morello s.j.: “Menéndez, el cristianismo y la revolución”
La Voz del Interior, 4-8-08
La Voz del Interior, 4-8-08
http://www2.lavoz.com.ar/08/08/04/secciones/opinion/nota.asp?nota_id=227807
El sacerdote jesuita cita algunos datos históricos verídicos, y apreciaciones críticas a la metodología utilizada en la guerra antisubversiva argentina, que pueden compartirse. Pero manifiesta una clara justificación de quienes en la década de 1970 postulaban:
-“la necesidad del cristiano de comprometerse con la lucha revolucionaria para ser coherente con la fe”.
-que “los documentos de la Iglesia abrían la puerta para que los cambios de sistemas injustos se hagan por la vía violenta. Establece que a la luz del Evangelio y la revelación cristiana, no se puede condenar la violencia del oprimido para liberarse de las injusticias que lo someten”.
Afirma, asimismo, sin cuestionar el concepto, que la Revista Cristianismo y Revolución: “En una actualización de la doctrina del tiranicidio, sostuvo que la violencia revolucionaria era un recurso frente a estructuras intolerables e injustas”.
Es necesario recordar:
1. La tesis del tiranicidio fue sostenida, únicamente, por el jesuita Juan de Mariana, en el siglo XVI. Nunca la Iglesia aceptó que se pudiera asesinar a un gobernante aunque fuese considerado tirano. Santo Tomás enseñó: “Han creído algunos que cuando ya ha llegado a ser insoportable el yugo de la tiranía, debe el más esforzado del pueblo dar muerte al tirano exponiendo su vida por el bien de la causa pública”. “Esta opinión es contraria a la doctrina apostólica…”. Es claro que: “Mariana no da mucha importancia al poder espiritual del Papa y en este sentido no es un jesuita típico”. En eso se asemeja al P. Morello.
2. Al momento de la publicación de la citada revista, el Episcopado argentino había declarado en la “Reunión de San Miguel”: “La necesidad de una transformación rápida y profunda de la estructura actual nos obliga a todos a buscar un nuevo y humano, viable y eficaz camino de liberación con el que se superarán las estériles resistencias al cambio y se evitará caer en las opciones extremistas, especialmente las de inspiración marxista, ajenas no sólo a la visión cristiana sino también al sentir de nuestro pueblo” (12-8-1970).
3. La Conferencia de Medellín, tan citada por los sacerdotes que se consideran post-conciliares, tampoco avala el recurso a la violencia, si bien reconoce que América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada”, por lo que no debe extrañar que surja “la tentación de la violencia” (2, 16). Advierte el documento que “la violencia o revolución armada generalmente engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas; no se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor” (2, 19).
Lamento que mi alma mater, la Universidad Católica de Córdoba, esté hoy a cargo de sacerdotes que se apartan notoriamente del Magisterio. Benedicto XVI, de visita en Estados Unidos, les manifestó a los educadores católicos: “toda invocación del principio de libertad académica para justificar posiciones que contradigan la fe y la enseñanza de la Iglesia obstaculizaría o incluso traicionaría la identidad y la misión de la Universidad, una misión que está en el corazón del munus docendi de la Iglesia y en modo alguno es autónoma o independiente de la misma” (17-4-08).
Córdoba, 4-8-08.-
Mario Meneghini
Referencias:
Meneghini, Mario. “Doctrina de Seguridad Nacional y guerra antisubversiva”; en: http://meneghini.blogia.com/temas/guerra-antisubversiva.php
Sabine, George. “Historia de la teoría política”; FCE, 1968, pág. 290.
Ebenstein, William. “Los grandes pensadores políticos”; Revista de Occidente, 1965, pág. 275.
El sacerdote jesuita cita algunos datos históricos verídicos, y apreciaciones críticas a la metodología utilizada en la guerra antisubversiva argentina, que pueden compartirse. Pero manifiesta una clara justificación de quienes en la década de 1970 postulaban:
-“la necesidad del cristiano de comprometerse con la lucha revolucionaria para ser coherente con la fe”.
-que “los documentos de la Iglesia abrían la puerta para que los cambios de sistemas injustos se hagan por la vía violenta. Establece que a la luz del Evangelio y la revelación cristiana, no se puede condenar la violencia del oprimido para liberarse de las injusticias que lo someten”.
Afirma, asimismo, sin cuestionar el concepto, que la Revista Cristianismo y Revolución: “En una actualización de la doctrina del tiranicidio, sostuvo que la violencia revolucionaria era un recurso frente a estructuras intolerables e injustas”.
Es necesario recordar:
1. La tesis del tiranicidio fue sostenida, únicamente, por el jesuita Juan de Mariana, en el siglo XVI. Nunca la Iglesia aceptó que se pudiera asesinar a un gobernante aunque fuese considerado tirano. Santo Tomás enseñó: “Han creído algunos que cuando ya ha llegado a ser insoportable el yugo de la tiranía, debe el más esforzado del pueblo dar muerte al tirano exponiendo su vida por el bien de la causa pública”. “Esta opinión es contraria a la doctrina apostólica…”. Es claro que: “Mariana no da mucha importancia al poder espiritual del Papa y en este sentido no es un jesuita típico”. En eso se asemeja al P. Morello.
2. Al momento de la publicación de la citada revista, el Episcopado argentino había declarado en la “Reunión de San Miguel”: “La necesidad de una transformación rápida y profunda de la estructura actual nos obliga a todos a buscar un nuevo y humano, viable y eficaz camino de liberación con el que se superarán las estériles resistencias al cambio y se evitará caer en las opciones extremistas, especialmente las de inspiración marxista, ajenas no sólo a la visión cristiana sino también al sentir de nuestro pueblo” (12-8-1970).
3. La Conferencia de Medellín, tan citada por los sacerdotes que se consideran post-conciliares, tampoco avala el recurso a la violencia, si bien reconoce que América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada”, por lo que no debe extrañar que surja “la tentación de la violencia” (2, 16). Advierte el documento que “la violencia o revolución armada generalmente engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas; no se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor” (2, 19).
Lamento que mi alma mater, la Universidad Católica de Córdoba, esté hoy a cargo de sacerdotes que se apartan notoriamente del Magisterio. Benedicto XVI, de visita en Estados Unidos, les manifestó a los educadores católicos: “toda invocación del principio de libertad académica para justificar posiciones que contradigan la fe y la enseñanza de la Iglesia obstaculizaría o incluso traicionaría la identidad y la misión de la Universidad, una misión que está en el corazón del munus docendi de la Iglesia y en modo alguno es autónoma o independiente de la misma” (17-4-08).
Córdoba, 4-8-08.-
Mario Meneghini
Referencias:
Meneghini, Mario. “Doctrina de Seguridad Nacional y guerra antisubversiva”; en: http://meneghini.blogia.com/temas/guerra-antisubversiva.php
Sabine, George. “Historia de la teoría política”; FCE, 1968, pág. 290.
Ebenstein, William. “Los grandes pensadores políticos”; Revista de Occidente, 1965, pág. 275.