miércoles, 29 de octubre de 2008

Capitalismo: 124 crisis en 38 años


Como cualquier otro sistema económico, el capitalismo supone cierto riesgo, pero el problema se acrecienta cuando ese riesgo estructural se convierte en una incontenible adicción.
Desde 1970 hasta el año actual, se han producido en todo el mundo 124 crisis financieras. Lo revela un estudio realizado por Luc Laeven y Fabián Valencia, del Fondo Monetario Internacional (FMI), difundido en Europa y en los Estados Unidos en los últimos días, en el contexto de la crisis financiera que golpea a la superpotencia occidental y proyecta remezones recesivos hacia todos los rumbos de la rosa de los vientos. Así, en 1977, los problemas de solvencia en España obligaron a rescatar a 24 instituciones; 20 pequeñas entidades fueron nacionalizadas, otras cuatro desaparecieron y cuatro más se fusionaron. En 1988, en Estados Unidos se produjo el colapso de 1.400 entidades de ahorro y préstamos, lo que obligó al gobierno a desembolsar en el sistema 180 mil millones de dólares.
En 1991, en Escandinavia, el denominador común fue una expansión incontrolada del crédito, que llevó al gobierno de Finlandia a nacionalizar tres bancos que reunían el 30 por ciento de los depósitos nacionales; en Noruega, el Estado asumió el control de casi todo el sistema, y en Suecia el 70 por ciento de la banca fue rescatada en el umbral de la insolvencia. Un problema que, a partir de la crisis en México (1994), afectó seriamente a los países emergentes, porque se propagó como un incendio a Rusia, Malasia, Tailandia e Indonesia.
En 1998, el derrumbe inmobiliario y bursátil en Japón desembocó en una avalancha de créditos incobrables que llegó a representar el 18 por ciento del producto interno bruto (PIB).
El FMI advirtió que la evaluación no representa la opinión oficial del organismo, pero en cierto modo la expresa al poner a disposición de sus expertos sus bases de datos y sus sistemas de difusión. Laeven y Valencia, en su análisis, señalan que las sucesivas crisis afectaron a casi todos los países en el lapso de los 38 años transcurridos desde 1970 y formulan matizaciones acerca de la dramaticidad con que el problema actual es enfocado por economistas y, sobre todo, por los medios de difusión masiva, que le asignan una dimensión de catástrofe similar a la del crac de Wall Street, en 1929. Al respecto, los analistas del FMI sostienen que no hay comparación posible entre ambas, porque mientras en 1929 el desempleo alcanzó cotas del 25 por ciento en los Estados Unidos, ahora oscila en torno del 6,1 por ciento (en España ya llega al 11 por ciento). Esto vendría a demostrar que en las casi ocho décadas discurridas desde aquel derrumbe bursátil, el capitalismo pudo estructurar políticas sociales que atenúan los devastadores efectos de las crisis financieras.
Pero, por contrapartida, el estudio demuestra que los gobiernos no han sabido o no han podido ofrecer respuestas más creativas a la situación que se está afrontando. En este sentido, recuerdan como ejemplos que las soluciones ensayadas en Gran Bretaña y los Estados Unidos, es decir el desembarco del Estado británico en el accionariado de bancos amenazados por catastróficas quiebras o la compra por la administración Bush de activos ilíquidos para sanear los balances bancarios, no son novedosas. Ya fueron aplicadas con reiteración, con resultados no siempre satisfactorios; es que, "por encima de todo, la rapidez para afrontar la coyuntura es lo esencial".
El análisis pone especial énfasis sobre el hecho de que, desde la crisis de 1970 en Bangladesh, las causas de los descalabros financieros siguen siendo las mismas: hay una combinación de políticas macroeconómicas insostenibles (con enormes déficits por cuenta corriente y deuda pública), boom excesivo de créditos, grandes entradas de capital y parálisis política debido a diversas restricciones políticas o económicas.
Razones políticas suelen primar sobre la conducta de los bancos centrales, que, según los investigadores, "extienden liquidez de una forma demasiado flexible a entidades con muchos problemas, que terminan siendo insolventes de todas maneras".
Es verdad que el capitalismo, como cualquier otro sistema económico, supone cierto riesgo. Pero su gravedad se acrecienta cuando ese riesgo estructural se convierte en una incontrolable adicción.

LA VOZ DEL INTERIOR, editorial, 28 OCT 08