Alfil, 17 abril,
2019
Por Bettina
Marengo
Según quien mire
y cómo le convenga, las elecciones del domingo pasado fungen y no de encuesta
electoral sobre el 12 de mayo. Pero para todos, sin excepción, son una foto que
permite pulir rumbos y estrategias de campaña.
Una de las
fuerzas políticas que festejó el 14 de abril fue Encuentro Vecinal Córdoba que
lleva a Aurelio García Elorrio como candidato a gobernador-legislador y a Juan
Pablo Quinteros para intendente-concejal de la ciudad de Córdoba. García
Elorrio abrió el partido y sumó al ex legislador juecista con la intención de
sumar votos de sectores políticamente de centro y geográficamente de la
periferia. Es decir, votos de barrios populares a los que al EVC le cuesta
llegar y entre los que Quinteros se movería con más comodidad.
Los cinco
concejales y dos tribunos de cuenta obtenidos en Santa María de Punilla, Alpa
Corral y Mataldi son consideradas cosecha personal de García Elorrio como jefe
del espacio, aunque él, con buenos modales políticos, se empeñe en ponderar la
valía de los candidatos locales y en destacar la lucha política contra los
aparatos dominantes.
En ese sentido,
el primer efecto de la buena elección que hizo el espacio en el interior es que
a Quinteros se le elevó la vara en Capital. García Elorrio seguirá haciendo
campaña en la provincia de cara al 12 de mayo, y al ex vocal del Ersep le meten
presión para que rinda electoralmente en la ciudad de Córdoba, para
“justificar” su incorporación. “Ahora queremos ver qué suma Quinteros”, es la
frase que resume el sentir.
A título de
comparación, porque son instancias distintas, cabe recordar que en las
elecciones legislativas nacionales del 2017, Encuentro Vecinal Córdoba obtuvo
el 3,53%, con casi 73 mil votos, y con una gran cosecha en el departamento
Colón. En esos comicios, este vecinalismo quedó cuarta fuerza, superando al
Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).
El objetivo de
mayo es consolidar el partido a nivel nacional y lograr sitio en el Concejo
Deliberante, donde la dificultad es mayor que en la Legislatura porque el
partido que gana tiene garantizado la mitad más una de las 31 sillas, mientras
que el resto se divide proporcionalmente las otras bancas. El principal interesado
en llegar al piso mínimo es el propio Quinteros, que dio el salto del juecismo
al elorrismo sólo con su experticia territorial y su experiencia en temas de
servicios públicos. “Si donde no había nada, se obtuvieron buenos resultados,
donde hay una base es más probable crecer”, acepta el desafío el candidato a
concejal. En el espacio juegan con la idea de que la elección está definida en
todos los tramos y que hay poco lugar para el voto útil o el voto con la nariz
tapada. Por lo tanto, habrá más chances de votos convencidos y/o interesados en
hacer crecer determinadas fuerzas.