pero compra su gas
Gianandre Gaiani
Brújula cotidiana,
24-03-2022
Mientras prosiguen
las operaciones militares rusas en Ucrania, Mariupol está a punto de caer y la
presión se ejerce en todo el este del país, el flujo de gas hacia Europa es
constante e incluso aumentan los pedidos. Los países de la UE han emprendido
una guerra económica contra la agresión rusa, pero siguen comprando gas a Moscú
y se exponen a represalias económicas.
El enfrentamiento
en los campos de batalla de Ucrania se ha intensificado después de que las
tropas ucranianas que defienden el centro de Mariupol se negaran a aceptar la
rendición ofrecida por Moscú.
La intensificación
de los bombardeos rusos sobre esta ciudad persigue sin lugar a dudas objetivos
militares, ya que uno de los objetivos estratégicos prioritarios de la ofensiva
rusa es establecer una sólida continuidad geográfica entre el Donbass y Crimea,
arrancando a Ucrania la salida al Mar de Azov. Este objetivo está ahora al alcance
de la mano con la caída de Mariupol, que debería ser cuestión de días a falta
de grandes novedades.
También el
bombardeo con misiles del centro de entrenamiento militar de Nova Lyubomyrka,
en la región de Rivne, al noroeste de Ucrania, persigue objetivos estrictamente
militares, como las incursiones que en estos últimos días ha visto Kalibr, los
misiles balísticos Iskander y, en un par de ocasiones, los misiles
hipersónicos Kinzhal (que, de hecho, son imposibles de interceptar porque
alcanzan sus objetivos a velocidades de más de 10.000 kilómetros por hora) han
destruido bases aéreas, cuarteles y depósitos militares al oeste del río Dnepr,
es decir, las bases donde se encuentran los voluntarios extranjeros que han
venido a luchar por Kiev y las enormes cantidades de armas donadas a Ucrania
por Estados Unidos y la OTAN.
Los bombardeos de
Kiev y Odessa, donde los edificios deshabitados han sido alcanzados por el
fuego de los barcos rusos, parecen tener un valor demostrativo destinado a
ejercer una fuerte presión sobre la opinión pública para inducir al gobierno
ucraniano a aceptar las exigencias rusas de un alto el fuego y un acuerdo de
paz que ofrezca a Moscú las garantías que lleva tiempo pidiendo. Las
negociaciones continúan, y aunque Ankara ha dado noticias reconfortantes de que
los anuncios positivos son inminentes, ayer las conversaciones por
teleconferencia entre las delegaciones rusa y ucraniana se prolongaron en dos
rondas consecutivas.
El presidente
suizo, Ignazio Cassis, ha dicho en los últimos días que esperaba que “las armas
callaran pronto” y que Suiza estaba dispuesta a mediar o acoger las
conversaciones, pero es poco probable que los rusos acepten como mediador a una
nación que ha impuesto sanciones a Moscú renunciando a su proverbial neutralidad.
Paradójicamente, en un clima de guerra y de sanciones a Rusia cada vez más
fuertes –pero no al gas ruso-, la agencia de noticias Bloomberg ha informado de
que los pedidos de gas natural ruso a Europa a través del enlace Nord Stream
están aumentando, mientras que los flujos a través de Ucrania se mantienen
estables. Así, aunque Berlín no ha activado el nuevo gasoducto Nord Stream 2,
su predecesor está funcionando a pleno rendimiento, al igual que los gasoductos
que atraviesan la devastada Ucrania, a la que nadie tiene interés en atacar. De
hecho, Europa, que ataca a Putin y condena la invasión rusa imponiendo
sanciones cada vez más fuertes, sigue haciendo que su economía sobreviva
gracias al gas ruso.
En este sentido,
la Oficina Federal de Estadística alemana anunció ayer que en febrero de 2022
el índice de precios de producción de los productos industriales en Alemania
aumentó un 25,9% en comparación con febrero de 2021. Esta cifra es aún más
alarmante si se tiene en cuenta que es anterior al conflicto, ya que la
reciente subida de precios tras el ataque ruso a Ucrania aún no se ha incluido
en los resultados de la encuesta que se cerró el 15 de febrero. Esto significa
que en Alemania, y más aún en otros países como Italia, los productos
industriales están dejando de ser competitivos en los mercados debido al coste
de la energía. Una situación que ya está provocando la pérdida de muchos
puestos de trabajo y que promete ser una catástrofe para toda Europa, pero que
podría agravarse si Moscú decide bloquear el flujo de gas hacia Europa en
represalia por el apoyo militar ofrecido por la UE y la OTAN a Ucrania.
Por otro lado, los
que han optado por la “beligerancia” deben esperar que las amenazas rusas se
materialicen, ciertamente no con acciones militares, pero sí con probables
ciberataques o bloqueos del suministro energético, teniendo en cuenta que, por
término medio, las naciones europeas estiman que tardarán al menos dos o tres
años en sustituir el suministro de gas ruso. Este contexto también obliga a
Europa a apoyar y fomentar una rápida solución negociada del conflicto. Por
otra parte, Rusia no pretende destruir u ocupar toda Ucrania: sería un objetivo
para el que las fuerzas desplegadas por Moscú serían totalmente insuficientes.
El objetivo parece
ser rodear al ejército de Kiev, desplegado en gran parte en el este, y aislar
las ciudades más importantes para inducir a las guarniciones ucranianas a
rendirse, tratando de limitar las pérdidas tanto de soldados como de civiles.
Basta con mirar el mapa de la invasión rusa para ver que las tropas de Moscú se
mueven a lo largo de las fronteras y la costa ucranianas sin entrar en el
centro del país. Por lo tanto, Rusia puede estar cerca de lograr sus objetivos
militares prioritarios, como la conquista de Mariupol y la totalidad de los
territorios del Donbass en las provincias de Donetsk y Luhansk, necesarios para
sentarse a la mesa de negociaciones con una posición de fuerza.
Nadie tiene una
bola de cristal, pero estos éxitos sobre el terreno parecen estar al alcance de
las tropas rusas y, combinados con la presión continuada sobre Kiev, Kharkiv,
Sumy y Odessa, podrían conducir razonablemente a las condiciones necesarias
para un acuerdo a finales de marzo.