Por Mario
Marquinez
La Prensa,
01.10.2023
En un mundo
dominado por los medios informativos, plagados de crímenes, guerras y
corrupción, el hombre común se siente un espectador, no se identifica con ese
mundo malo que le muestran los medios, pero duda. Entonces necesita saber que
está del lado de los buenos y reconocerse que no pertenece al universo de los
malos que reflejan los medios.
Ser bueno exige tiempo
y esfuerzo, tiempo de pensar y estudiar, esfuerzo de hacer algo que signifique
y que demuestre que él no pertenece a ese mal universo.
La lucha por la
vida no le deja el tiempo necesario, entonces elije adherir a una buena causa,
algo que le haga sentirse que está del lado de los buenos y que los otros
buenos también lo reconocerán. Ayudar a alguien a cruzar una peligrosa avenida,
hacer una selfie y colgarla en la red social ya es algo.
El mundo hoy
ofrece una serie de "buenas causas " a las cuales adherirse. El
veganismo que trata de no matar animales (matar es malo); salvar los arboles y
los bosques de los malos que quieran talarlos es bueno; cortar un árbol es
malo; prohibir los agroquímicos y los fertilizantes está bien; y también a esos
horribles cereales transgénicos como el arroz dorado por ejemplo. Tenemos hoy
muchas opciones y el hombre bueno las toma todas con entusiasmo.
Claro que evaluar
si esas acciones trae consecuencias peores que lo que se quiere salvar es
demasiado complicado, para eso están los funcionarios, esa caterva de gentes
que deberían hacer esas cosas y que no lo hacen.
Es en esta tierra
abonada donde la idea de "salvar el planeta de su depredador el
hombre", promotor de la hecatombe climática, prendió con una fuerza inusitada.
MENTIRAS
Una gran mentira
repetida mucho se transforma en verdad dijo Goebbels, pero para que esa mentira
tome camino se necesita un terreno fértil que como decíamos es el Hombre Bueno.
Desde el principio
de su existencia el sapiens sapiens ha tratado de entender qué es su conciencia
y qué papel le toca en el concierto de la vida. Esa búsqueda lo ha separado de
su medio hasta sentirse que no es parte de la naturaleza sino como dicen los
ecologistas, un virus que afecta al planeta. Las distintas religiones han
sublimado estas ideas a la llegada de un salvador que los redimirá y llevará al
lugar adonde pertenecen.
Así nace el
milenarismo, una idea ampliamente difundida entre casi todas las religiones
pasadas y presentes donde habrá un momento en que la humanidad será redimida no
sin antes ser destruida.
Tanto Marx como la
Iglesia Católica, la religión judía y la Iglesia protestante anglosajona por
nombrar las más conocidas esperan este acontecimiento de destrucción del cual
nacerá el Hombre nuevo y será seguido por un interregno de mil años donde
reinará la justicia y la verdad para luego acceder al otro reino.
De allí el nombre
milenarismo. Y qué mejor ejemplo de destrucción que la hecatombe climática
provocada en el planeta por los hombres malos. Claro que queremos la venida del
Salvador, pero no tan rápido.
El milenarismo ha
sido un tema recurrente en la historia, movimientos y líderes carismáticos han
surgido en respuesta a las expectativas milenaristas. Algunos de estos
movimientos han tenido impactos significativos en la sociedad y en la cultura,
mientras que otros han sido objeto de controversia y conflictos. En general, el
milenarismo refleja la búsqueda humana de significado, esperanza y trascendencia
en tiempos de cambios y desafíos.
Existe una
conexión entre el milenarismo y los movimientos ecologistas y su epitome la
Agenda 2030/2050, ya que ambos pronostican un cambio catastrófico en el mundo,
donde el hombre enfrentará consecuencias desastrosas si no sigue los supuestos
dictámenes de la naturaleza, hoy interpretados por un grupo de gurúes y sus
sacerdotes, científicos y comunicadores.
A lo largo de la
historia, a medida que la ciencia ha ido desafiando los límites impuestos por
las religiones reveladas, el hombre ha buscado algo para reemplazar la figura
divina perdida. En la actualidad, la naturaleza se ha convertido en ese nuevo
Dios para el hombre bueno.
Al considerar que
la naturaleza sigue un orden que se rige por sí misma, se está otorgando a la
misma una trascendencia y una voluntad que no posee. Al adentrarse en el
conocimiento del cosmos y sus relaciones intrínsecas, la ciencia no muestra
ningún propósito definido, sino que simplemente describe lo que es. Por lo
tanto, tratar de darle a la naturaleza un plan determinado y una trascendencia
va en contra de la realidad observada por la ciencia. El verdadero sentido de
trascendencia se encuentra en el hombre en sí mismo.
El ecologismo
utiliza atávicos sentimientos humanos con similitudes con el milenarismo,
promoviendo una preocupación por una catástrofe mundial producida por la
tecnología que la misma tecnología no puede dominar, lo que llevaría a una
transformación radical de la sociedad o a su extinción.
HISTORIA
Un tal Malthus
puso negro sobre blanco esa inminente destrucción. Thomas Malthus (1766-1834)
fue un economista y demógrafo inglés que en el Ensayo sobre el principio de la
población, publicado por primera vez en 1798, planteaba que la humanidad no
estaría preparada para obtener los recursos necesarios para su desarrollo.
Malthus planteó la
preocupación de que si la población crecía en progresión geométrica, la
humanidad desembocaría en un desequilibrio entre la población y los recursos
disponibles.
A pesar de que
Malthus estaba viviendo el aumento colosal de los bienes de producción
industriales, nunca se preguntó si esas nueva tecnologías llevarían también al
crecimiento de la producción de alimentos. No sabemos si lo ignoró para poder
sostener su teoría o nunca estuvo en su pensamiento.
La revolución
industrial ejerció una atracción y una fascinación extraña entre los pensadores
de la época. Pensaban que se había llegado al epítome de la evolución
tecnológica que no se podría ir mucho más allá. La civilización había llegado a
su limite.
A lo largo de la
historia, ha habido seguidores y defensores de las ideas de Malthus, a pesar de
que las evidencias la contradigan.
* Paul Ehrlich
(1932-presente): es un ecólogo y biólogo estadounidense conocido por su libro
The Population Bomb (La bomba demográfica), publicado en 1968. En este libro,
Ehrlich advirtió sobre la superpoblación y sus consecuencias catastróficas para
el medio ambiente y los recursos naturales.
* Garrett Hardin
(1915-2003): fue un ecologista y biólogo estadounidense que en un ensayo de
1968 argumentó que los individuos actúan de manera egoísta al explotar recursos
compartidos y esto conduce a la degradación y el agotamiento de esos recursos,
lo que se alinea con la idea de Malthus sobre la competencia por recursos
limitados.
* Club de Roma: no
es una figura individual, sino un grupo de pensadores, científicos y políticos
que se formó en 1968 con el objetivo de abordar los problemas globales,
especialmente la sostenibilidad y los límites del crecimiento. Hoy el mundo
produce un 40% más de alimentos de los que consume y si todavía hay hambre en
algunos reductos aislados es a causa de decisiones políticas de gobiernos y de
agencias supra gubernamentales como la FAO y la WEF y Greenpeace.
El calentamiento
global, ahora cambio climático, es la gran política adoptada por las Naciones
Unidas para lograr el control político de todo el planeta ayudada y sostenida
por los hombre buenos que siguen a las buenas causas.
Dijo Carl von
Clausewitz que la guerra es la continuación de la política por otros medios.
Hoy el ecologismo es la continuación de la guerra por otros medios y la Agenda
2030 es el plan de batalla.
La Agenda 2030 es
la exacerbación ad infinitum de la visión maltusiana del mundo. El terreno
estaba preparado, solo había que plantar la idea.
El Club de Roma
sentó las bases para que en el congreso de Kioto se definieran los objetivos de
la WEF, su Agenda 2030 y 2050 que están explícitamente aclarados y explicitados
en sus comunicaciones. Todos tienden a la despoblación mundial según las
siguientes estrategias principales:
* Degrowthwing: o
des desarrollo. Supone que el estado actual de desarrollo no es compatible con
el futuro de la humanidad.
* Population
Decimating: eliminación por medio de diversos métodos del 95% de la humanidad
tomando como ideal una población mundial de 500 a 1.000 millones de seres
humanos.
* Agricultural
banning: propuestas contra la agricultura de altos rendimientos bajo una
supuesta mejora ecológica a costa de una disminución enorme de la capacidad de
producción. Estas políticas incluyen la lucha contra los fertilizantes y demás
agroquímicos, la promoción de los alimentos orgánicos y la prohibición de los
cultivos transgénicos.
* Meat banning:
prohibición basada en la emisión de gas metano que produce el ganado.
* Fuel
restrictions: el mito de la emisión de CO2 y su influencia negativa en el
calentamiento global con la intención de impedir el desarrollo de países con
esos recursos.
* Traveling
restrictions: limitación de la circulación de vehículos.
* Carbon wallets:
restricciones monetarias mediante las billeteras virtuales para aquellos que no
cumplan con las premisas anteriores.