Por Guillermo Cherashny
Pocas veces ocurrió en la historia de la política exterior argentina que un ex canciller de probada ineficacia como Jorge Taiana quede como un héroe ante los medios de comunicación. En tiempos de Carlos Menem y Guido di Tella, el canciller saliente concurrió a la reunión de países no alineados para abandonarlos en nombre de la Argentina noventista tan criticada por los Kirchner. Luego se convirtió en el obediente canciller de éstos durante cinco años. A tal punto, que en una cumbre donde CFK llegó tarde, como siempre, se disculpó echándole la culpa a Taiana, que sin mosquear se la aguantó como si no pasara nada. Es decir que pasó de aliado a extra OTAN, al período de mayor aislamiento internacional sin solución de continuidad y su aspecto de intelectual serio sirvió para disimular su obsecuencia.
No es casual que los medios de comunicación resalten ahora como meritoria su mediocre y contradictoria actuación. En realidad, lo que se premia es su gramscismo militante a través de su segunda esposa, Bernarda Llorente, que llenó de ficciones sobre desparecidos la pantalla del canal de Telefónica a través del célebre Montecristo y otros folletines más. Y últimamente se lució promoviendo el premio Nobel de la Paz para ese lobo con piel de cordero que es Estela de Carlotto. Como es sabido, los derechos humanos son un excelente negocio en la Argentina.
La declaración de Elisa Carrió diciendo que Taiana era lo mejor del gobierno aportó otro elemento surrealista al panorama.
En su huida del Titanic, a Taiana lo acompaña su compañero de Descamisados y Montoneros, Rodolfo Ojea Quintana, alias Tojo o Agustín en Montoneros, un viejo compañero de ruta de Carlos Kunkel, que ocupó la estratégica Secretaría de Coordinación y Cooperación Internacional de la Cancillería.
Por su parte, el ex Ministro de Justicia Alberto Iribarne, que igual que Taiana se está acercando al Peronismo Federal, no perteneció a esa generación sangrienta. No es el caso de Alberto Fernández, quien fue masserista en los 80 y se vendió luego como defensor de los derechos humanos en el período en el que fue Jefe de Gabinete de los Kirchner. En realidad, esta mezcla de montoneros, descamisados, y ex miembros de las FAR, las FAP y las FAL, junto a arribistas y oportunistas como los Fernández (Aníbal y Alberto) se prendieron en la famosa no criminalización de la protesta y en el apoyo a los asambleístas de Gualeguaychú como causa nacional. Los Kirchner, después de usarlos, empezaron a no escucharlos más. La salida de Taiana demuestra cómo pueden funcionar otros casos futuros. Al ex Canciller ya le estaban buscando reemplazante y cuando él se enteró dio el portazo, tratando de obtener crédito político para pasarse a la oposición. El antecedente de esto fue la salida del gobierno de Alberto Fernández.
InformadorPúblico, 20-6-10