Félix Sammartino
La Nación, 27
DE FEBRERO DE 2016
Las cosas por su nombre: a la cadena de valor de los
alimentos hay que comenzar a llamarla la cadena de las sospechas.
Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) acusó a la cadena láctea de falta de
transparencia. Según la entidad, la industria y el supermercadismo son
insensibles a la gravedad de la crisis lechera. La Fundación PEL, determinó que
la participación del productor en el precio final de la leche en la góndola
pasó de 30,8% en enero de 2015 a 22,4% en diciembre del mismo año. La tajada
perdida fue a manos de la industria, que pasó del 26,8 a 32,1% y a la cadena
comercial, del 26,7% a 29,8%. Antes de las compensaciones que se comenzaron a
cobrar esta semana, los tamberos enfrentaron meses de quebranto cercano al peso
por litro producido.
Por su parte, el Área de Economías Regionales de CAME
le viene haciendo una marcación hombre a hombre a la cadena comercial desde
hace seis meses. Por medio de una canasta de 20 alimentos mide la diferencia
promedio entre el precio de góndola y de origen en el Índice de Precios en
Origen y Destino (IPOD). En la segunda quincena de enero esta diferencia fue de
7,1 veces, incrementándose 1,4% con respecto a diciembre. La pera fue el
producto con mayor disparidad de valor: el consumidor pagó en góndola casi 20
veces más de lo que recibió el agricultor en el campo. En el otro extremo, la
menor diferencia fue con el limón de solo 2,44 veces. Hay que consignar que las
diferencias entre el precio de origen y el de destino son dinámicas: así como
aumentan también se reducen. Fue el comportamiento que tuvieron 10 alimentos de
la canasta en enero con respecto a diciembre.
CAME también relevó en enero una canasta ganadera de 4
productos (huevo, carne de polllo, carne de ternera y leche) donde la brecha
promedio fue de 4,08 veces, pero subió 8,5% frente a diciembre pasado. En el
caso de la participación del precio del novillo en el precio final de la carne,
la Sociedad Rural Argentina (SRA) registró que en agosto de 2005 era del 30%
contra el 22% actual.
La salida del kirchnerismo desempolvó viejas cuentas
pendientes. Para la producción los dos malos de la película siempre fueron la
industria y el supermercadismo. Sólo cuando toca un gobierno con las
características que le imprimieron los Kirchner, el Estado los reemplaza y pasa
a ser el adversario principal.
Para Raúl Robin, presidente de CAME "no hay
fórmula para garantizar la renta de la producción primaria. No es el caso del
resto de la cadena que compra sólo cuando es negocio. No obstante, el Estado
puede tomar acciones como bajar el IVA para evitar las pérdidas a la
producción".
Con la vuelta a la normalidad, la industria y el
supermercadismo han vuelto a estar en la mira de la producción. ¿Cómo se
dirimirán estas diferencias?
Las respuestas al problema dejan por ahora bastante
que desear si se las mide por la eficacia que puedan llegar a tener. CRA
amenazó con salir a "escrachar" a las industrias lácteas y demostrar
que tienen una capacidad de pago superior a la que realizan. Otros, como
algunos dirigentes y funcionarios provinciales, abogan por una fuerte
intervención del Estado para que siente a la industria y al supermercadismo en
una mesa y les muestren los números. Si no fuera que están ausentes los modales
y la prepotencia de compadrito del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno,
lo que se pretende es muy parecido a una vuelta al pasado. La receta que se
aplicó en su máxima expresión durante la década ganada obviamente no funcionó.
¿Entonces?
Está claro que las grandes distorsiones en la cadena
de alimentos la están pagando los productores y los consumidores. Y que la
inflación juega un papel decisivo. Hace perder al consumidor su principal
fortaleza, la que mantiene a raya a toda la cadena comercial: su memoria de
precios. En este sentido, un industrial lácteo aseguraba que el mark-up, la
remarcación de precios de los supermercados, se había disparado. "El
supermercadismo es un negocio ulcerante y muy competitivo. Mientras el
consumidor tenga referencias no se pueden armar precios", afirma el
economista Jorge Ingaramo.
Con el rio revuelto por la inflación siempre habrá
ganancia para los pescadores.