Orlando: los agentes de seguridad, ¿un peligro para la
seguridad?
El Manifiesto, 15 de junio de 2016
JEAN-YVES LE GALLOU
Omar Mateen, el afgano de nacionalidad estadounidense
responsable de la matanza de Orlando era un agente de seguridad. Poseía
legalmente armas y podía entrenarse no menos legalmente.
A Omar Mateen lo describen, sin embargo, como
“inestable y violento”. Y según USA Today, un policía que había trabajado con
él se había quejado a su empresa por sus comentarios “homófobos” y “antirracistas”.
Pero la empresa G4S Security había considerado que no podía hacer nada, “porque
era musulmán”.
La matanza de Orlando debería llamar la atención sobre
el riesgo que toman nuestras sociedades occidentales al encomendar su seguridad
a empresas privadas, pues las mismas contratan preferentemente a su personal en
las minorías étnicas. Y sus agentes, incluso cuando se desvían de las normas,
están protegidos por la ideología y las leyes antirracistas.
Está prohibido, por lo demás, plantear siquiera el problema.
Por haber cuestionado que securatas musulmanes se encargaran de la seguridad
(¡!) del Bataclán [la sala de espectáculos objeto de la última matanza
yihadista en París, N. del T.], el cantante Jesse Hugues, el líder de los
Eagles of Death Metal [la banda que actuaba la noche del atentado, N. del T.],
ha tenido que vérselas con la bienpensancia.[1] Jesse Hugues ha agravado su
caso al responder afirmativamente a la pregunta de la revista canadiense
Takimag, la cual quería saber si “el miedo de ofender a los musulmanes [es] la
principal arma de los terroristas”. Palabras que han sido consideradas tan
chocantes que Jesse Hugues, que debía actuar el próximo mes de agosto en Rock
en el Sena (el espectáculo rock de la región Île-de-France), ha sido censurado
—perdón, “desprogramado”, en neolengua. ¡Hay temas, en efecto, que son tabú!
Pero como en El Manifiesto no lo son, voy a plantear
las preguntas que tanto les enojan: ¿es normal que procedan de las minorías
étnicas entre el 80 y el 90% de los securatas privados de los museos parisinos,
de los aeropuertos de las grandes ciudades, de los grandes centros comerciales?
¿Es justo que los franceses y europeos de origen estén, de facto, discriminados
(porque si en un control tuvieran que enfrentarse con un africano o un magrebí,
serían acusados ipso facto de “racismo”)? ¿Es prudente que los agentes de
seguridad sean contratados en los barrios y en los medios de los que procede la
delincuencia? ¿Es inteligente que, para protegerse del terrorismo islámico, se
contrate deprisa y corriendo a securatas que en su gran mayoría son musulmanes?
¿Es verdaderamente oportuno armarlos, como lo plantean Bernard Cazeneuve [el
ministro del Interior francés, N. del T.] y otros altos cargos de su
ministerio?
El Imperio romano cayó, por lo que a los hechos se
refiere, porque encomendó a los bárbaros la defensa de sus fronteras. Es de
locos desarmar a los europeos de origen prohibiéndoles llevar armas, al tiempo
que se encomienda nuestra seguridad interior a las minorías étnicas.
(Jean-Yves Le
Gallou es presidente del Think Tank Polémia.)
[1]En francés se ha introducido el término “la
bienpensance” para designar el pensamiento políticamente correcto que practican
los bienpensantes. ¿Lo adoptamos en español? (N. del T.)