MURCIA, 18 Sep.
(EUROPA PRESS) -
El documento ha sido presentado en rueda de
prensa por el presidente de Acción Social Empresarial, perteneciente a la Comisión Episcopal
de Apostolado Seglar, Luis H. Larramendi; acompañado por el vicerrector de
Asuntos Religiosos de la UCAM ,
José Alberto Cánovas; el vicerrector del Grado de Administración y Dirección de
Empresas de la institución docente, Gonzalo W. Fernández; y el vicerrector de
Extensión Universitaria, Antonio Alcaraz.
Larramendi ha destacado que el documento
forma parte de la doctrina social de la Iglesia , y está inspirado por principios de
reflexión, de juicio y directrices de acción. Todo ello en relación con
aspectos particulares como son la "dignidad inalienable de la persona, la
orientación al bien común, el destino universal de los bienes, la
subsidiariedad como fomento del principio de responsabilidad individual, así
como la participación en la vida política y social y la solidaridad".
Todos estos valores son los que están presentes
en el documento, el primero que se puede incardinar en la doctrina social de la Iglesia referido
"directa y expresamente" a la figura del empresario. El texto
"valida la visión de la empresa, que en algunas ocasiones parece que se
miraba desde la Iglesia
y otros ámbitos con un cierto resquemor", ha reconocido Larramendi.
En concreto, el documento "valida la
eficacia y la utilidad de las empresas y del mercado cuando están bien
orientadas y regentadas", sin dar "carta blanca" a todas las
cosas que pueden hacerse, según ha precisado.
El documento está dividido en 87 apartados,
14 de los cuales sirven de introducción; mientras que 11 capítulos se refieren
al ámbito de la observación, desgranando los desafíos presentes en el mundo de
la empresa. Además, el texto cuenta con un apartado sobre 'Juicio', en el que
se aborda la importancia de los principios éticos y sociales para la empresa.
El documento promueve principios que pasan
por garantizar la dignidad humana y el bien común, así como otros valores
ético-prácticos para la empresa tales como atender las necesidades del mundo a
través de bienes y servicios; organizar el trabajo de una forma "buena y
productiva"; así como crear riqueza "sostenible" y distribuirla
"con justicia".
El documento contempla la empresa como una
comunidad de personas, que "es algo que a veces se olvida dentro de una
visión economicista de la empresa", según Larramendi, quien destaca que el
documento está dirigido a todo aquel que tiene algo que decir e influye sobre la
empresa, no solo el propietario. Además, su aplicación se hace extensiva a
cualquier tipo de corporación, sin importar que sea una sociedad anónima, una
sociedad limitada, una cooperativa o una empresa familiar.
En el documento, el Pontificio Consejo
Justicia y Paz no proporciona una receta, según Larramendi, sino que aporta
orientaciones. Por ejemplo, recomienda a los empresarios que satisfagan
necesidades "reales" con su actividad, evitando algunos sectores que,
aunque son legales, "no sirven, como es el caso del juego".
En este sentido, recomienda la aplicación
del principio de la subsidiariedad, es decir, "no privar a la persona de
su capacidad de iniciativa y de sumir sus propias responsabilidades".
Igualmente, aconseja la creación sostenible
de riqueza, ya que el objetivo de todo empresario con vocación "no es
pegar un 'pelotazo', sino hacer una justa redistribución justa de la riqueza
entre los grupos implicados en la labor empresarial: la dirección, los
clientes, los proveedores, los propietarios, los empleados y la propia
sociedad".
Asimismo, recomienda emplear el dinero con
sabiduría y prudencia en lo que respecta a los salarios, precios y beneficios
justos para redistribuir el capital y para favorecer una producción de riqueza
sostenible.
OBSTÁCULOS EN LA ACTIVIDAD EMPRESARIAL
El documento admite que la actividad
empresarial encuentra obstáculos en su desempeño, tanto externos como internos.
Entre los ajenos a la empresa, Larramendi ha citado la inexistencia de un
Estado de Derecho en el país en el que se desempeña la actividad; la
corrupción, que ataca la igualdad y la competencia; o la exaltación de la
codicia.
En lo que respecta a los obstáculos
internos, ha citado la denominada "vida escindida", es decir, que el
empresario no lleve a la práctica empresarial los principios de su vida
personal. Por ello, apuesta por la "coherencia" del líder empresarial
en materia de "exigencias éticas".
En este sentido y en materia de obstáculos a
la actividad empresarial, Larramendi ha señalado que el documento, por ejemplo,
"no demoniza siempre el despido" de empleados, sino que admite que en
ocasiones "es algo necesario y sirve al bien común para garantizar la
supervivencia de la empresa"
El documento, por otra parte, insta al
empresario a tener en consideración las ventajas y desventajas de otros
factores, como la globalización, el desarrollo de las telecomunicaciones; o los
cambios culturales.
Al contrario, el texto apela a la vocación
del empresario más allá del beneficio económico, es decir, "la llamada al
dirigente a participar en la obra creadora de Dios a través de su
empresa"; y, para el cumplimiento de todos estos objetivos, el documento
hace hincapié en la apuesta por una formación adecuada "desde la
parroquia, la familia o la institución educativa".