Timothy Garton Ash
“El capitalismo democrático es el mejor sistema jamás desarrollado”, proclamó George Bush en un discurso por TV hace diez días, cuando buscaba el apoyo del Congreso para el plan de rescate de US$ 700.000 millones. Pero el lunes, cuando la Cámara de Representantes rechazó el plan, haciendo que el índice Dow Jones perdiera US$ 1,2 billones de valor en un día, la democracia chocó con el capitalismo. Para ser precisos: las urgencias de la versión contemporánea de la democracia de EE.UU. colisionaron con las urgencias de la versión contemporánea del capitalismo en EE.UU.
Básicamente fueron los republicanos de la Cámara Baja quienes se opusieron al pedido del presidente. Para algunos, la decisión fue ideológica. Antes morir que votar una ampliación del rol del gobierno en la economía, que ellos equiparan al socialismo y al bolcheviquismo.
Que la votación tuviera lugar en medio de una campaña presidencial no ayudó. Ambos bandos fingieron no estar haciendo política partidaria mientras la hacían.
Pero sobre todo, aquellos congresistas que votaron en contra, dieron prioridad a la renovación de sus bancas el 4 de noviembre. La mayoría de ellos se vieron bombardeados con e-mails y llamados telefónicos de un público enardecido. Por eso sintieron que debían demostrarles a esos votantes furiosos que ellos también estaban indignados con Wall Street y con los amigos de Wall Street en Washington. (Es decir, con ellos mismos hasta hace poco, en el caso de muchos republicanos de la Cámara). Gran hipocresía, dirá usted; politiquería en vez de altos principios del arte de gobernar. Y quizás tenga razón. Pero no podrá decir que esto no es democracia, un sistema en que la gente elige a sus representantes.
(Extractado de: Clarín, 5-10-08)