con las clases
online
Brújula cotidiana,
11-03-2021
“Con los cierres y
la enseñanza a distancia hemos empujado a los niños a la adicción a Internet”.
Lo dice la neuróloga Rosanna Chifari Negri, que da la voz de alarma en
la Brújula Cotidiana: “Es conocido como el fenómeno del online brain, que
afecta al lóbulo frontal –sede de la toma de decisiones y de la estrategia- y
que se atrofia y pierde neuronas de forma irreversible. El adelgazamiento del
córtex supone una pérdida neuronal. No se puede arreglar la memoria. Todos los
chicos a los que se les hace la prueba muestran pérdidas de memoria y atención
y también presentan psicopatologías sociales”.
Actualmente parece
que el único problema del universo se llama SARS-COV-2, y para erradicarlo
cualquiera diría que estamos dispuestos a lo que sea. Poco importa que hayan
aumentado las muertes por otras enfermedades, que se destruya la economía, que
aumente la pobreza, que las manifestaciones –incluso extremas- de los problemas
psíquicos originados o agravados por el confinamiento estén a la vista de todo
el mundo. La normativa vigente tiene la misma “sabiduría y clarividencia” de
una persona que para matar un mosquito se pone a disparar a lo loco, sin
importarle acabar con cosas, animales o personas. Lo importante es matar al
mosquito. Los costes de los confinamientos continuos son devastadores; y son
principalmente los niños y los adolescentes los que están pagando el precio más
alto. Hablamos de ello con la profesora Rosanna Chifari Negri, neuróloga,
autora de más de setenta publicaciones científicas y ponente invitada en
congresos internacionales, especialmente sobre el problema de la epilepsia.
Doctora, ¿puede
explicarnos su estudio?
He realizado una
revisión de la literatura internacional sobre los daños neurológicos del
confinamiento, especialmente en adolescentes y jóvenes. Hay 768 artículos
científicos que confirman la relación entre el confinamiento y la salud mental
de los jóvenes. Los daños encontrados no sólo se refieren a los trastornos del
estado de ánimo –por lo tanto depresión, ansiedad, trastornos de la conducta,
etc.-, sino también a un aumento de las adicciones del 30-40%.
¿Qué adicciones
han aumentado especialmente?
En el grupo que
concierne a los adolescentes y los niños, especialmente las adicciones que
tienen que ver con las pantallas. Las clases online no han ayudado. De hecho,
se pueden enfrentar también a alteraciones anatómicas irreversibles.
¿En qué sentido?
Otros colegas en
diferentes partes del mundo han publicado más de un trabajo en el que
demuestran que el online brain, es decir, el cerebro que permanece activo
durante mucho tiempo, sufre daños orgánicos. Normalmente tendemos a pensar que
es la ingesta de sustancias la que provoca daños anatómicos; lo cual es un
hecho claramente demostrado a estas alturas aunque muchas veces no nos demos
cuenta del alcance del problema (me refiero a la legitimación de la marihuana,
que ha sido suicida). Pero la exposición a las pantallas no es menos peligrosa.
Y con los sucesivos confinamientos hemos empujado a los niños a la adicción a
Internet: en primer lugar con las clases online teniéndolos pegados a la
pantalla durante horas; luego con las redes sociales para poder mantener el
contacto con los amigos a los que no pueden ver; y por último con Netflix.
¿Puede especificar
cuáles son estas alteraciones anatómicas y qué implican?
El online brain
“afecta” al lóbulo frontal –sede de la toma de decisiones y de la estrategia-
que se atrofia y pierde neuronas de forma irreversible. El adelgazamiento de la
corteza supone una pérdida neuronal y por tanto una pérdida funcional. No se
pueden fijar los recuerdos, el aprendizaje empeora. Todos los niños que se
someten a las pruebas muestran pérdidas de memoria y de atención (lo mismo
ocurre con los adultos) y también presentan psicopatologías sociales. También,
disminución del vocabulario que se reduce lamentablemente a 200-300 palabras,
las mismas que utilizan para mensajearse con sus amigos.
En referencia a los
problemas causados por el confinamiento, usted ha hablado de un “síndrome de
discontinuidad”. ¿De qué se trata?
Es un neologismo
para describir esta situación de emergencia que vivimos desde hace un año. Es
evidente que todavía no tiene una clasificación en el manual DSM. Se trata de
los problemas que hemos descrito causados por la interrupción de la rutina, el
aislamiento, la interrupción de las actividades laborales o escolares, es
decir, precisamente una discontinuidad repentina con la vida normal. El profesor
Crepet, con gran sentido común, hizo un llamamiento a la apertura de los
colegios porque las clases online no reconstruyen ese entorno social que es
fundamental para la estructuración de una personalidad sana.
¿Cuáles son los
daños del teletrabajo en los adultos?
En abril impartiré
una conferencia sobre este mismo tema para el Studio Mascheroni, un bufete de
abogados que interactúa con empresas. Será un poco incómodo, pero hablaré de
los daños del teletrabajo e intentaré que la gente entienda que, en realidad,
evitando esta forma de trabajar, a la larga también habrá ventajas para las
empresas. Las personas que trabajan desde casa son más propensas al burn out
–un síndrome de desgaste profesional que va acompañado por una serie de
síntomas (falta de interés, agotamiento, falta de entusiasmo e incluso
depresión)- y, por tanto, rinden mucho menos. Limitar y dosificar el
teletrabajo podría ser una actitud más previsora y clarividente.
¿Han aumentado
también otras adicciones?
Sí. Las drogas,
por ejemplo. Cabe preguntarse: ¿pero cómo es posible que, si no pueden salir,
se las arreglen para reunirse con el camello? Creo que hacer esta pregunta a la
policía postal sería muy interesante y se descubrirían estrategias que rozan el
absurdo. Ha habido un aumento del 27% en el consumo de marihuana y otras
sustancias. Hay que recordar que el consumo de estas sustancias puede llevar a
la esquizofrenia por la alteración de la formación de los circuitos del
cerebro. El alcoholismo también ha aumentado.
¿La gente también
tiende a comer más?
Sí, y esto tiene
una razón muy específica. Durante un aislamiento forzado se produce un aumento
de la frecuencia de las estimulaciones de los centros del hambre a nivel
hipotalámico, de lo que se derivan trastornos alimentarios, una especie de
hiperfagia bulímica, que luego tiene una recaída, obviamente, en la salud. Mis
colegas especialistas en diabetes han confirmado que hay un aumento de la
diabetes alimentaria, que a su vez es un factor de fragilidad para los que contraen
Covid.
Es el perro que se
muerde la cola. Además del confinamiento está la cuestión de la incertidumbre
continua: todo cambia cada semana. No puedes salir de la comunidad autónoma o
del municipio; unas veces hay colegio y otras clases online; una determinada
tienda puede permanecer abierta y otras veces tiene que cerrar. ¿Qué impacto
tiene esta gestión en la psique?
Definitivamente
puede provocar un síndrome de ansiedad. La incertidumbre provoca ansiedad, que
puede tener un epílogo depresivo. Hay que recordar que cuando se produce
demasiado cortisol en situaciones de ansiedad repetidas, también se corre el
riesgo de perder la memoria y el fenómeno del llamado freezing. Igualmente
grave es la actitud de renunciar a la propia libertad. Estamos transmitiendo
un mensaje terrible: una dirección central irracional y, discúlpenme, sin
cabeza, puede hacer lo que quiera sin ninguna reacción. Una técnica que
recuerda a la rana hervida de Chomsky.
¿Qué puede
decirnos sobre los suicidios o intentos de suicidio, especialmente en
adolescentes?
Se ha producido un
aumento tanto de la realización como de la ideación del suicidio. Los datos son
preocupantes, absolutamente objetivos y cuantificables, y nos los comunican las
pruebas realizadas a los propios chicos por el Hospital Gaslini de Génova, como
atestigua el profesor Lino Nobili. Y este aumento no sólo lo encontramos en los
niños, sino también en los adultos por otras razones, entre ellas la pérdida
del trabajo o la perspectiva de perderlo. Las noticias en los medios de
comunicación y los institutos psiquiátricos lo atestiguan.
¿Una llamada de
atención?
No podemos seguir
así; en términos de salud mental estamos en una situación totalmente insana. La
lucha contra el virus no debe hacerse a fuerza de confinamientos. En la reunión
de febrero propuse el modelo sueco, que no implementó el bloqueo y no ha tenido
peores datos que nosotros. Y estoy hablando de datos científicos reales. Con el
miedo se termina por lobotomizar a la gente y hacerla acríticamente servil.