Por Rosendo Fraga
Tras la derrota electoral del 28 de junio, la operación de Kirchner para reconstruir el poder comenzó con la anulación del contrato para la televisación del fútbol entre la AFA y el grupo Clarín, continuó con la sanción en el Congreso de la ley de medios, sigue ahora con el proyecto de reforma política y continuaría seguidamente con la modificación de la ley de entidades financieras, más allá de recientes desmentidas.
Hay un punto en común entre los pasos que se han dado en el deporte y los medios y los que se darían en el manejo de la política y la actividad financiera: en los cuatro casos se trata de avances del Estado sobre estas actividades, los que combinan una mayor regulación, con la aplicación de lo que Felipe Solá ha denominado la dictadura de la caja. Es decir, la imposición de la voluntad oficial a través del manejo de los recursos públicos.
En el caso concreto de la reforma política, lo que trasciende hasta ahora es que se establecería que el financiamiento del funcionamiento de los partidos como de las campañas electorales dependería del Estado, total o parcialmente. Hoy, sólo una parte menor del gasto político está financiado con recursos públicos y el resto por recursos privados, aunque en los hechos el uso del dinero del Estado, ya sea nacional, provincial o municipal, juega un rol importante a través del gasto social, la obra pública, los subsidios, etc.
Esto permitiría al actual gobierno tener una marcada influencia tanto en las internas para elegir candidatos para la elección de 2011, como sobre las campañas electorales que tendrán lugar dicho año.
El otro aspecto relevante sería el sistema indirecto para votar en las internas para elegir candidatos.
Serían internas abiertas -podrían votar los no afiliados- y tendrían lugar el mismo día en todos los partidos, pudiendo establecerse que el voto sea obligatorio. Es el sistema que rige en Uruguay y en la provincia de Santa Fe y que también estuvo incluido en la reforma política que fue sancionada por el Congreso en la presidencia de Duhalde, presentada por él como respuesta al clima de fuerte cuestionamiento a la política que existía siete años atrás y que se resumía en la frase que se vayan todos.
Es paradójico que el kirchnerismo ahora quiera establecer el sistema que, estando vigente, suspendió mediante decreto para las elecciones de 2005 y que después derogó para los comicios de 2007. Fue así como la fórmula presidencial del PJ para dicha elección, fue electa por el congreso partidario sin interna, como sucedió en la mayoría de los partidos.
Más allá de la incoherencia de buscar ahora establecer lo que recientemente no se cumplió y luego derogó, con el nuevo proyecto de reforma política la elección sería indirecta, votándose por una lista de congresales o delegados, los que, una vez reunidos, elegirían los candidatos.
Se trata de una adecuación a las internas, del sistema del Colegio Electoral que regía para elegir presidente y vice en la Constitución Nacional hasta que fue modificada en 1994 estableciéndose el voto directo. No parece demasiado coherente establecer para las internas el sistema electoral que ha sido derogado para elegir presidente.
Se argumentará que es el sistema de las primarias en los EE.UU. y ello es cierto, pero este país mantiene el sistema indirecto de Colegio Electoral para elegir el presidente y vice, con lo cual hay coherencia entre los dos sistemas, lo que no sucedería en la Argentina.
Hoy, en una primaria abierta, Reutemann le ganaría a Kirchner como candidato presidencial del PJ.
Pero en un interna en la cual el financiamiento dependiera sólo de fondos públicos y además con los recursos del Estado permitiendo el uso de la mencionada dictadura de la caja y con delegados eligiendo la fórmula donde podría producirse el efecto de borocotización que se está dando en ambas cámaras del Congreso de la Nación, el oficialismo tendría una posibilidad que hoy le niegan tanto los sondeos como los resultados de las elecciones locales recientes.
En conclusión, si la reforma política combina el financiamiento de partidos y campañas en base a recursos públicos y es por delegados y no por voto directo el sistema para elegir los candidatos, el kirchnerismo puede tener posibilidades que hoy la opinión pública le niega.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
La Nación
www.politicaydesarrollo.com.ar, 20-10-2009
Tras la derrota electoral del 28 de junio, la operación de Kirchner para reconstruir el poder comenzó con la anulación del contrato para la televisación del fútbol entre la AFA y el grupo Clarín, continuó con la sanción en el Congreso de la ley de medios, sigue ahora con el proyecto de reforma política y continuaría seguidamente con la modificación de la ley de entidades financieras, más allá de recientes desmentidas.
Hay un punto en común entre los pasos que se han dado en el deporte y los medios y los que se darían en el manejo de la política y la actividad financiera: en los cuatro casos se trata de avances del Estado sobre estas actividades, los que combinan una mayor regulación, con la aplicación de lo que Felipe Solá ha denominado la dictadura de la caja. Es decir, la imposición de la voluntad oficial a través del manejo de los recursos públicos.
En el caso concreto de la reforma política, lo que trasciende hasta ahora es que se establecería que el financiamiento del funcionamiento de los partidos como de las campañas electorales dependería del Estado, total o parcialmente. Hoy, sólo una parte menor del gasto político está financiado con recursos públicos y el resto por recursos privados, aunque en los hechos el uso del dinero del Estado, ya sea nacional, provincial o municipal, juega un rol importante a través del gasto social, la obra pública, los subsidios, etc.
Esto permitiría al actual gobierno tener una marcada influencia tanto en las internas para elegir candidatos para la elección de 2011, como sobre las campañas electorales que tendrán lugar dicho año.
El otro aspecto relevante sería el sistema indirecto para votar en las internas para elegir candidatos.
Serían internas abiertas -podrían votar los no afiliados- y tendrían lugar el mismo día en todos los partidos, pudiendo establecerse que el voto sea obligatorio. Es el sistema que rige en Uruguay y en la provincia de Santa Fe y que también estuvo incluido en la reforma política que fue sancionada por el Congreso en la presidencia de Duhalde, presentada por él como respuesta al clima de fuerte cuestionamiento a la política que existía siete años atrás y que se resumía en la frase que se vayan todos.
Es paradójico que el kirchnerismo ahora quiera establecer el sistema que, estando vigente, suspendió mediante decreto para las elecciones de 2005 y que después derogó para los comicios de 2007. Fue así como la fórmula presidencial del PJ para dicha elección, fue electa por el congreso partidario sin interna, como sucedió en la mayoría de los partidos.
Más allá de la incoherencia de buscar ahora establecer lo que recientemente no se cumplió y luego derogó, con el nuevo proyecto de reforma política la elección sería indirecta, votándose por una lista de congresales o delegados, los que, una vez reunidos, elegirían los candidatos.
Se trata de una adecuación a las internas, del sistema del Colegio Electoral que regía para elegir presidente y vice en la Constitución Nacional hasta que fue modificada en 1994 estableciéndose el voto directo. No parece demasiado coherente establecer para las internas el sistema electoral que ha sido derogado para elegir presidente.
Se argumentará que es el sistema de las primarias en los EE.UU. y ello es cierto, pero este país mantiene el sistema indirecto de Colegio Electoral para elegir el presidente y vice, con lo cual hay coherencia entre los dos sistemas, lo que no sucedería en la Argentina.
Hoy, en una primaria abierta, Reutemann le ganaría a Kirchner como candidato presidencial del PJ.
Pero en un interna en la cual el financiamiento dependiera sólo de fondos públicos y además con los recursos del Estado permitiendo el uso de la mencionada dictadura de la caja y con delegados eligiendo la fórmula donde podría producirse el efecto de borocotización que se está dando en ambas cámaras del Congreso de la Nación, el oficialismo tendría una posibilidad que hoy le niegan tanto los sondeos como los resultados de las elecciones locales recientes.
En conclusión, si la reforma política combina el financiamiento de partidos y campañas en base a recursos públicos y es por delegados y no por voto directo el sistema para elegir los candidatos, el kirchnerismo puede tener posibilidades que hoy la opinión pública le niega.
El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
La Nación
www.politicaydesarrollo.com.ar, 20-10-2009