para tomar
decisiones equivocadas
POR SERGIO
CRIVELLI
La Prensa,
22.05.2021
A partir del
miércoles próximo los ciudadanos de Ohio vacunados contra el covid podrán
participar de cinco sorteos por un millón de dólares. El gobierno de ese estado
norteamericano instituyó el premio para estimular la inoculación masiva, ya que
le sobran vacunas y en dos semanas serán levantadas todas las restricciones
impuestas a la circulación.
Se puede pensar
que esa abundancia se da sólo en países ricos, pero medios internacionales
informaron de un pueblo rural de Tailandia en el que el intendente sortea vacas
entre los residentes para convencerlos de que se vacunen y que en Rumania
ofrecen hasta visitas gratis al castillo de Drácula con igual propósito.
Se puede alegar
que esas estrategias representan excentricidades sin peso real sobre el control
de la pandemia, pero al mismo tiempo queda en evidencia que la falta de vacunas
no es general como asegura el gobierno de Alberto Fernández y que los gobiernos
que tomaron las medidas adecuadas para proveerse empiezan a ver los resultados.
Fernández nunca
explicó con claridad el papel de farmacéuticos amigos del poder K en el fracaso
de la negociación con Pfizer, ni los contratos incumplidos por otros
laboratorios. Tampoco el acuerdo "geopolítico" con la Federación Rusa
que manda vacunas con cuentagotas. Menos aún los millones de dosis que prometió
varias veces, pero que siguen sin llegar.
En lugar de
explicaciones lo que hay es un operativo de vacunación paralizado muy entrado
el otoño, cifras vertiginosas de contagios y muertes y una cuarentena forzosa
de duración imprecisa pero que nadie cree que se vaya a levantar en 9 días. La
Argentina aparece en los primeros puestos de las estadísticas mundiales de mala
gestión del coronavirus, mientras el Presidente aplica la misma
"solución" que el año pasado produjo un destrozo económico, social,
sanitario y educativo sin antecedentes.
En los medios, la
ministra de Seguridad desplaza a la de Salud. Como señal de la situación
sanitaria parece difícil encontrar otra más desalentadora.
En sus
declaraciones Fernández acostumbra repartir culpas con generosidad. Un día los
responsables de los contagios son los "runners", otros los médicos
que se relajan, otros los niños que intercambian barbijos, otro las madres
reunidas en las puertas de colegios.
La calesita gira,
pero él sabe que no lo hará indefinidamente. La sociedad entra en su segundo
confinamiento harta y más deteriorada económicamente que el año anterior. Por
eso intentó demorar en lo posible el encierro, pero debió ceder a la presión de
Axel Kicillof que perdió hace rato la batalla con el covid en el conurbano y no
puede controlar a la población.
Los gobernadores y
Horacio Rodríguez Larreta acompañaron, pero en especial este último, con
reticencia y medidas diferenciadas. Tuvo que suspender las clases presenciales,
pero intentó "salvar" a algunos comerciantes. La idea es
diferenciarse, que el costo político lo pague el dúo Fernández-Kicillof.
El oficialismo
había apostado para las elecciones al operativo de vacunación y al rebote de la
economía. El primero acaba de tropezar mal. La vuelta al confinamiento tendrá
además inevitables consecuencias económicas.
Fernández no
quería subsidios para no echar más nafta al fuego de la inflación, pero ahora
deberá reconsiderar la idea. Si las estadísticas de desempleo, pobreza e
inflación eran negativas, no parece posible que mejoren en medio de un segundo
confinamiento sostenido a fuerza de emisión monetaria.
Por otra parte,
toma también decisiones como la de la prohibición de las exportaciones de carne
que son, además de globalmente perjudiciales, inútiles en materia de lucha
contra la inflación.
La medida ya causó
una devastación en el sector durante el gobierno de Cristina Kirchner y de
mantenerse provocará quebrantos a los frigoríficos y pérdidas de puestos de
trabajo. La resolvió la secretaria de Comercio, a la que los "Precios
Cuidados" le crecen insólitamente más que la inflación, y el Presidente la
bendijo de la misma manera que bendijo el congelamiento de tarifas de
electricidad que dejó con un pie afuera del gabinete a Martín Guzmán. El
anuncio sorprendió al ministro de Agricultura y, por supuesto al sector, al que
se le habían anticipado que el Gobierno no tomaría medidas inconsultas.
La idea es
presionar a la baja los precios de la carne con fines electorales, pero si al
mismo tiempo se aumentan los combustibles dos veces por mes, difícilmente
funcione. En realidad el verdadero objetivo de la medida es confrontar contra
el campo, algo que también fracasó pero que es un reflejo condicionado para
Cristina Kirchner. Si no puedes bajar los precios, busca un
"culpable", piensa la vice y sigue adelante. Y este es su tercer gobierno.
Tan mal no le ha ido con esa receta.