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Nació en Seúl. Estudió
filosofía en la Universidad de Friburgo y literatura alemana y teología en la
Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró en Friburgo con una disertación sobre
Martin Heidegger. En 2000, se incorporó al Departamento de Filosofía de la
Universidad de Basilea, donde completó su habilitación. En 2010 se convirtió en
miembro de la facultad Staatliche Hochschule für Gestaltung Karlsruhe, donde
sus áreas de interés fueron la filosofía de los siglos XVIII, XIX y XX, la
ética, la filosofía social, la fenomenología, la antropología cultural, la
estética, la religión, la teoría de los medios, y la filosofía intercultural.
Desde 2012, es profesor de estudios de filosofía y estudios culturales en la
Universidad de las Artes de Berlín (UdK), donde dirige el Studium Generale, o
programa de estudios generales, de reciente creación.
Han es autor de dieciséis
libros, de los cuales los más recientes son tratados acerca de lo que él
denomina la «sociedad del cansancio» (Müdigkeitsgesellschaft), y la «sociedad
de la transparencia» (Transparenzgesellschaft), y sobre su concepto de
shanzhai, neologismo que busca identificar los modos de la deconstrucción en
las prácticas contemporáneas del capitalismo chino.
El trabajo actual de Han se
centra en la «transparencia» como norma cultural creada por las fuerzas del
mercado neoliberal, que él entiende como el insaciable impulso hacia la
divulgación voluntaria de todo tipo de información que raya en lo pornográfico.
Según Han, los dictados de la transparencia imponen un sistema totalitario de
apertura a expensas de otros valores sociales como la vergüenza, el secreto y
la confidencialidad.
Obra
La sociedad del cansancio
En su obra La sociedad del
cansancio (título original en alemán: Müdigkeitsgesellschaft), Han caracteriza
a la sociedad actual como un paisaje patológico de trastornos neuronales, tales
como depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno
límite de la personalidad y agotamiento (burnout). Afirma que no se trata de
«infecciones» sino de «infartos», que no son causados por un fenómeno negativo
de inmunología en las personas sino por un «exceso de positividad».
Topología de la violencia
En Topología de la violencia
(título original:Topologie der Gewalt) el autor continúa su análisis alarmante
de una sociedad al borde del colapso que comenzó con La sociedad del cansancio.
Se centra en la relación entre la violencia y la individualidad, demostrando
que pese a la tesis generalizada de su desaparición, la violencia solo ha
cambiado su forma de mostrarse y opera de maneras más sutiles. La violencia en
forma de guerra da paso a otra, anónima, «de-subjetivada» y sistémica, que no
se revela ya que se fusiona con su antagonista, la libertad.
A través de Sigmund Freud,
Walter Benjamin, Carl Schmitt, Richard Sennett, René Girard, Giorgio Agamben,
Deleuze/Guattari, Michel Foucault, Michel Serres, Pierre Bourdieu y Martin
Heidegger, Han adopta su propio concepto de la violencia, que define
funcionando en la individualidad libre. Impulsados por la única exigencia de
perseverar y no fallar, así como por la ambición de la eficiencia, nos
convertimos en renunciadores y sacrificadores al mismo tiempo, entrando en un
remolino de limitación, autoexplotación y colapso. Este lúcido estudio de Han
de la violencia ofrece muchas ideas poco ortodoxas y no teme criticar el
sentido común sobre la concepción moderna de la sociedad en libertad, la
individualidad y la realización personal, sacando a la luz el lado sombrío del
asunto.
En un artículo sobre este
autor del diario El País se recogen algunas de sus afirmaciones:
No hay, sin embargo, que
confundir la seducción con la compra. «Creo que no solo Grecia, también España,
se encuentran en un estado de shock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió
lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza
radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que se llama
liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de
almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se produce una
neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada por la flexibilización
laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los despidos». Todo
queda sometido al criterio de una supuesta eficiencia, al rendimiento. Y, al final,
explica, «estamos todos agotados y deprimidos. Ahora la sociedad del cansancio
de Corea del Sur se encuentra en un estadio final mortal».
En realidad, el
conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en espectáculo. La
existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente
"expuesta", de "su valor de exposición" en el mercado. Y
con ello «la sociedad expuesta se convierte también en pornográfica. La
exposición hasta el exceso lo convierte a todo en mercancía. Lo invisible no
existe, de modo que todo es entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado
de inmediato, como decía Baudrillard». Y lo más grave: «La pornografía aniquila
al eros y al propio sexo». La transparencia exigida a todo es enemiga directa
del placer que exige un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La
mercantilización es un proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso
de la sexualidad: su valor de exposición como mercancía.
La sociedad de trabajo y
rendimiento
Han critica la
generalización de presiones sobre el individuo, al que se le exige y él se
autoexige una actividad constante, una obligación que acaba por sumirlo en la
depresión. La sociedad que acoge al ser humano deja entonces de existir y se
convierte en una sociedad de la obligación.
La siguiente cita de su obra
Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder ejemplifica muy bien
su pensamiento:
Quien fracasa en la sociedad
neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en
lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial
inteligencia del régimen neoliberal. (…) En el régimen neoliberal de la
autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no
convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.
En su obra La sociedad del
cansancio, señala el autor:
La sociedad de trabajo y
rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La
dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la
que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una
sociedad del trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del
trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de
trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es
prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Así, uno se explota a sí
mismo, haciendo posible la explotación sin dominio.
En relación con este tema,
en su artículo "¿Por qué hoy no es posible la revolución?" (07/10/2014),
escribió:
No es posible explicar el
neoliberalismo de un modo marxista. En el neoliberalismo no tiene lugar ni
siquiera la "enajenación" respecto del trabajo. Hoy nos volcamos con
euforia en el trabajo hasta el síndrome de Burnout [fatiga crónica, ineficacia].
El primer nivel del síndrome es la euforia. Síndrome de Burnout y revolución se
excluyen mutuamente. Así, es un error pensar que la multitud derroca al empire
parasitario e instaura la sociedad comunista. [...] ¿Y qué pasa hoy con el
comunismo? Constantemente se evocan el sharing (compartir) y la comunidad. La
economía del sharing ha de suceder a la economía de la propiedad y la posesión.
Sharing is caring, (compartir es cuidar), dice la máxima de la empresa Circler
en la nueva novela de Dave Eggers, The Circle. [...] También en la economía
basada en la colaboración predomina la dura lógica del capitalismo. De forma
paradójica, en este bello "compartir" nadie da nada voluntariamente.
El capitalismo llega a su plenitud en el momento en que el comunismo se vende
como mercancía. El comunismo como mercancía: esto es el fin de la
revolución.
En el enjambre
En esta obra, Byung analiza
la forma en la que la revolución digital, internet y las redes sociales han
transformado la esencia misma de la sociedad. Se ha formado una nueva masa: «el
enjambre digital»: una masa de individuos aislados, sin alma, sin acción
colectiva, sin sentido y sin expresión. La hipercomunicación digital destruye
el silencio y únicamente percibe ruido carente de coherencia, aturdidor. Bajo
este contexto se impide el cuestionamiento al orden establecido, tomando así el
sistema rasgos de totalitarismo de forma poco visible.
Sobre el poder
En esta obra, Han enfrenta
el caos teórico que existe en torno al concepto de poder buscando una «forma
fundamental» que permita comprender sus diversas manifestaciones. Diferencia el
poder coactivo —inestable y de baja intermediación respecto al otro sometido— y
el poder que opera desde la libertad del otro —mucho más estable y de alta
intermediación. Sin embargo, en ambos casos reconoce una forma única de poder
que se caracteriza por el intento de continuarse a sí-mismo en el otro.
El rasgo fundamental del
poder es «ir más allá de sí». Pero yendo más allá de sí, el sujeto del poder no
se abandona ni se pierde. Ir más allá de sí —y este es el modo en que marcha
del poder— es al mismo tiempo ir consigo.
Finalizando esta obra
concluye que la única intermediación con el otro radicalmente diferente al
poder está dada por la amabilidad. La amabilidad tiene la capacidad de una
"etización del poder" en cuanto permite que el sí mismo no tenga
necesidad de recuperarse a sí mismo en lo otro:
(...) la etización del poder
exige que el lugar trascienda su tendencia ipsocéntrica, que brinde espacios no
solo a lo uno, sino también a lo múltiple y a lo marginal, que conceda
estancias, que se vea conmovido por una amabilidad original que detenga esta
tendencia, esta voluntad de sí mismo (…) De la amabilidad emana un movimiento
distinto que del poder. Al poder en cuanto tal le falta la apertura para la
alteridad. (p. 106).
Temas
Han ha escrito, entre otros
temas, sobre depresión nerviosa, trastorno por déficit de atención con
hiperactividad, trastorno límite de la personalidad, burnout, Internet, amor,
cultura pop, poder, racionalidad, religión, medios de comunicación de masas,
subjetividad, cansancio, astenia, transparencia desde el punto de vista social
y de la conducta, y sobre violencia.
Dataísmo
En 2014 Byung manifestó en
su libro Psicopolítica al respecto del dataísmo:
El Big Data debe liberar el
conocimiento del arbitrio subjetivo. Así pues, la intuición no representa una
forma superior del conocimiento. Se trata de algo meramente subjetivo, de un
auxilio necesario que suple la falta de datos objetivos. En una situación
compleja, siguiendo esta argumentación, la intuición es ciega. Incluso la
teoría cae bajo la sospecha de ser una ideología. Cuando hay suficientes datos,
la teoría sobra. La segunda Ilustración es el tiempo del saber puramente movido
por datos. [...]
El dataísmo se muestra como un dadaísmo digital. También el
dadaísmo renuncia a un entramado de sentido. Se vacía a la lengua totalmente de
su sentido: «Los sucesos de la vida no tienen ni comienzo ni fin. Todo
transcurre de manera idiota. Por eso todo es igual. La simplicidad se llama
dadá». El dataísmo es nihilismo. Renuncia totalmente al sentido. Los datos y
los números no son narrativos, sino aditivos. El sentido, por el contrario,
radica en una narración. Los datos colman el vacío de sentido.[...]