PARA EMPEZAR DESDE
ABAJO
por Riccardo
Cascioli y Stefano Fontana
Observatorio Van
Thuan, 8-10-212
Uf, otra escuela
de política…. Esto también podría acoger el lanzamiento de la Escuela Nacional
de Doctrina Social de la Iglesia que la Nuova Bussola Quotidiana y el
Observatorio Cardenal Van Thuân están organizando con diez lecciones en video
semanales en vivo a partir del 14 de octubre. Pero este curso, que será
presentado por la Lectio magistralis del arzobispo Giampaolo Crepaldi y que
llevará por título "Empezar desde la política, empezar desde abajo",
tiene un punto de partida original, no atribuible a las muchas escuelas de
política que se han visto. en el mundo católico en los últimos años.
Por un lado, se
basa en el tesoro de la doctrina social de la Iglesia, que expresa la
singularidad de la experiencia cristiana en la historia, la visión del hombre y
la sociedad que es consecuencia del proyecto de creación y redención del hombre
querido por Dios. sentido, el video-curso que ofrecemos este año está en
continuidad con los video-cursos sobre la Doctrina Social de la Iglesia que
hemos realizado en los últimos años y que aún puedes encontrar en la tienda
Bussola, y con las Escuelas que el Observatorio Van Thuân se ha organizado
localmente en los últimos años en toda Italia.
Por otro lado,
como dice el propio título - Partiendo de la política, partiendo desde abajo -
la Escuela supone un paso más porque pretende adentrarse en los méritos de los
temas políticos más importantes: libertad religiosa, inmigración, medio
ambiente, subsidiariedad, vida, familia, educación. Y para cada uno de estos
temas aportamos tanto nociones básicas, para el enfoque basado en principios
católicos, como indicaciones precisas de acción.
No es casualidad
que haya sido enfatizado "desde abajo", es decir, por las políticas
locales. El resultado de las elecciones locales del pasado domingo confirmó la
veracidad de esta intuición. De hecho, dos elementos emergieron claramente:
el primero es la abstención récord que se registró. Solo el 54,7% de los
votantes elegibles votaron, siete puntos porcentuales menos que en las
elecciones de hace cinco años. Y en los grandes centros el porcentaje fue aún
menor. No ir a votar significa esencialmente que el ejercicio del voto se
considera inútil, porque pase lo que pase, no podrá cambiar nada. De hecho,
especialmente estos meses de gestión de la pandemia nos han hecho comprender
cuánto, a pesar de la dialéctica a veces acalorada, está bloqueado el sistema
político. Como si todas las partes interpretaran partes distintas pero de una
comedia en la que todos son protagonistas y quieren lo mismo. Hay un sistema
que se vuelve cada vez más opresivo, pero no existe una alternativa real. Que
esta percepción es generalizada también lo demuestra el hecho de que en los
despachos administrativos recién llevados a cabo, el 60% de los votos fueron a
listas cívicas, fenómeno incluso abrumador en los municipios menores.
Por tanto, hay que
reconocer que políticamente nos encontramos en un desierto, donde todavía es
posible encontrarnos con políticos católicos pero ya no con católicos
políticos. ¿Qué significa? Que las
hay en la política y en las instituciones católicas, sí, pero para las que la
fe es un hecho privado, bueno en el mejor de los casos para sugerir un
comportamiento moralmente irreprochable. Por ejemplo, estamos seguros que el
Presidente de la República no roba, es educado, sabe estar en una mesa de diálogo
con otros jefes de Estado. Al mismo tiempo, su fe católica no tenía nada que
sugerir cuando firmó leyes contrarias a la antropología cristiana.
En nuestra
sociedad, sin embargo, no solo existe el desierto. La abstención en las
elecciones no necesariamente coincide con la pasividad, la frustración y la
pérdida de la esperanza; también puede ser creativo. Y de hecho también hay
intentos positivos de construir realidades sociales y educativas, que no
encuentran un interlocutor político que las valore. Pensemos, por ejemplo, en
quienes están invirtiendo en escuelas para padres, familias que se unen, como
lo garantiza también nuestra Constitución, para garantizar a sus hijos una
educación coherente con lo que aprenden en casa. O pensemos en los movimientos
espontáneos contra el paso Verde, que a pesar de su heterogeneidad también ven
florecer las asociaciones en defensa de los derechos vulnerados. O incluso,
para quedarnos en el tema, las víctimas de las reacciones adversas de las
vacunas - que informamos ayer - que se unen para que se respete su derecho a la
salud. Pequeñas iniciativas, pero que son muestra de algo que se mueve en la
sociedad y que la Escuela de Doctrina Social pretende potenciar formando y
acompañando a "católicos políticos", o católicos para quienes la fe
genera cultura y civilización, católicos convencidos del rol público de fe.
Con esta Escuela,
que se desarrollará en directo online e incluye espacios de diálogo a través
del chat y la voz, queremos aportar principios e indicaciones para avanzar
concretamente, en la dirección correcta. En el panorama desolador que nos
rodea, donde incluso las leyes y políticas más contrarias al bien del hombre
son aceptadas e incluso votadas por los católicos y no cuestionadas por la
Iglesia, no queremos ser desolados.