la jura standupera de los legisladores, la
épica feminista y otros delirios
Claudia Peiró
Infobae, 07 Dic,
2023
Qué manía la de
nuestros representantes de salirse del libreto con los juramentos cuando asumen
una banca. Hoy probablemente seremos testigos de una nueva andanada de
invocaciones delirantes, sectarias y auto celebratorias, porque cada uno que
llega ahí parece creer que lo hizo exclusivamente por sus méritos personales.
Sin embargo muchos de ellos figuraron en una boleta gracias al dedo del jefe de
turno en razón de motivos que, con demasiada frecuencia, no hacen a su
representatividad ni a sus capacidades, sino a la obediencia que profesarán al
que los designó.
U.S. National
Security Adviser Henry Kissinger speaks to the press ahead of follow-up talks after the Paris Peace Accords
on Vietnam with North Vietnamese Politburo member Le Duc Tho, at Orly airport,
near Paris, France, June 12, 1973 in this screengrab taken from a video.
REUTERS TV via REUTERS
En primer lugar
cabe decir que el juramento debe ser estándar, por la Patria, por el Pueblo,
por la Constitución, es decir, por valores y pactos compartidos por todos —¿o
no?—, y por Dios, en el caso de los creyentes -en este país, la gran mayoría-,
y si no creen, aunque sea por tradición, porque es el Dios invocado en el
preámbulo de nuestra Carta Magna (que se supone nuestros beneméritos
representantes, si no la conocen en detalle, al menos la han leído alguna vez).
No es por su papá,
su mamá, su puntero o prócer preferido. Ya van a tener tiempo, si de verdad les
importan sus familias y sus referentes políticos, de honrarlos con su
desempeño. Pero cuando estén jurando, sería ideal que tuvieran presente que
están ahí por la generosidad de los argentinos que los votaron y en nombre de
las necesidades y esperanzas de esos compatriotas, tantas veces defraudados.
Están por el país que otros hicieron grande. Entonces, ¿es mucho pedir que
hagan gala de respeto institucional? De conciencia histórica. Y de modestia.
Todavía no demostraron nada (al menos en la gran mayoría de los casos). Nada.
Asúmanse como lo que van a ser: representantes del pueblo de la Nación. No de
sí mismos. El Congreso se llama honorable, pero eso hay que ratificarlo todos
los días. No hagan papelones. No sean individualistas. No es el día de su
graduación.
Esto no lo digo
porque sí, sino porque ya empezaron. Miren por ejemplo el speech de esta
diputada provincial: “Por la perspectiva de derechos humanos que incluye la
perspectiva de género, de disidencias, de diversidad, de niñeces. Por un
ambiente sano, por una economía al servicio del pueblo, por la resistencia al
negacionismo del cambio climático, por la resistencia al negacionismo de las
dictaduras militares. Porque el feminismo va a vencer y el patriarcado va a
caer, sí, juro”.
De la constitución
provincial… ni noticias. De la Patria, del pueblo de su provincia… nada. Eso
sí, todo el credo progre-feminista. Sólo le faltó la Pachamama y el
antiespecismo. No doy nombres ni digo la provincia porque no es un caso
aislado.
Como el discurso
de esta diputada le pareció corto, un diputado trotskista que vino detrás de
ella lanzó: “Por mi querida Diana, nuestros hijos y nietos, mis padres y
hermanas, por mis queridos y queridas compañeras de lucha, gracias a ellos
estoy aquí, por nuestros pueblos originarios despojados de todo su territorio
por un Estado de minorías con genocidios, por nuestros combatientes de Malvinas
que lucharon heroicamente contra el imperialismo inglés dirigido por Margaret
Thatcher, por Mártires López, René Salamanca, Otto Vargas y Rafael Gigli y en
ellos nombro a todos los camaradas que dedicaron su lucha por una salida
revolucionaria que los libere de toda dominación extranjera como soñaron
nuestros patriotas de la independencia, por los 30 mil detenidos desaparecidos,
por no permitir que se entregue nuestra patria y se haga sufrir a nuestro
pueblo, por la defensa de los derechos conquistados y los que falta conquistar
abriendo con la lucha un camino liberador por los que entienden que libertad es
ser soberanos e independientes de toda dominación extranjera, por los que van a
entenderlo pronto y tendrán su lugar para resistir estas políticas, por los
verdaderos y profundos cambios que hacen falta. Por último, para nuestros
jóvenes esforzándonos para que encuentren una causa a su rebeldía pero para
terminar con la verdadera casta de los terratenientes imperialismos y su
serviles vende patrias locales, los que cosecharon la bronca popular ante la
falta de respuestas y el coraje necesario para tomar medidas contra los que se
llevan con pala las riquezas de nuestro pueblo que se queda con hambre.
Seguiremos defendiendo con leyes lo que defendemos con luchas todos los días,
no daremos un paso atrás e iremos por más, por todo eso juro”.
Perdón por la
larga transcripción. Pero este juramento habla de la alucinación colectiva que
se instaló en este país en muchas cabezas. Gente que habla como si hubiese
estado protagonizando alguna gesta libertadora en los últimos años. Me pregunto
si viven en el mismo país que yo o si yo estuve distraída y me perdí el momento
en el que tomaron el Palacio de Invierno.
En la Ciudad de
Buenos Aires no se quedaron atrás. Hubo varias invocaciones al número fetiche
de 30.000 desaparecidos, a la escuela pública y a la Memoria, con mayúscula,
que es como en estos años se llamó a la interpretación sesgada e incompleta del
pasado.
La palma se la
llevó al diputada del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Cele Fierro,
que dijo: “Por las y los 30 mil, por la educación y por la salud públicas, por
las infancias de nuestro país y del mundo, en especial por la palestina que hoy
junto a su pueblo sufre de un genocidio, por todas las luchas, contra la
explotación, la opresión de las mujeres, el ecocidio y el capitalismo, por un
gobierno de las y los trabajadores y el socialismo”, sí, me comprometo”.
O sea, nos tiró
todo el programa de la (ultra) izquierda, que, vale recordar. cosechó menos del
3 por ciento de los votos. Como sea, estamos en democracia y la votó la
suficiente cantidad de ciudadanos como para sentarla allí, pero se supone que
esos ya conocen sus ideas.
En honor a la
verdad, la mayoría de los legisladores guardó las formas y nos ahorró su
recitado. Pero, ¿qué es eso de “sí, me comprometo”, en vez de “¡sí, juro!”?
Tremendo contraste
entre el fuego que salió de la boca de Cele Fierro y el tibio verbo del final.
No fue la única, hubo varios que optaron por esa tibieza, acorde con estos
tiempos de pensamiento débil. Lo ridículo es el contraste entre el “me
comprometo” y las proclamas incendiarias...
Un lenguaje
desmesurado que invoca fantasmas inexistentes y elude problemas bien corpóreos.
CABEZAS QUEMADAS
Por caso, ya que
estamos conmemorando los 40 años de democracia, digamos que ésta está recontra
consolidada y desde hace tiempo. La mejor prueba de ello es que resistió la
crisis del 2001, cuando los mecanismos constitucionales previstos para ese tipo
de conmociones internas fueron puestos a prueba y funcionaron. Así como no tuvo
un solo padre, tampoco fue la acción de una sola gestión, ni de un solo
partido, ni de un solo dirigente, lo que consolidó la democracia.
Sin embargo, una
épica imaginaria sitúa el fin de la dictadura en 2003, más o menos. Hace unos
años alguien me dijo: “Ojo que muchos pibes de hoy creen que la dictadura
terminó en 2003″. En ese momento mi reacción fue de incredulidad, pero hoy me
rindo ante la evidencia, al ver los estragos que esa versión causa en muchas
mentes desprevenidas o poco pobladas.
Con posterioridad
a la crisis del 2001, se instaló el relato de que la democracia había sido
hasta entonces incompleta, frágil, inestable. Algunos llegaron a pintarla como
una continuidad del Proceso. La mal llamada política de derechos humanos —que
en realidad consistió en un uso demagógico del pasado— no requirió de ninguna
valentía ni de ninguna lucha, porque no existía ya la más mínima capacidad de
reacción por parte de los implicados. No la hubo de hecho. Calificar como acto
de coraje el descolgar cuadros de personajes que estaban “muertos” mucho antes
de su desaparición física es un insulto a la inteligencia. Y a la memoria de
los verdaderos valientes que este país ha tenido en su historia.
El coraje está tan
devaluado como la moneda.
Esas fake news
sobre el pasado son las que habilitan a que se asimile cualquier cosa a la
dictadura. En las nuevas generaciones lo podemos disculpar, porque no vivieron
aquello. Pero hay demasiado viejo (adulto mayor, si prefieren) —y vieja— dando
vueltas por ahí que sabe muy bien que están estafando con ese verso.
Pero, a fuerza de
asambleas, movilizaciones y “militancia”, todo lubricado con eso que don
Hipólito Yrigoyen llamaba “efectividades conducentes” —a saber, cargos,
sueldos, subsidios, programas, becas, etc., etc.— la bola fue creciendo y el
relato se fue radicalizando. Hay gente que, siendo gobierno, habla con lenguaje
de vísperas como si estuviese por tomar el poder.
El inminente
cambio de administración radicalizó el discurso. En parte por el temor a perder
prebendas. O el trabajo, y eso es más que entendible. Nadie que conozca el
desempleo puede deseárselo a nadie, Ojalá que pronto nuestro país pueda
recuperar una senda de crecimiento que permita modernizar el Estado sin causar
un estrago social.
Pero si la
inquietud es entendible, la desmesura no lo es. En pasillos de algunos
ministerios se escucha a jóvenes expresar temor a que los militares salgan a
secuestrar gente… Es el síntoma más agudo que vi hasta ahora de la alienación
mental causada por el relato.
Si se puede
asimilar a un gobierno democrático con la dictadura sólo porque no te gusta, es
entendible que se autoperciban revolucionarios por el solo hecho de levantar el
puño.
Hace unos días,
los estudiantes tomaron una facultad de Arte. En el video que circula en X
(Twitter), un joven habla con lenguaje inclusivo y con una elevadísima opinión
de sí mismo y de sus camaradas en lucha: “Me parece que (estar acá) es un acto
de rebeldía absoluta, que lo tenemos que sostener. Se viene un período muy
duro. ¿Cómo es posible que un candidato tan facho, tan negativo, tan agresor de
los derechos humanos, hoy haya sacado 14 millones de votos?”
Ellos son
revolucionarios y el pueblo se equivocó. Se ponen galones ajenos, al igual que
los que han gobernado desde 2003: “Somos el país que logró instalar el Nunca
Más, somos el país que terminó la dictadura movilizándose en las calles, somos
el país que tiró a 5 presidentes en una semana…”.
Me da que la
dictadura estaba bien terminada cuando nació este muchacho. Y en el 2001 debía
usar pañales.
“No es momento
para tener miedo”, arenga un muchacho que no tiene idea de lo que fue la
represión ni la dictadura. Agrega: “Necesitamos luchar para que no avance en
ninguno de los derechos que quiere avanzar [N. de la R: Milei, se entiende] y a
su vez luchar para tener más derechos”. Y concluye, cual combatiente veterano:
“Yo me cansé de vivir resistiendo, yo quiero luchar por más derechos…”.
Este joven parece
creer que los derechos básicos de que gozamos los argentinos se los debemos a
él, a la lucha de los estudiantes de arte y a las últimas gestiones. He
escuchado decir que vienen por el aguinaldo, por ejemplo, un derecho que ni la
dictadura conculcó. Que haya empresas o administraciones que lo pagan en cuotas
o gente que no lo cobra porque tiene contratos precarios o trabaja en negro es
una realidad creciente bajo gobiernos que se jactan de ampliar derechos. El
grueso de esos derechos no se los debemos a ellos. Ellos les deben a los
argentinos una mejor gestión para que esos derechos se cumplan efectiva y
ampliamente.
Concatenada con la
resistencia imaginaria a una dictadura que hacía tiempo estaba en la historia y
con combates urbanos módicos -léase escraches- contra “enemigos” designados por
el relato, vino la revolución del feminismo, igualmente fantasmal, porque en
este país el patriarcado tiene menos existencia que los molinos de viento de
Don Quijote. Acá la cosa adquiere el carácter de gesta en la narración de sus
protagonistas.
Por ejemplo, en el
libro, Mareadas en la marea. Diario íntimo y alocado de una revolución
feminista (Siglo XXI Editores), sus coautoras, Cecilia Palmeiro y Fernanda
Laguna, parecen convencidas de haber protagonizado una “revolución”,
trasnochada, porque llega cuando ya todo está hecho.
Sobre la primera
marcha NiUnaMenos dicen: “Ese fue, literalmente, el primer día de nuestras
nuevas vidas. Dejábamos de ser víctimas para ser protagonistas de la historia.
Una compañera nos llamó para decirnos que desde ese momento la Argentina tenía
nuevas próceres: era la marea entera como sujeto colectivo, histórico y
político”.
No les sorprende
la simultaneidad del movimiento en todos los países occidentales, la protección
y banca que tuvieron desde el primer día por parte de los gobiernos ni la
promoción recibida desde los organismos internacionales, esos mismos que en
otras oportunidades denuncian (ONU, Banco Mundial, FMI, etc). Creen que están en
una patriada mientras gozan de todo tipo de beneficios materiales e
inmateriales.
No me extrañaría
ver hoy en el Congreso puños en alto y escuchar discursos desmesurados,
desubicados, hipócritas y grandilocuentes. Sin embargo, no pierdo la esperanza
de que nuestros representantes sepan honrar sus mandatos desde el primer día,
desde el primer momento, desde la jura, y nos den el ejemplo de la respetuosa
solemnidad que nuestra castigada Patria merece.