La
payasa en la conferencia de prensa del ministerio de salud despertó la
inquietud: si él gobierno fuese un circo, ¿quién sería quién?.
Alfil, 18 agosto, 2020
Por Javier Boher
¡A sacarse la pachorra,
amigo lector! El fin de semana largo, sumado al soporífero viento de agosto
plancha hasta al más adicto al éxtasis. Me sentía más santiagueño que los
Carabajal de las ganas de dormir la siesta que tuve durante estos días.
Eso sí, acá uno no puede ni
cabecear por la fiaca que salen y se mandan una como la de la payasa en la
conferencia de prensa del ministerio de salud. A esta altura ya siento que
están haciendo como el que en la escuela tenía llevada la materia y pasaba a
dar lección con el cierre bajo para provocar al profesor.
La cosa es de lo más
extraña. Supongamos que los payamédicos son plenamente reconocidos y se quiere
dar una señal de inclusión al sentarlos a la mesa. Traten de que por lo menos
sea para hablar sobre la pediculosis o la higiene bucal, no cuándo van a dar un
parte de muertos.
La coherencia entre el
mensaje y la apariencia son importantes. Es como esa vez que la directora nos
estaba retando muy enojada cuando se le salió -y escupió- un diente. No
recuerdo más nada porque mentalmente me desternillé de la risa. Creo que estaba
muy enojada, pero a esta altura es imposible saberlo.
Además, ¿qué padre sienta a
su hijo a ver un informe sobre la evolución de la epidemia? Si así fuese, la
payasa tendría que decir algo como “Chicos, ¿saben qué es la globología? Para
enseñarles, vamos a hacer una urna funeraria con globos, por si les creman une
abuele”. Ridículo.
Encima, ver al resto de la
mesa haciendo la coreo que tiraba la payasa remite a lo más básico del circo, la
complicidad del público para que actúen los clowns. Ahí dije, “¿quién sería
quién, si el gobierno fuese un circo?”. Los payasos están en el ministerio de
salud de Ginebrarcía, así que esa es bastante fácil.
La lista va a arrancar por
lo positivo. En el circo que regentea el presidente, la figura destacada es el
muchacho que se sube al globo de la muerte a esquivar fondos buitre para
renegociar la deuda. El Chapito Guzmán se las rebuscó para dar vueltas y
vueltas hasta cerrar un acuerdo que -sin ser la panacea- le dio aire al
gobierno de científicos (sociales).
Domando a los leones está
Fernanda Raverta, titular de Anses. Su fórmula es rara, no es como la de los
domadores de antes, con el látigo y la silla: ella los tiene en regla
tirándoles bifes, para que no salgan a cazar por el conurbano. Qué va a hacer
cuando se le acabe la carne (porque esa que imprimen no tiene el mismo gusto)
todavía es un misterio, aunque seguramente los leones se coman al público antes
que a ella.
Lanzando cuchillos están los
diputados y senadores, que lanzan nuevos impuestos como filosas dagas a los
sectores productivos que están atados y girando en el mismo lugar. Andan algo
flojos de puntería, porque en lo que llevamos de cuarentena ya han amputado
algún dedo -o incluso liquidado- a algún pobre productor.
El trapecista casi que no
necesita introducción: el tigrense taimado, Sergio Massa. Intentó abrirse su
propio circo, pero al final sólo se dedicó a cambiar de trapecio, un rato
agarrado con uno, otro rato agarrado con otro. Qué fácil que la tiene: el
peronismo es la red de contención que agarra a todos los que se caen cuando
quieren saltar muy lejos.
En los circos A.I. (Antes
del INADI, no inteligencia artificial) había enanos, de los que se reían pese a
que son personas como cualquier otra. Ahora todos sabemos que eso está mal.
Bueno, los enanos serían los gobernadores: no deberíamos reírnos de ellos, pero
para eso los usan.
El Mago es la nueva figura
del circo: el Rambo de campamento scout, el Berninator del conurbano. Su último
truco es el más polémico, porque todos habíamos aceptado que eso no se hace
más. Sin embargo, parece que hay algunos a los que le gusta. Resulta que es un
mago a la vieja escuela, de los que hace desaparecer gente. Increíble.
Finalmente, un número que
hoy -en tiempos de diversidad, identidad de género y demás yerbas- no sería
noticia: la mujer barbuda. Como siempre, las malas lenguas dicen que en
realidad es hombre. Los más arriesgados dicen que además es quien efectivamente
maneja el circo. Es difícil que creer que la vicepresidenta sea un señor, pero
de lo otro ya no quedan mayores dudas.
Se entiende que la mujer
barbuda (esa con la que muchos preferirían no tener ninguna historia) evite
decir que el circo es de ella. Porque ¿quién se lleva los tomatazos cuando el
espectáculo no es bueno?.
Tenga buena semana.