y la complicidad del Estado argentino
César Augusto
Lerena
STDP, agosto 23,
2024
El día 12 de marzo
de 2024 el periodista neozelandés Pete Mackenzie del Proyecto The Outlaw Ocean
me entrevistó para conocer mi opinión sobre cuestiones relativas a la industria
pesquera argentina; la radicación extranjera y la pesca ilegal en el Atlántico
Sur; junto a distintas entrevistas a distintos interlocutores del país.
Sin embargo, las
publicaciones locales que derivan de esas entrevistas tienen una mirada sesgada
que no responde al menos a lo que relaté al citado periodista durante más de
una hora: la responsabilidad de lo que ocurre en el Atlántico Sur, no la
tienen solo los chinos, sino principalmente el gobierno nacional y, también los
británicos, españoles, coreanos y taiwaneses.
El pasado 6 de
agosto TN publicó un artículo relacionado al «informe de Outlaw Ocean que
muestra cómo el gigante asiático no solo está detrás de la pesca no declarada y
no reglamentada fuera de la milla 200, sino también dentro del caladero local».
Este artículo
refiere al caso del buque chino Jing Yuan 626 propiedad de la estatal china
National Fisheries Company (CNFC) hundido en aguas argentinas por la Prefectura
Naval; pero, que «pese a ello el Consejo Federal Pesquero otorgó «licencias
para faenar en aguas argentinas a dos buques extranjeros que, usando como
fachada a una empresa local navegaría bajo bandera argentina, aunque el
propietario sería la citada CNFC…mediante un proceso conocido como de
“abanderamiento”, China pasó los últimos años comprando su acceso a caladeros
nacionales en países de Sudamérica, África y el Pacífico”.
“Las empresas
chinas controlan ahora un mínimo de 62 buques de pesca industrial de calamar
bajo pabellón argentino. Es decir, más de la mitad de la flota de calamar del
país», a quienes el informe les atribuye distintos delitos, como descartes,
desactivación del sistema satelital, evasión y fraude fiscal e indica que «en
un artículo académico publicado en 2023, autoridades del sector pesquero chino
explicaron cómo habían recurrido a empresas chinas para penetrar en aguas
argentinas, usando métodos de arrendamiento y transferencia, formando parte de
una política global».
Es decir
-precisamos nosotros- que, mediante la compra o arrendamiento de empresas y/o
permisos de pesca en la Argentina, los chinos están haciéndose de los recursos
pesqueros en forma legal, pese a pescar en forma ilegal los recursos
migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Argentina en alta
mar.
Por su parte
INFOBAE, el 11 de agosto, amplía diciendo, que, «la empresa china Dalian
Huafeng Acquatic Products Co cuenta con 21 buques de pesca bajo tres empresas:
Arbumasa, Ardapez y Dalian Huafeng Acquatic Products SA. Shanghai Fisheries cuenta
con 15 buques “abanderados” pescando en el Mar Argentino; Wanxing Sannong Group
con 12 y Shangdong Bodelon Group con 7, todas empresas legalmente registradas
en el país, pero de propietario o “beneficiario final” chino».
Precisando que 41
de esos buques son poteros de pesca de calamar; aclarando, que fuentes del
sector pesquero indican que, «se trata de empresas privadas, no del Estado
chino. Sin embargo, el estudio señala que ocho buques abanderados de las
empresas legales Ilex Fishing, Dossuarez SRA y COFC Argentina SA, cuyo
beneficiario final es la citada CNFC que, según la investigación sí es
propiedad del estado chino».
Si bien
compartimos los múltiples argumentos relativos a la pesca ilegal y los
relativos al trabajo esclavo detectado en embarcaciones chinas y, las
afirmaciones de Dyhia Belhabib, respecto a que «las autoridades pesqueras
chinas explicaron cómo habían recurrido a empresas de su país para penetrar en
aguas territoriales argentinas» o las de Isaac Kardon que «hay una transferencia
neta (de recursos) desde los países más pobres, sin capacidad para proteger sus
caladeros…», la principal responsabilidad es del gobierno nacional que ha
permitido todo tipo de prácticas pesqueras ilegales por parte de buques
extranjeros y nacionales.
A modo de ejemplo,
en los últimos 40 años, solo se han detenido dos buques por año, a pesar de la
presencia en el Atlántico Sur de 350 a 500 buques extranjeros que anualmente
pescan ilegalmente los recursos migratorios argentinos; los buques nacionales
operan sin observadores e inspectores a bordo o son patrones de pesca chinos
los que en la práctica conducen la actividad de los buques, etc. etc.
Por otra parte,
contrariamente a lo que se manifiesta en el artículo, la Ley Federal de Pesca
no prohíbe otorgar permisos a empresas con antecedentes de pesca ilegal ya que,
la ley promulgada en 1998, no menciona ni una sola vez la palabra “ilegal”,
aunque el Consejo Federal Pesquero podría no otorgar permisos por los artículos
21º y 27º de la Ley; pero es evidente la falta de políticas, que entre otras
cosas, requieren de una reforma de la ley; el combate a la pesca ilegal y el
rediseño del otorgamiento de cuotas y autorizaciones de captura, en especial.
Cuando el artículo
se refiere a que el “cese de bandera de origen” es central, no es porque se
haya pescado o no en forma ilegal, sino porque de no cesar la bandera de origen
se tendrá una ventaja arancelaria en los países originales del buque y, éste es
otro de los temas pendientes de regularización por parte de las autoridades de
Argentina.
Se cuestiona
también en el artículo de que «no hay calamar para que entren más barcos»; pero
la cuestión no se trata si es un buque chino o no, sino que las capturas
máximas establecidas por el Consejo Federal Pesquero, en base a las
determinaciones del INIDEP, no se superen. Y agrega un comentario del directivo
de una pesquera que “pidió reserva de su nombre”. Por suerte…porque afirmar que
«Es preferible que (los buques chinos) pesquen legalmente adentro en vez de
estar en la Milla 201 o ilegalmente en la ZEE. ¿Qué diferencia hace si el dueño
final es de capital chino, noruego o español?».
Este directivo se
imagina que habilitar un buque que pesca ilegalmente, evitaría que otro buque
extranjero se agregue para pescar ilegalmente los recursos migratorios
argentinos. Ignora que la colonización de América iniciada a fines del siglo XV
sigue vigente; las “leyes de la materia” respecto a la ocupación de los
espacios y las políticas internacionales de apropiación de los recursos
naturales. Es de una ignorancia supina creer que habilitar en la ZEE un buque
que pesca ilegalmente terminará con la pesca ilegal. Además, no es una
determinación que puede tomar una empresa, sino que debe surgir de Acuerdos
entre Estados.
Estos artículos
parecieran un refrito que “no separa la paja del trigo” desinformando al lector
y contribuyendo a la confusión general. Es muy probable que haya buques del
Estado chino y buques de origen chino comprados por empresas nacionales de
capital china u otras (muchos de los poteros originales modificados por
empresas nacionales eran extranjeros) y, también, que empresas nacionales de
capital extranjero construyan buques en astilleros argentinos. Deberíamos tener
en cuenta, que no son los barcos los que realizan la pesca ilegal por sí: son
los propietarios, armadores y/o capitanes.
De forma tal, que
si el buque con el que se ha realizado pesca ilegal se vende a terceras
empresas que puedan demostrar que no tienen ninguna relación societaria con la anterior
empresa, podría ser habilitado nuevamente para la pesca. Pero, esta no es la
cuestión. Lo que no debería hacerse es otorgar permisos de pesca a ninguna
empresa nacional de capital extranjero cuando buques del mismo país pesquen
ilegalmente los recursos migratorios originarios de la ZEE en alta mar o en
Malvinas.
Los Estados de
pabellón deben desalentar a sus nacionales la pesca ilegal si quieren obtener
permisos por parte de los Estados ribereños y, las empresas nacionales de
capital extranjero radicadas en la Argentina deben presionar a sus gobiernos
para terminar con la pesca ilegal. No es admisible, por ejemplo, que habiendo
reconocido España la soberanía argentina de Malvinas, sus buques pesquen
ilegalmente en las aguas de esos archipiélagos y la Autoridad otorgue permisos
en el continente como si nada pasara.
El problema no son
solo los chinos. El problema es que la Argentina tiene los recursos y los
mercados y, no es posible regalarle esto a los países que operan subsidiados
para hacerse de las proteínas y mucho menos, perder la autonomía de la política
pesquera y la administración del Atlántico Sur; aunque a juzgar por los hechos,
ello está ausente en el gobierno nacional. El problema no son solo los chinos,
también es el enclave británico en el mar argentino
Por su parte,
chartear un buque, es simplemente alquilarlo y ello, de por sí, tampoco
significa actuar ilegalmente; por ejemplo, podría chartearse una embarcación
mientras se construye un buque en un astillero local para cumplir con las capturas
autorizadas, aunque muchas veces también puedan enmascararse sociedades con
empresas extranjeras no autorizadas o establecerse aparentes sociedades mixtas
que encubren el ingreso de buques al caladero mediante el pago de una comisión
a una empresa nacional.
Estas son
cuestiones que también deben calificarse de ilegales y donde la Autoridad de
Aplicación ha sido y es responsable a la hora de autorizarlas. Del mismo modo,
cuando a través del alquiler de buques nacionales con cuotas, una empresa se excede
de la concentración de cuotas de captura.
En la citada
entrevista le manifesté al periodista cuestiones sobre las que yo vengo
escribiendo desde la década del 90, cuando se inicia la gran radicación
extranjera en el ámbito de la pesca; primero, a través de sociedades mixtas y
luego mediante la adquisición de permisos pesqueros a empresas nacionales; de
tal manera, que en la actualidad siete de las diez más importantes empresas
exportadoras de productos pesqueros en la Argentina son nacionales de capital
extranjero.
En el país hay
empresas nacionales de capital chino, español, americano, noruego, etc.
mientras buques del Estado chino pescan en alta mar recursos migratorios
originarios de la ZEE y buques españoles -mayoritariamente gallegos- como dijimos,
pescan asociados a capitales británicos los recursos argentinos en las aguas de
Malvinas. Y de esto nada refiere el informe del Proyecto The Outlaw Ocean de lo
que me ocupé de resaltar en la citada entrevista.