Por Marcelo Cantelmi
Panorama internacional No es sencillo unir en una respuesta común la multitud de factores que acorralan el sueño “revolucionario” del presidente de Venezuela Hugo Chávez. Casi todos los jinetes -inflación, desinversión, pobreza, despilfarro, ineptitud- parecen haber conciliado para desbaratar un proyecto que se propuso originalmente para resolver la distribución del ingreso en un país especialmente injusto.
Ahora este derrape puede atrapar en su destino ideas que el bolivariano quizá jamás comprendió, pero que sí discuten seriamente las formas de acumulación en el capitalismo con las consecuencias que muestra, por ejemplo, esta devastadora crisis financiera global . Si Chávez, en su declive, aparece como el modelo fracasado de esas formas del debate, el presidente venezolano estaría haciendo un gran favor a las fuerzas que dijo combatir. No es un problema sólo de este paracaidista militar, sino que el mismo efecto puede esperarse en todas las formas de simulación de izquierda que han hecho y hacen gobiernos reformistas en la región.
Pero si ahí hay un punto de observación, otro es que Venezuela podría anticipar el destino de algunos de estos modelos contradictorios que antes parecían insumergibles debido al viento de cola de bienes privilegiados como el petróleo, para tomar sólo el ejemplo de esta experiencia. Los números hoy de Venezuela dibujan el tamaño del retroceso. El país tiene una de las inflaciones mayores del mundo, con un salto del costo de vida de 32% en los últimos doce meses y una base de 35% estimado para este año. Ese proceso está desatado: en los primeros 5 meses del año el costo de vida acumuló 14,2%. Caracas es, además, la ciudad más cara de América latina y la número 15 en el mundo, por encima de Londres, Dubai y Los Angeles.
Estos desequilibrios son graves pero lo serían menos si el país de todos modos creciera. Argentina tiene una inflación empinada, pero su economía tironeada por los commodities agropecuarios sostiene su crecimiento.
Venezuela, en cambio y pese que el precio del crudo se ubicó en un promedio de 70 dólares el barril, sufrió una contracción de su economía de 5,8% el primer trimestre de este año después de caer 3,3% en 2009.
Chávez, quien lleva casi once años en el sillón presidencial --al que llegó en la cresta de una ola de desastres económicos y de corrupción que habían dejado los dos partidos tradicionales tras cuatro décadas de aventuras--, suele confundir su visceral antinorteamericanismo con el diseño de una posición revolucionaria . Pero ni todas las revoluciones son progresistas ni aquella marca implica demasiado por sí misma. El régimen iraní es antinorteamericano pero es, a la vez, reaccionario y fascistoide , como la dictadura norcoreana y como lo fue, antinorteamericana y cualquier cosa menos revolucionaria, la Italia de Mussolini. La “confusión” tiene otras cualidades. Chávez, cruzado por este desafío económico, lo enfrentó del mismo modo y aún peor quizá que lo que han venido haciendo los países de más rigurosa ortodoxia capitalista: cargó los costos sobre la espaldas de los sectores más humildes . En enero puso en marcha una megadevaluación del bolívar de hasta 50% con el argumento de combatir la inflación pero que le allegó más recursos al presupuesto al licuar parte de la deuda interna para pavimentar, con ese excedente, la ruta a las cruciales elecciones de medio término de setiembre.
La medida, muy elogiada por el FMI, por cierto (“un buen paso para Venezuela”), fue una de las causantes del aumento del costo de vida en un país que importa más de 70% de los alimentos que consume y que, por lo tanto , arrasó con el ingreso de los trabajadores : la trepada del costo de lo que la gente come, anualizada a mayo, fue de 40,8%, es decir casi 5 puntos sobre el cálculo inflacionario. Pero téngase en cuenta que a todos los fines los salarios tendrán un aumento este año de solo 16%. No es difícil hacer esa cuenta.
Hay una multitud de razones para esta catarata de números negativos. Una de ellas es el derrumbe de la inversión, tanto pública (-10,7%, 2009) como privada (-2,9%). Esencialmente el chavismo descontroló los gastos sin generar eficiencia y ambiente para mejorar y diversificar la economía. Veamos ejemplos. Entre 2005 y 2010, el gobierno mantuvo fijo el precio del dólar, desconociendo una inflación que era superior al promedio de sus vecinos. El bolívar, por lo tanto, se sobrevaluó, es decir, los productos importados resultaron mucho más baratos que los nacionales. De ahí que se dejó de producir localmente reduciendo ocupación , calidad de empleo y aumentando la dependencia de las importaciones. Como quien chapalea en arenas movedizas, el gobierno acaba de estrenar un nuevo sistema cambiario de divisas para ver si de ese modo puede apuntalar al bolívar y calmar la inflación.
Por este mecanismo, Venezuela tiene hoy cuatro tasas de cambio, desde una subsidiada que va de 2,3 bolívares por dólar destinada a la compra de artículos básicos hasta 5,3 por dólar en el “paralelo”. El gobierno desmanteló el circuito informal de la divisa para controlarlo pero, debido a las restricciones, está siendo relevado por un mercado negro clandestino, incentivado porque hay una disparada hacia el dólar debido a la inflación.
En ese espacio oscuro, el billete cotiza con un piso de ocho bolívares. Como esto le complica la vida a la gente, en especial a los sectores de menores ingresos, la base electoral de Chávez, se entiende la nueva ofensiva contra la prensa, que incluyó un nuevo sistema de censura y la orden de arresto, con pretensión ejemplificadora, de los dueños del canal privado Globovisión, en un intento autoritario pero ingenuo para evitar que las malas noticias aumenten el mal ánimo con vistas a las elecciones.
Chávez tiene otros espectros que no dejan de corporizarse. No es el menor una corrupción extendida que explica el fenómeno de la llamada boliburguesía, los “socialistas” repentinamente multimillonarios que, según cifras de la regional de Audi para Sudamérica, convirtieron a Venezuela en el mayor cliente de sus modelos de lujo. Hace poco más de un año, la cámara venezolano-británica de comercio, revelaba también que el whisky premium representaba un tercio de las exportaciones del Reino Unido a la nación caribeña.
Esa corrupción tiene otras miserias, como lo muestra el escándalo que acaba de estallar por la importación oficial de más de 70 mil toneladas de alimentos descompuestos y medicinas vencidas, un golpe que causó otra purga en la administración pero exhibe con el peor de los rostros los límites de un proceso que acabó atrapado en la telaraña de su propio discurso.
Clarín, 19-6-10