- Consideraciones preliminares
En primer lugar deseo agradecer al Dr.
Mario Meneghini el haberme sugerido abordar este tópico, pero también
agradecerle porque sus observaciones referidas al mundo del trabajo en el día
actual y el futuro inmediato me fueron de una ayuda invalorable para entender
la urgencia y seriedad que tiene esta cuestión, no sólo en nuestro país o
región sino en todo el globo.
Debo reconocer que cuando se me encomendó
el estudio de esta temática me encontré con algunas situaciones novedosas:
- Por un lado, acostumbrado como estoy
a intervenir en cuestiones litigiosas referidas al mundo del trabajo, el
panorama de un mundo donde el empleo convencional pareciera estar en
retirada merced al avasallante avance de las nuevas tecnologías, en
esta suerte de tercera revolución industrial, no era un planteo nuevo para
mí, pero pude ver, en este estudio,
de modo mucho más vívido, cuán real y acuciante es la pregunta de
cómo resolverá la sociedad actual esta paradoja.
- En segundo lugar se instaló en mí el
conflicto valorativo referido a los subsidios y ayudas sociales, cuyo
exceso o utilización demagógica por algunos gobiernos ha generado una
crítica en la cual me sentía enrolado. A partir de la reflexión que me
suscitó esta temática pude justipreciar de manera más ponderada la equidad
ínsita que conllevan muchas veces estas medidas, en un mundo donde la
indigencia, la pobreza, la malnutrición, y demás carencias sociales han
mostrado un sesgo ciertamente escandaloso en la era en que el hombre ha
conquistado de manera arrolladora su entorno natural para ponerlo a su
servicio como nunca antes. Pude ver que el mensaje del cristianismo
encuentra una realización palpable en muchas de estas medidas de auxilio a
los más desprotegidos materialmente, independientemente de su
“contribución al mundo productivo”y que criticarlas de una manera
irreflexiva me interpela como cristiano porque en el desprecio que se
suele hacer a los “vagos” y “planeros” como se les llama a sus
beneficiarios (los que al menos en Argentina cobran por tales conceptos
sumas muy inferiores al monto de la canasta básica), hay también un
déficit en la virtud de la caridad que me sobresalta y me perturba.
- Finalmente, me sorprendió lo actual y
candente que es esta discusión en los más altos niveles de la economía
política mundial y me resultó curioso también que quienes defienden
políticas o soluciones como la que voy a comentar no están necesariamente
afiliados a corrientes ideológicas socialistas sino que también las hay liberales y conservadoras que
las proponen como modelos.
- Definiciones y terminología
En la discusión contemporánea sobre qué
solución aportar frente a la pérdida creciente y alarmante de empleos
convencionales a manos de las nuevas tecnologías, se ha propuesto implementar
un sistema de ingreso básico universal para todos los ciudadanos de una
determinada comunidad, sistema que recibe distintos nombres de acuerdo a los
distintos países en que se plantea o aplica y a los diferentes idiomas: se habla, de Ingreso Básico Universal, de Renta Básica
(en España), de Ingreso Básico Ciudadano o Citizen’s Basic Income (Reino
Unido), Ingreso Básico Garantizado (Basic Income Guarantee, en Estados
Unidos y Canadá), Revenu de Base (en Francia), bedingungslose Grundeinkommen
(BGE) en alemán y también se lo llama Universal
demogrant (palabra esta última que es un acrónimo de demographic Grant: es
decir, subvención demográfica)
Todas estas expresiones son
aproximadamente equivalentes desde el punto de vista conceptual, aunque
emplearemos en este trabajo la que lo titula, Ingreso Básico Universal,
abreviándolo IBU, y aclarando que de todos modos indicamos a
continuación el sistema al que nos referiremos con sus notas caracterizantes.
El IBU como lo trataremos aquí es un pago
monetario periódico (mensual, quincenal o semanal), destinado a la generalidad
de las personas habitantes de una determinada comunidad, independientemente de
su condición socioeconómica, y prácticamente sin ninguna otra condición. La
edad en algunos casos puede ser un índice para cuantificar el IBU pero
conceptualmente corresponde a todos, niños y adultos. No se ha reconocido aún a
las personas por nacer.
El IBU es de efectivización directa y
automática para el beneficiario: sólo requiere una cuenta bancaria o medio
similar y no hay intermediarios para su percepción.
El IBU no requiere una encuesta
socioeconómica ni una evaluación ambiental. La perciben quienes tienen empleo
formal, quienes tienen empleo informal y quienes no tienen empleo. No se limita a los ingresos que de cualquier
modo perciba el beneficiario, sea este empresario, rentista, dependiente o
desocupado.
El IBU tampoco toma en cuenta otras
variables sociales como tipo de vivienda, grupo familiar, o estructura de
ingresos.
En las experiencias prácticas que se han
desarrollado hasta ahora en el mundo suele imponerse, acaso como única
condición, un mínimo de residencia en la comunidad de que se trate que en
algunos casos debe ser la mayor parte de un año calendario.[1]
Referente a la cuantía del IBU las
experiencias difieren entre las que lo hacen igualar al menos el monto indicado
por la línea estadística de pobreza, el Ingreso Básico Universal e Integral. y
las experiencias que asignan un IBU de menor cuantía. A estas últimas se las ha
llamado Ingreso Básico Universal Parcial.
Es evidente que los modelos que aplican un
IBU parcial y no integral se asimilan más a un subsidio típico de los
convencionales y constituyen más un paliativo social que una solución
social más profunda como la que pretenden los teóricos que han desarrollado
este concepto.
No abundaremos en otra técnica aplicada en
Norteamérica en las décadas de los ’60 y ’70, que es la “renta negativa”, es decir una
retribución de dinero a los hogares contribuyentes cuyo nivel socioeconómico es
tan bajo que no califican por sus ingresos para el pago mínimo de impuestos al
sistema nacional, por lo que en vez de pagar impuestos esos hogares reciben una
renta compensatoria. Las diferencias con el IBU son evidentes, entre otras
cosas porque incide el nivel socioeconómico del beneficiario y además no guarda
estricta relación con superar la línea
de pobreza.
Sí guarda relación con esta línea
estadística el sistema implementado en Brasil denominado “Bolsa Familia”
(2003-4), pero tampoco es un IBU, puesto que sus beneficiarios son
exclusivamente familias pobres calificadas como tales previa evaluación
socioambiental del gobierno, que a su vez exige como requisito de otorgamiento
el cumplimiento de un calendario de vacunaciones y el envío de los hijos
menores a la escuela.
3) Reseña histórica
La idea de un IBU pagado por el Estado se remonta
a comienzos del siglo XVI cuando Santo Tomás Moro (1478-1535) en su obra Utopía (1516) describió una sociedad en la que cada ciudadano de la
misma tenía garantizado un ingreso-
Este ingreso, era propuesto ante una realidad
atroz en la Inglaterra del siglo XVI donde los culpables de robo eran
condenados a muerte, y la situación de enormes cantidades de indigentes llevaba
a algunos al robo como salida, desesperados por la necesidad de comida. Dice
allí el personaje de Utopia: “ Ninguna pena en la faz de la tierra
impedirá que la gente siga robando si esa es su única manera de conseguir
alimentos… En vez de infligir esos terribles castigos, sería mucho más eficaz
proveer a cada persona con algunos medios de subsistencia, de tal manera que
nadie esté bajo la espantosa necesidad de convertirse, primero, en un ladrón y,
por culpa de ello, en un cadáver.” [2].
El humanista español Juan Luis Vives (1492-1540),
(en su obra “El socorro de subventione
pauperum, sive de humanis necessitatibus – Brujas, 1526) proponía que el
gobierno de una ciudad debería ser responsable de asegurar un nivel de
subsistencia mínimo a todos sus habitantes, “no con el fundamento en la
justicia sino en un ejercicio más eficaz de la virtud moral de la caridad” Sin
embargo, Vives también afirmaba que para merecer este subsidio el beneficiario
debe “merecer la ayuda probando su voluntad de trabajar”
A finales del siglo XVIII el liberal Thomas
Spence y el revolucionario americano Thomas Paine manifestaron su apoyo a un
mecanismo de asistencia social que garantizara a todos los ciudadanos cierto
ingreso básico.
En el siglo XIX disminuyó la discusión en torno
al IBU pero ya a comienzos del siglo XX se debatió ampliamente un concepto
denominado “bono estatal”, y en 1946 el Reino Unido implementó un subsidio
incondicionado para familias a partir del segundo hijo.
En las décadas de 1960 y 1970 los Estados Unidos
y Canadá impulsaron la experiencia ya mencionada de la Renta Negativa , un
paliativo social relacionado con el IBU
Desde los ’80 en adelante, el debate en Europa se
extendió más ampliamente y desde allí a los demás países del mundo. Unos pocos
países llegaron a articular algunas medidas que guardan parecido con el IBU,
como el programa BOLSA FAMILIA en Brasil.
4) Fundamento doctrinario y su encuadre
con la doctrina social de la Iglesia.
Casi de inmediato, frente a la postulación
de estas ideas del IBU y similares, muchos sedicentes cristianos desenvainarán
la taxativa cita de la
Segunda Carta a los Tesalonicenses: El que no quiera
trabajar, que no coma. [3]
Para rebatir el aserto de que la
interpretación recta del pasaje se da de bruces con nuestro IBU, acudo a dos
importantes distinciones.
La frase griega utilizada en la epístola
(dirigida a justificar la contribución al trabajo que es legítimo hagan los
miembros de las distintas primeras comunidades cristianas, para sostenerlas),
es "οὐ θέλει ἐργάζεσθαι", que significa "no está dispuesto a
trabajar", es decir, que no tenga la voluntad de contribuir.
En el marco actual de apabullante
desempleo y subempleo, donde cada vez es y será más difícil, pese a toda la
capacitación que pueda tenerse, adquirir un empleo digno, es decir, que le
permita a la persona y su familia el desarrollo integral y la edificación de
proyectos de vida, está claro que la enorme mayoría de los eventuales
beneficiarios del IBU no son personas que “no están dispuestos” a trabajar sino
que, lo desean ardientemente, pero no lo consiguen por una situación externa
insuperable e inevitable.
En segundo lugar, debe enfatizarse otra
cabal distinción entre “empleo” y “trabajo”. Tendemos a identificar a este
último con el primero, pero en realidad no todo trabajo implica un “empleo” en
el sentido económico actual de la palabra: un contrato con un particular o una
empresa en donde se pacta realizar una actividad a cambio de una remuneración
en dinero.
¿Acaso no trabajan las amas de casa
atendiendo su hogar, o cualquiera de nosotros al pintar la casa o limpiar la
vereda? ¿Acaso no es
trabajo el despliegue desinteresado de miles de voluntarios
que ayudan a los más necesitados en un sinnúmero de actividades solidarias?
¿Acaso no es trabajo cuidar los hijos, educarlos o cuidar a los ancianos de la
familia? Todas estas son actividades útiles, cuando no imprescindibles para la
sociedad, pero la lógica puramente economicista les resta todo valor en la
construcción de la comunidad.
El sentido evangélico –si debemos
forzosamenta traspolarlo a esta discusión, entonces- no es que no debe tener un
salario justo solamente el que tiene empleo, sino que toda persona desempleada
puede merecerlo con su trabajo aunque sea de aquellos trabajos que las
estadísticas laborales no computan.
El Evangelio en realidad vá mucho mas
allá. Porque en la parábola de los trabajadores del viñedo [4], Jesús nos
enseña un género de justicia superior al que marca el derecho romano: toda
persona merece un denario (medida del jornal digno) aunque haya trabajado ocho,
cuatro o una hora. Lo importante es que
“estén dispuestos a trabajar”. Con eso basta.
Es preciso reiterar que la postulación del
IBU no adquiere el cariz de sustituto del trabajo convencional, sino un complemento
universal, necesario y diríase, imprescindible, ante el cuadro que plantean las
nuevas tecnologías.
El principio fundamental de la DSI que
engasta de manera inequívoca con el sentido y concepción del IBU es el llamado
“destino universal de los bienes”
El principio del destino universal de los
bienes de la tierra está en la base del derecho universal al uso de los bienes.
Todo hombre debe tener la posibilidad de gozar del bienestar necesario para su
pleno desarrollo: el principio del uso común de los bienes, es el primer
principio de todo el ordenamiento ético-social y principio peculiar de la
doctrina social cristiana. (…) Es inherente a la persona concreta, a toda persona,
y es prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes, a
cualquier ordenamiento jurídico de los mismos, a cualquier sistema y método
socioeconómico: Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en
ellos los de propiedad y comercio libre, a ello [destino universal de los
bienes] están subordinados: no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su
realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su
finalidad primera [5]
La recta comprensión excluye
el comunitarismo. La propiedad privada es un elemento esencial de una política
económica auténticamente social y democrática y es garantía de un recto orden
social. La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible
a todos por igual, de manera que todos se conviertan, al menos en cierta
medida, en propietarios, y excluye el recurso a formas de « posesión
indivisa para todos » [6]
La tarea fundamental del
Estado en el ámbito económico es definir un marco jurídico apto para regular
las relaciones económicas. Además, debe actuar de forma complementaria al mercado
en aquellos ámbitos en que el mercado no es capaz de garantizar una
distribución equitativa de algunos bienes y servicios esenciales. El Estado
debe promover el bien común y su intervención debe atenerse a los criterios de
equidad, racionalidad y eficiencia. [7] En vez de contribuir
con obras aisladas de caridad a mantener las condiciones existentes, haría
falta crear un orden justo, en el que todos reciban su parte de los bienes del
mundo y, por lo tanto, no necesiten ya las obras de caridad. [8]
La imposición tributaria,
cuando es justa, desempeña una fundamental función equitativa y redistributiva
de la riqueza, no sólo en favor de quienes necesitan subsidios apropiados, sino
también en el apoyo a la inversión y el crecimiento de la economía real. [9])
Estas son solo algunas de
las muestras de que un dispositivo de economía política como el IBU que tienda
a morigerar los efectos devastadores de las nuevas tecnologías, está en
perfecta armonía con las enseñanzas de la Iglesia y los sensatos análisis que recoge la DSI.
5) Conceptos del
debate mundial acerca del IBU
a) Automatización
El concepto del IBU y la
automatización están estrechamente vinculados. Por ejemplo, el fundador de Facebook Mark
Zuckerberg afirma que el aumento de la automatización creara una necesidad más
grande del IBU. Las preocupaciones
acerca de la automatización han llevado a muchos en la industria de alta
tecnología a proponer el IBU como una consecuencia de sus modelos de negocios.
El candidato presidencial nortemericano para el 2020 y fundador de entidades
benéficas Andrew Yang ha declarado que la automatización ha provocado la
pérdida de 4 millones de empleos en el sector de manufacturas en el medio-oeste
del país y ello ha propiciado la elección de Donald Trump Yang propone,el Dividendo de Libertad,
contempla pagarle a cada norteamericano adulto 1000 dólares por mes.
El CEO de Tesla Inc. y SpaceX, Elon Musk se ha
pronunciado en apoyo del IBU y Yang, teniendo en cuenta el fenómeno de la
automatización y la inteligencia artificial.
Muchos tecnólogos creen que la automatización,
entre otras cosas, está creando desempleo tecnológico. El periodista Nathan
Schneider puso de relieve por primera vez la adhesión de la “tecno-élite”
a estas ideas, con un artículo en la revista Vice que cita a Marc Andreessen, Sam
Altman, Peter Diamandis, entre otros.
En un informe presentado en el Congreso por la Casa Blanca , se estima
que un trabajador que gana 20 dólares la hora en 2010 podría con el tiempo
perder su empleo por el reemplazo de una máquina con el 83 % de probabilidades.
Incluso trabajadores que ganan 40 dólares la hora enfrentan una posibilidad del
31 %.
Con una tasa creciente de desempleo las
comunidades pobres podrían resultar más empobrecidas aún en todo el mundo. Los
partidarios del IBUargumentan que éste puede resolver muchos problemas
mundiales como el stress laboral, y
podría crear más posibilidades un empleo más eficiente y efectivo. En un
estudio realizadoa en Dauphin, Manitoba, sólo el 13 % del empleo descendió cuando
la perspectiva era mucho peor. En un estudio en algunos poblados indios, el IBUhizo
crecer el nivel educativo regional de los jóvenes en un 25 %.
Además del desempleo tecnogénico algunos expertos
en tecnología han alertado que la automatización podría desestabilizar el
mercado de trabajo o incrementar la desigualdad social. Un ejemplo es Chris
Hugues, cofundador de Facebook y del Proyecto de Seguridad Económica. La
automatización ha venido sucediendo durante siglos y mientras avanzó no reducía
de manera permanente la tasa de empleo sino que
generaba inestabilidad laboral. Desplaza trabajadores que pasan su vida
aprendiendo nuevas habilidades que luego se tornan obsoletas y ello los obliga
a tomar empleos no calificados.
Paul Vallée, un tecno-emprendedor
canadiense y CEO de Phythian, afirma que la automatización muy posiblemente
incremente la pobreza y reduzca la movilidad social al generar una todavía creciente tasa mayor de desempleo. En 2016 el ingreso basico garantizado en
Winnipeg mereció el análisis de Vallée
que postuló que la esclavitud es
un ejemplo histórico de un período en el que el capital (esclavos africanos)
podía realizar el mismo trabajo que el de los empleados pagos (pobres blancos).
Esta situación no causó una masiva tasa de desempleo sino que aumentó la
desigualdad económica y redujo la movilidad social.
b) Malos hábitos sociales
Hay quienes postulan que algunas personas
gastarían el IBUen alcohol y otras drogas . Sin embargo, los estudios sobre el
impacto social de transferir efectivo así a la población demuestran lo
contrario. Una investigación del Banco Mundial del 2014 que reunía 30 estudios
científicos concluyó que “Las preocupaciones acerca del peligro que puede
representar las transferencias en efectivo en relación con el consumo de
alcohol y tabaco son infundadas”
c)
El IBUcomo parte de un sistema económico post-capitalista
Harry Shut ha afirmado que el IB, entre otras medidas, hará que todos o
la mayoría de los emprendimientos sean cooperativos antes que privatísticos. Estas medidas crearían un
sistema post-capitalista
Erik Olin
Wright caracteriza el IBUcomo un proyecto para reformar el capitalismo
empoderando al trabajo en relación con el capital brindando al trabajo mayor
poder negociador , con empleados en mercados de trabajo que puedan gradualmente
“des-cosificar” el trabajo desacoplando el empleo respecto del ingreso. Esto
permitiría un expansión en el alcance de la economía social dándole a los
ciudadanos más medios de acometer actividades (como el arte) que no impliquen
retribuciones financieras importantes.
James Meade (Nobel de economía 1977) abogó por un
esquema de dividendos sociales financiados por activos productivos públicos
Russell propugnaba el IBU junto con la propiedad pública como medios de acortar
la jornada laboral promedio y alcanzar el pleno empleo
Los economistas y sociólogos han aconsejado que
se implemente alguna forma de IBU como
una vía para la resdistribución de los beneficios económicos de las empresas
públicas para favorecer a toda la población, refiriéndose también a una especie
de dividendo social donde el IBU represente el reintegro a cada ciudadano del
capital titularizado por toda la sociedad. Estos sistemas serían financiados
directamente por las ganancias de las empresas públicas y son considerados como
piezas centrales de varios modelos de socialismo de mercado.
Guy Standing ha propuesto un dividendo social que
surja de un Fondo de Riqueza Soberana coherente con la democracia, conformado
primariamente de una tasa sobre los réditos, derivados de la propiedad material,
financieroa e intelectual.
Herman Daly considerado como uno de los
fundadores del ecologismo aconsejaba una economía de crecimiento cero dentro de
los límites ecológicos del planeta. Para
alcanzar esa economía sustentable y verde incluyendo el bienestar social básico
y la seguridad para todos, escribió bastante sobre la necesidad de reformas
estructurales del sistema capitalista.
d) El IBU y la crítica de los economistas
En 2016 al panel de expertos de la IGM (Iniciativa
sobre Mercados Globales) nucleados en la universidad de Chicago se le preguntó
si “otorgar a cada ciudadano estadounidense mayor de 21 años un IBU de 13.000
dólares al año, financiado por todos los programas de subsidios sociales que se
eliminarían, incluyendo seguridad social, Medicare, Medicaid, subsidios para la
vivienda y subsidios familiares, entre otros, constituiría una mejor política
que mantener el statu quo. El 58 % del panel disintió con la idea, y sólo un 2%
manifestó estar de acuerdo. Entre las razones de quienes discrepaban estaban el
coste económico de la medida y el hecho que la estructura propuesta debía ser
perfeccionada. Davon
Daron Acemoglu, profesor en
el célebre MIT expresaba sus dudas diciendo: el statu quo es indefendible. Es
imprescindible una seguridad social más efeiciente y generosa. Pero el IBU es
caro y
al mismo tiempo no suficientemente generoso. Eric Maskin ha declarado
que un ingreso básico tiene sentido pero no al costo de eliminar toda la
seguridad social y Medicare. Simeon Djankov, profesor en la London School of
Economics, dice que los costos de un sistema realmente generoso serían
prohibitivos.
Las críticas también
arrecian desde la izquierda. Douglas Rushkoff , profesor de Teroría de los Medios y Economia Digital
en la Universidad de la ciudad de Nueva York
sugiere que este IBU “es otra manera de ignorar la necesidad que tienen
las personas de considerar alternativas reales a vivir sus vidas como meros
consumidores pasivos” Este académico ve al IBU como una sofisticada manera que
pueden encontrar las grandes corporaciones de hacerse más ricas a expensas del
dinero público. [39]
e) Incidencia sobre el
empleo
Un argumento común esgrimido
contra el IBU es que si las personas tienen dinero sin condiciones y gratuitamente
se volverán perezosas y trabajarán menos.
Los críticos afirman que
menos trabajo significa menos impuestos y por lo tanto menos dinero para el
Estado y para solventar obras públicas. El grado de desincentivación al empleo
a raíz del IBU podría depender de cuán generoso sea el IBU.
Algunos estudios han
observado los niveles de empleo en las experiencias que se han hecho con el IBU
hasta ahora, como asimismo con la renta negativa u otras iniciativas smilares.
En los casos de renta negativa ensayados en los Estados Unidos en los ’70, bajó
un 5 % la cantidad de horas trabajadas entre los beneficiarios. La reducción
fue mayor en el caso de los proveedores de segundos ingresos de cada hogar y
menor en el caso de los proveedores principales de ingresos. Bajaban más las
horas trabajadas a medida que el beneficio era mayor. Los participantes de
estos experimentos sabían que el experimento estaba limitado en el tiempo.
En la experiencia de Mincome
que se realizó en Dauphin, Manitoba, también en los ’70, hubo también una leve
baja en las horas trabajadas. Sin embargo los únicos dos grupos que
disminuyeron significativamente las horas trabajadas fueron las madres
primerizas y los adolescentes que aportaban a sus familias. Las primeras
invirtieron su tiempo extra en el cuidado de sus hijos y los trabajadores
adolescentes lo aplicaron a sus estudios.
En el experimento Mincome, "la reducción del esfuerzo
laboral fue modesta: 1 % entre los varones adultos, 3 % entre las viudas y 5 %
entre las mujeres solteras”
Un estudio reciente del
Fondo Permanente de Dividendo de Alaska – el más grande programa de IBU
implementado en los Estados Unidos desde 1976- parece mostrar que la premisa de
que el empleo desciende con el IBU es falsa. Los investigadores Damon Jones de
la Universidad de Chicago y Ioana
Marinescu de la Universidad de Pensilvania sostienen que si bien se observa un
leve descenso en horas trabajadas en beneficiarios por razones similares a las
observadas en el experimento de Manitoba, hubo también un 17 % de aumento en
trabajos a tiempo parcial. Los autores teorizan de que el nivel de empleo se
mantuvo estable porque el ingreso extra lleva a sus beneficiarios a permitirle
más consumos, con lo cual aumenta la demanda de empleos de servicios. Este
hallazgo es consistente con los datos económicos actuales. Ningún efecto es
observado cuando se trata de empleos en el sector manufacturero, que produce
para exportar. Esencialmente, dicen estos autores, los efectos macroeconómicos
de un mayor consumo apuntalan el empleo en general. Para tomar un ejemplo
ilustrativo, aunque hipotético, alguien que usa su IBU puede recortar sus horas
de trabajo empleado en el almacén de barrio. Como con el IBU habrá más consumo.
Ese almacén necesitará contratar más personas para que atiendan el local. En
tanto, la distribución del IBU no afecta la demanda internacional de petroleo y
los trabajos vinculados a ella. Jones y Marinescu hallaron más bien que la gran
escala a la que está pensado el programa permite que funcione y que las personas no abandonen totalmente sus
respectivos trabajos.
No es aventurado suponer que
el ciudadano medio beneficiario del IBU, no se comportará como un vago ocioso
una vez que sepa que lo percibirá siempre. Nuestra sociedad y nuestra cultura
con seguridad lo impulsarán a emplear esos recursos en desarrollar un proyecto
personal de expansión, ya que la vagancia y la ociosidad siguen siendo un
fuerte disvalor en la consideración del grueso de la población.
Epílogo - Cuestiones
económicas
Obviamente el gran
interrgante práctico referido al IBU estriba en cuál será o debiera ser el
origen del dinero a distribuir. Se podrían postular modelos de subsidio estatal
o bien modelos de ahorro privado por las mismas empresas productoras de bienes
y servicios, o modalidades mixtas. Ya hay proyectos concretos que delinean
propuestas específicas pero el tema está recién despertando interés en quienes
tienen la capacidad de diagramar alternativas realistas.
No desconocemos tampoco el
intringulis que implican los posibles efectos negativos, temporales o
definitivos en la economía de un pais, en la inflación, por ejemplo, de manera
que sirvan las líneas que anteceden solamente como una presentación del tema y
un estímulo para estudiarlo con mayor detalle, sobre todo con miras a una
implementación real que logre combatir el inminente flagelo del desempleo
masivo que viene de la mano del auge de las nuevas tecnologías en esta era de
la automatización.
Este artículo desarrolla la exposición del autor en el Centro de Estudios Cívicos, el 18-11-19.
Este artículo desarrolla la exposición del autor en el Centro de Estudios Cívicos, el 18-11-19.
Notas:
(1)
ver
sitio https://citizensincome.org/citizens-income/what-is-it/
(2)
Nam haec punitio furum et supra iustum etsi et non ex usu publico. Est
enim ad vindicanda furta nimis atrox, nec tamen ad refrenanda sufficiens.
Quippe neque furtum simplex tam ingens facinus est, ut capite debeat plecti,
neque ulla poena est tanta, ut ab latrociniis cohibeat eos, qui nullam aliam
artem quaerendi victus habent. Itaque hac in re non vos modo, sed bona pars
huius orbis imitari videntur malos praeceptores, qui discipulos verberant
libentius quam docent. Decernuntur enim furanti gravia atque horrenda supplicia cum potius
multo fuerit providendum ut aliquis esset proventus vitae, ne cuiquam tam dira
sit furandi primum, dehinc pereundi necessitas
(3)
(2 Tes. 3,10)
(4)
(Mt. 20)
(5)
C.D.S.I. 172, tomando citas de Juan Pablo
II, Carta enc. Laborem exercens, 19: AAS 73 (1981) 525.;Juan Pablo II, Carta enc.
Sollicitudo rei socialis, 42: AAS 80 (1988) 573.;Pío XII, Radiomensaje por el
50º aniversario de la « Rerum
novarum »: AAS 33 (1941) 199.;Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio, 22:
AAS 59 (1967) 268.
(6)
Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus
annus, 6: AAS 83 (1991) 800-801.;León XIII, Carta enc. Rerum
novarum: Acta Leonis XIII, 11 (1892) 102.
(7)
CA, 48
(8)
Deus Caritas Est, 26
(9)
Oeconomicae et pecuniariae quaestiones, 31
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