explotó una ciudad
Gabriela Brouwer
de Koning
Infobae, 3-11-22
27 años atrás, el
Estado Nacional hizo explotar una ciudad. Sí, estás leyendo bien. No es un
eufemismo ni una declaración figurada. El Estado Nacional hizo volar por los
aires la Ciudad de Río Tercero. Y digo esto con total contundencia, porque la
causa penal, que llevó 19 años, en un procedimiento lleno de peripecias y
chicanas judiciales, demostró que fue un hecho organizado y pergeñado por el
propio Estado, durante el gobierno menemista, para ocultar la venta ilegal de
armas a Croacia y a Ecuador. Es decir, un atentado.
El 3 de noviembre
de 1995, a las 8 y 55 minutos de ese día lunes, la ciudad de Río Tercero, con
sus aproximadamente 45 mil habitantes, vivía uno de los episodios más trágicos
y morboso de la historia nacional. En un principio, nadie entendía qué estaba
pasando, nadie comprendía por qué estaban bombardeando. A pesar de estar en una
zona de paz, la ciudad vivía una guerra.
Las víctimas
fatales directas, quienes murieron, fueron siete vecinas y vecinos. Se
especula, también, que las víctimas fatales indirectas, pueden contarse por
decenas, considerando el estrés que sufrieron muchas personas que padecían enfermedades
preexistentes. No fue solo un día, un momento. Fue mucho más: las secuelas y
las heridas siguen hasta hoy. Tal vez muchas personas de otros lugares del
país, no sepan que hasta la actualidad se siguen encontrando aquellos
proyectiles que bombardearon a Río Tercero. Proyectiles, que muchos siguen
semienterrados y cada tanto aparecen, quedando al descubierto como para
recordarnos que aún las heridas siguen abiertas.
Después de 27
años, quienes vivimos esa terrible y traumática experiencia, aún tenemos las
imágenes y las sensaciones vividas intactas, como si el tiempo no hubiera
pasado. El hongo, con la bola de fuego en su interior, atemorizante, continúa
en la vida de cada riotercerense que vivió el atentado.
Es por ello, que
el día 3 de noviembre debe servirnos a todos los argentinos para luchar por un
país con memoria, verdad y justicia. Por un país en el que la corrupción y la
desidia de quienes lo conducen, sean del signo político que sean, no cuente más
como moneda corriente y desaparezca. Porque la corrupción no solo beneficia a
unos pocos en detrimento de muchos, sino que además, la corrupción mata, como
pasó en mi ciudad. Esto no fue una voladura ni una explosión, fue lisa y
llanamente, un aberrante atentado perpetrado y organizado por el Estado
Nacional contra su población.
Hablamos de
heridas eternas, dolores que nunca podrán sanarse, que solo el tiempo ayuda a
calmar, pero que siguen allí. ¿Y por qué hacer memoria con un hecho que nos
trae dolor y tristeza? Justamente, por eso. Porque el alma, siempre tiene
memoria. Si no, pregúntenle a los padres de Romina Torres, que a sus 15 años
corría hacia su casa y una esquirla le quitó la vida. O a la familia de Aldo
Aguirre, que a sus 25 años, ayudando a personas heridas, fue alcanzado por un
trozo de metal que lo mató. O a Silvia, que su esposo Leonardo Solleveld le
dijo que se quedara con los chicos, que iba a buscar un vehículo para sacarlos
de ese infierno y jamás regresó. Si no pregunten a las familias de José Varela,
Laura Muñoz, Hoder Dalmasso y Elena Rivas. Y es esa memoria, ese sentir, el que
nos tiene que hacer recordar los hechos que llevan a las tragedias más grandes
de nuestro país, para que no se vuelvan a repetir. Quizás no podremos sanar la
herida, el tiempo ha demostrado que sin justicia, las heridas no comienzan a
cicatrizar, y esta sociedad siempre tiene presentes a quienes perdimos ese día.
Y así como se
tiene presente a cada una de las víctimas, no solo de Río Tercero, sino de una
Argentina entera, se debe tener presente a una persona que gracias a sus
valores y convicciones inquebrantables en la defensa de la verdad y la
justicia, allanó el camino hacia la verdad y permitió a todos conocer la cruda
realidad. Me refiero a Ana Elba Gritti, o “Coca”, tal como la recordamos los
riotercerenses con nostalgia y orgullo. Fue ella quien luchó contra los poderes
fácticos, a pesar de las amenazas y el amedrentamiento sufrido por ella y su
familia. Sin ella, los argentinos no hubiéramos descubierto que lo que había
sucedido, era intencional y organizado por propio Estado Nacional. Fue Ana
Gritti la única querellante en la causa penal y es también por ella, que
llegamos hasta aquí. Quedando solo su deseo de que la justicia llegara hasta
los máximos responsables. Lamentablemente, ese anhelo no se pudo cumplir, ya
que si bien el Tribunal Oral de Córdoba prosiguió el juicio y fijó la primera
audiencia para que Menem declare bajo la imputación de “autor mediato”, fallece
unos días antes, quedando nuevamente impune.
De todas maneras
nos queda su legado. Si ella sola pudo contra la mafia del tráfico de armas,
nosotros unidos tendremos que poder contra el olvido y la injusticia.
Río Tercero sigue
en búsqueda de su reparación histórica. Fuimos, somos y seremos una ciudad
pujante y en constante progreso. Pero aquel fatídico día, nuestro tejido social
y económico recibió un fuerte golpe por parte del propio Estado Nacional que
nos marcó para siempre. Es por ello, que desde el primer día de trabajo como
Diputada Nacional, he tocado cada una de las puertas que hay que tocar, para
que el pago de las indemnizaciones a las más de diez mil personas afectadas por
fin se haga realidad, y la ley 27.179, que establece dichos pagos, sea cumplida
por parte del mismo Estado que atentó contra su población.
Como así también,
seguiré canalizando el deseo justo de Río Tercero por conseguir una reparación
mediante la herramienta de mayor cambio social que se conoce como país, que es
la educación. Y es por ello que vamos a seguir luchando por tener nuestra
Universidad Nacional para que sea el mismo Estado que casi nos dio un golpe
letal, el que devuelva a nuestra ciudad parte de lo que perdimos. El
conocimiento es la mejor arma para combatir nuestras heridas más profundas. El
impacto positivo, sostenido y a largo plazo que una universidad pública puede
generar, superará cualquier reparación habida y por haber. No solo en Río
Tercero, sino en toda una región.
En esta lucha por
la memoria, siempre deberemos recordar y agradecer a cada uno de los artistas
que con sus creaciones la mantuvieron viva. Porque además de la educación, es
la cultura el elemento social que amalgama la memoria en nuestra sociedad. Es
por ello que debemos tener presentes a los músicos, fotógrafos, artistas
plásticos, escritores y demás personas que en 27 años se encargaron de no
permitirnos el olvido y de reivindicar la memoria, la verdad y la justicia. Es
por ellos y para toda nuestra sociedad en su conjunto, que el Proyecto de Ley
que instituye el día 3 de noviembre como “Día de la Memoria y Solidaridad con
las Víctimas del Atentado contra la Fábrica Militar Río Tercero”, debe
servirnos para que como país, avancemos hacia una democracia que nunca más
permita que la desidia y la corrupción, atenten contra su pueblo.
Así, y solo así,
con memoria y reparación, los que ya no están y la comunidad podrá tener paz
ante la peor experiencia vivida.