Daniel Annone (Pastor evangélico, miembro del Comipaz)
La pelota no se detiene; la política, tampoco La patria merecía los grandes festejos del Bicentenario. Los actos nacionales, provinciales y municipales realizados en todo el país fueron maravillosos.
Tras el primer grito de libertad en Buenos Aires, se sucedieron los fusilamientos en Córdoba, marcando -tal vez- el comienzo de una etapa difícil de desencuentros y enfrentamientos lamentables. La historia de estos 200 años tiene momentos hermosos, épicos, gloriosos y también hechos vergonzosos que hacen a nuestra historia. Debemos mirar y analizar todo el pasado al que no podemos modificar ni ocultar. La historia está llena de enseñanzas. Aprender de ella es el gran desafío.
Cambio o conformismo. Ya está concluyendo la gran fiesta del Bicentenario y el país sigue adelante. Hoy, lo importante es nuestra actitud. ¿Queremos cambiar o nos conformamos con lo logrado y lo que no logramos? Como argentino estoy muy agradecido por nuestra patria, por nuestra historia, por nuestra gente y me permito hacer una reflexión mirando al futuro. Deseo quitar las cosas que considero que fueron y son negativas, y fortalecer todo lo bueno que pueda contribuir al progreso de la Nación.
Creo que necesitamos una capital argentina fuera y lejos de Buenos Aires. El día que lo logremos habremos dado el primer paso para dejar atrás el pasado frustrante porque es necesario que el Gobierno nacional deje de pensar en el puerto, y el interior vea a la Nación como tal.
Creo que se debe dejar de hacer de la política el negocio de algunos y transformar a los partidos en verdaderos medios democráticos de servicios a los demás.
Creo que hay que acabar con las prebendas y compra de voluntades, con los "planes y subsidios" que bajo el honorable concepto de ayuda social, alimentan la dependencia y la vagancia. Hace falta volver a la cultura del trabajo, esa que nos enseñaron nuestros mayores y que hicieron fuerte a la Nación.
Creo que se deben terminar los enfrentamientos, que hacen del distinto un enemigo al que hay que destruir.
Creo que hay que aprender a escuchar las críticas que pueden ayudar a enmendar errores y no mirar al que piensa distinto y a la prensa independiente, como enemigos.
Creo que hay que revisar nuestros valores porque reina una tremenda confusión donde todo vale lo mismo. Se está perdiendo el sentido común. ¿Todo es lo mismo? Drogas, placeres lujuriosos, compra de votos para aprobar leyes, jueces que miran para otro lado o que parecen ser servidores del poder de turno. Se miente, se roba, gobernantes que hablan de los pobres y se enriquecen escandalosamente. Hay una gran corrupción y una impunidad asombrosa.
Digamos basta, hagamos algo, necesitamos hacer un pacto por la Nación, por nuestros hijos, por el futuro. El desafío de la hora es participar activamente en la vida nacional, social, política, comunitaria y religiosa de nuestra patria. Neutralizar la acción de los "vivos" que utilizan la política y las buenas instituciones para su beneficio personal y terminar con el "no te metas".
Jesús dijo a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra". La fe, la moral del Evangelio y el amor al prójimo son el hermoso sabor que la sociedad necesita y que Jesús nos desafía a brindar a la sociedad, pero si sólo estamos dentro de la Iglesia o de nuestro propio hogar, perdemos la oportunidad de bendecir a toda la República y el gran deseo de Dios es que sus hijos sean de bendición a los demás.
Argentina necesita de ciudadanos de fe y de verdaderos valores morales, que sepan distinguir lo que es bueno de lo que es malo, que vivan en sí esos valores para, con su ejemplo, cambiar la nación. !Este es el desafío!
La Voz del Interior, 22-6-10