en manos del
crimen organizado
POR EMILIO
CÁRDENAS
La Prensa,
30.10.2021
Una de las
principales pandillas violentas que operan en Haití, la denominada Mazowo,
acaba de secuestrar a un grupo de misioneros de los EE.UU. y Canadá, que
regresaba de realizar una visita a un orfanato. Por su liberación exige ahora
un pago de un millón de dólares, por cabeza. El grupo secuestrado incluye
menores, uno de los cuales tiene apenas dos años. La perversión humana, en su
máxima expresión, entonces. La mencionada agrupación delictiva tiene ya una
horrenda historia de anteriores secuestros. Pero no está sola. Ocurre que en
Haití hoy hay más de 150 pandillas activas.
Haití no sólo es
un país paupérrimo. También es un lamentable paraíso para el crimen organizado.
Un verdadero infierno, entonces, para quienes viven allí y son honestos. En lo
que va del año se han registrado ya unos 600 secuestros extorsivos. Casi tres
veces el número del mismo período, el año pasado.
La tarifa para el
rescate y liberación de los blancos está en torno al millón de dólares. Para la
gente de color, en cambio, es de sólo unos 100.000 dólares.
LA HISTORIA
Haití fue
descubierto por Cristóbal Colón, en diciembre de 1942. Históricamente ha sido
el segundo país de América Latina que se declaró independiente, tras años de
sufrir una muy dura colonización francesa.
Y fue, créase o
no, el primer país de la región que abolió oficialmente la esclavitud, que -con
Francia como potencia colonial- fuera particularmente inhumana.
También es el
primer país en el que una revuelta de esclavos resultó exitosa.
Y Jacmel fue la
primera cuidad del Caribe que tuvo energía eléctrica. Como París, Jacmel fue
entonces bautizada la Ciudad Luz. Pero hoy sólo el 27% de los haitianos tiene
suministro regular de electricidad. Menos de la tercera parte, entonces. El
resto está sumido en la oscuridad que caracteriza a su miseria.
Tras la
independencia, Haití debió luchar, por años, con una muy pesada deuda
financiera con Francia. Y fue ocupada por los EEUU, entre 1915 y 1934.
Es un país
montañoso, que alguna vez fuera un gran productor mundial de azúcar y café.
Luego, de tabaco. Inicialmente fue refugio de reconocidos bucaneros franceses
que, desde allí, asolaban constantemente el Mar Caribe.
Con frecuencia
Haití es azotado por huracanes y tormentas tropicales, así como por terremotos,
que siembran aún más devastación._
DEFORESTADOS
Está casi
totalmente desforestado. Volar sobre su territorio es una experiencia aleccionadora.
La falta da árboles (quemados sistemáticamente para cocinar y comer) es
tremenda, particularmente si se la compara con el cuadro propio del resto de la
isla, el que conforma la República Dominicana: que luce verde intenso.
En su historia,
Haití ha sufrido nada menos que 32 golpes de estado que, en cada caso,
destruyeron el tejido democrático.
Curiosamente, es,
desde el año 2012, estado observador de la Unión Africana. Tiene una
infraestructura física deficiente. Y un estado sanitario peligroso.
Más del 90% de sus
recursos proviene de un acuerdo con la petrolera venezolana Petrocaribe, razón
por la cual suele votar en los organismos internacionales de la mano del
dictador venezolano, Nicolás Maduro.
El 20% del PBI de
Haití es generado por las transferencias para ayuda familiar realizadas desde
el exterior por la enorme diáspora haitiana.
Por la miseria,
Haití tiene -recordemos- una diáspora muy importante. Unos 890.000 haitianos
viven en los EE.UU. Y unos 800.000, en la vecina República Dominicana. Otros
300.000 residen en Cuba. Y unos 100.000 en Canadá. Y sólo 80.000, en Francia.
LA ELITE
Durante la
colonia, los mulatos conformaron la elite local. Y concentraron la riqueza del
país. Haití tiene, queda visto, una identidad cultural propia, notable por sus
muy diversos componentes.
Con frecuencia
quienes -desde Haití- apuntan a emigrar hacia los EE.UU. se desplazan primero a
otros países, a los que pueden ingresar sin visas, como sucede con Chile o con
Brasil, que se usan como trampolines hacia el destino final.
La esclavitud fue
particularmente dura en Haití. Un tercio de los esclavos importados por los
franceses desde Africa morían durante el primer año de labores forzadas. Los
esclavos que escapaban y se refugiaban en las montañas conformando allí
comunidades autónomas, recibieron el nombre de marrones. A su vez, los esclavos
libertos conformaron su propia clase social.
Pese a ser una
nación esencialmente cristiana, el primitivo vudú (de ascendencia claramente
africana) es también reconocido, desde 2003, como una de las religiones
oficiales del país caribeño. Con una mitología muy diversa y algunas
expresiones de una sorprendente riqueza cultural.
La cocina haitiana
es fundamentalmente creole, con evidente influencia africana. Se destaca en
ella una deliciosa sopa, a la que denominan joumou. Pese a que hay quienes
sostienen, erróneamente, que Haití no tiene plato típico.
SIN ESTADO
Desde el punto de
vista sanitario, hay aún mucho por hacer en Haití. Basta señalar que el 90% de
sus niños tienen alguna clase de parásitos y que la tuberculosis no ha sido
erradicada. Así como que unos 30.000 haitianos tienen malaria. Como curiosidad,
cabe apuntar que Haití tiene hoy el hospital dotado de energía solar más grande
del mundo. Pero, en esencia, es muy cierto aquello de que Haití es un país que
vive casi sin Estado.
Haití, sin
embargo, sigue adelante. Penosamente. Como puede. Sumergido en medio de un caos
de enormes proporciones desde el asesinato del presidente Jovenel Moisi,
ejecutado por mercenarios en julio pasado. Caos al que contribuyó asimismo el
devastador sismo que afectara a la paupérrima nación en agosto pasado, causando
unos 2.200 muertos y daños y heridos de gran magnitud.
El primer
ministro, Ariel Henry, acaba de dejar cesantes a todos los miembros del
organismo que organiza las elecciones nacionales, sospechados de corrupción,
aunque sin por ello designar nuevos miembros. Ni sugerir cuando lo hará.
Por esa razón, por
el momento al menos, las elecciones resultan imposibles.
Es la cuarta vez
que las elecciones nacionales se postergan en Haiti y el Poder Ejecutivo debe,
por ello, gobernar por decreto, lo que -como todo en Haití- está también lejos
de ser lo ideal.
Emilio Cárdenas
Ex embajador de la
República Argentina ante las Naciones Unidas